Tres crucificados de Francisco Pacheco
En la exposición que le dedica el Museo de Bellas Artes de Sevilla, «Pacheco, Teórico, artista, maestro», se pueden contemplar sus acercamiento a la iconografía del Crucificado asumiendo las diversas tendencias que confluyeron en la época.


Fue pintor, tratadista, teórico, agitador intelectual de su época, artista y maestro de maestros. Francisco Pacheco (1564, 1644). Hábil en el dibujo, discreto y frío en la pintura, rígido en las composiciones, excelente policromador de imaginería en los “tonos mate” que siempre reivindicó, notable tratadista de gran influencia entre sus contemporáneos y autor fundamental para entender la creación artística de buena parte del Siglo de Oro andaluz.
Crucificado parroquia de Nuestra Señora de la Consolación, El Coronil
En la exposición que le dedica el Museo de Bellas Artes de Sevilla, “Pacheco, Teórico, artista, maestro”, se pueden contemplar sus acercamiento a la iconografía del Crucificado asumiendo las diversas tendencias que confluyeron en la época.
Del año 1611 es un óleo sobre tabla, firmado en la zona inferior de la cruz, que se conserva en la parroquia de Nuestra Señora de la Consolación del Coronil, una hermosa pieza no expuesta hasta la fecha que sigue en parte el tipo del Cristo expirante descrito en su libro Arte de la Pintura, “Cristo vivo, con lágrimas, en la expiración, con la autoridad de San Pablo ”. De sus pies mana abundante sangre, que acaba recogida en la calavera del padre Adán a los pies de la tabla, un singular emblema de tradición medieval que fue repetidamente recreado en el Barroco y que, desgraciadamente, ha desaparecido como elemento iconográfico en la actualidad: la calavera de Adán, a los pies del Crucificado en el Gólgota, un símbolo de la muerte y del pecado original vencido por la sangre derramada por Cristo, un símbolo que podría ser recuperado por muchas hermandades sevillanas en sus pasos de Cristo.
El crucificado de El Coronil es una pieza que se debe poner en relación con los Crucificados vivos del último tercio del siglo del siglo XVI , especialmente con el conocido dibujo de Miguel Ángel dedicado a Vittoria Colonna, un esquema compositivo que copió Marcos Cabrera en el Crucificado de la Expiración de la hermandad del Museo y que se hizo muy popular en España a través de los grabados de Bonansone o del platero Franconio, cuyo Crucificado policromó el propio Pacheco. En el modelo del Crucificado de El Coronil, Pacheco elimina la contorsión de estos dibujos y los funde con la iconografía más simétrica de Alberto Durero , posiblemente por la necesidad de adaptación al rígido marco.
Dibujo Miguel Ángel dedicado a Vittoria Colonna
Es un Crucificado en el que todavía no aparece el subpedáneo, tablilla a los pies de Cristo, habitual en piezas posteriores, mostrando todavía tres clavos, iconografía posiblemente sugerida por el duque de Alcalá, mecenas de una obra de la que no se conserva el recubrimiento original de plata, fundido con posterioridad.
Del año 1614 es la más conocida versión realizada por Pacheco del Crucificado, un óleo sobre tabla conservado en la Fundación Rodríguez Acosta de Granada. Narra el propio Pacheco en su libro Arte de la Pintura que en 1611 pudo admirar la estampa de un Crucificado de Alberto Durero “en un libro de cosas de su mano, que fue de Nuestro Católico Rey Felipe segundo con cuatro clavos y el supedáneo, bien así como yo lo executo”.
Crucificado, 1614, Fundación Rodríguez Acosta
El cuadro muestra un prototipo que sería ampliamente repetido por los autores de la época, Cristo Crucificado en una cruz plana y cepillada, con cuatro clavos, siguiendo la visión de la monja Santa Brígida de Suecia, que así lo contemplaba en sus apariciones místicas, una obra que influiría notablemente en las versiones del propio Diego Velázquez, Cano o Zurbarán . A pesar de la corrección de su dibujo y de la profunda unción que transmite, se suele poner a este Crucificado como centro de algunas críticas que recibió el artista por su frialdad y por su canon alargado, críticas que cristalizaron incluso en alguna malintencionada letrilla popular de la época:
¿Quién te puso así Señor
tan desabrido y tan seco?
Vos me diréis que el amor
más yo os digo que Pacheco.
El tercer Crucificado expuesto en el Museo de Bellas Artes es un óleo sobre tabla en forma de cruz, de fecha muy posterior, el año 1637, posiblemente proveniente de la capilla de San Miguel de la iglesia del colegio de San Alberto de Sevilla y hoy en una colección particular madrileña. Según Ceán Bermúdez, había un Crucificado de Pacheco que presidía la mesa de altar de esta capilla, lugar para el que Pacheco también había realizado una gran pintura de San Miguel, hoy en paradero desconocido.
Cristo Crucificado,1637, Colección particular, Madrid.
Este Crucificado, obra de madurez de un artista longevo para la época, muestra la iconografía de Cristo muerto con cuatro clavos, la representación definitiva que Pacheco escribió en 1620, con un cruce de piernas que permite un elegante estudio de la anatomía, en una representación que ya había avanzado magistralmente Juan Martínez Montañés para el crucificado de la Clemencia, encargo del arcediano Vázquez de Leca en el año 1603.
Cristo del Auxilio. La Merced de Lima
La representación del Crucificado en tablas pictóricas debió ser habitual en las cofradías sevillanas del Barroco, para cruces que participaran en las procesiones o para presidir o completar actos solemnes. Una tendencia olvidada que, por citar un ejemplo reciente en nuestro entorno, ha sido recuperada por el pintor Antonio Díaz Arnido en la cruz de guía de la Franciscana Hermandad Salud y Estrella de Cáceres , una interesante visión actual de un aspecto del Barroco que podría recuperarse en nuevas recreaciones que fundieran la historia con la creación contemporánea.
Cruz de guía hermandad Salud y Estrella de Cáceres, Antonio Díaz Arnido.
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