Sevilla agradece los frutos de la misión del Gran Poder en la Catedral

Qué contraste tan brutal entre la talla que caminaba bajo el sol otoñal apenas veinte horas antes por la avenida de San Juan de la Cruz y esta imagen poderosa y magnifica revestida de majestad con la túnica de los devotos. Y qué contraste también con la ceremonia en la plaza de San Lorenzo de octubre del año pasado, cuando el cardenal Ayuso ofició con todas las prevenciones con Asenjo y el fallecido arzobispo castrense de concelebrantes por el temor por el Covid, y esta abarrotada misa estacional de monseñor Saiz con el cardenal Amigo de concelebrante.

Amaneció el Señor en su paso, justo delante del a ltar del jubileo, para una misa de acción de gracias multitudinaria con toda la solemnidad y la ceremoniosidad con que el cabildo catedralicio celebra su liturgia . El arranque poderoso del órgano atacando las notas de una composición veinte minutos de la hora fijada para la ceremonia subrayó el carácter majestuoso de la celebración : la definitiva estación de la misión evangelizadora en el Este de Sevilla.

Habían venido vecinos de aquellos barrios y muchísimos devotos, hermanos y autoridades, encabezadas por el teniente general de la Fuerza Terrestre, José Rodríguez . Pero el protagonismo era del Señor, todos los ojos se iban a ese tabor en el que se mostraba pleno de imperio y poder quien las últimas tres semanas se mostró cercano y abajado , un humilde vecino más de aquella zona.

¿Contradicción? Ninguna, la doctrina nos habla de que en la hipóstasis de Cristo conviven la naturaleza humana y la divina sin mezcla ni confusión. Eso es lo que mostraba el Gran Poder triunfante, revestido de oro, en su paso: el Dios a cuya imagen rezan los fieles. Y lo que mostraba en las tres parroquias por las que ha pasado: el hombre sufriente cuya imagen consuela y da misericordia.

Ese fue el punto donde el arzobispo, José Ángel Saiz Meneses, inició su homilía, de marcado acento social. Monseñor llegó a plantearse si "puede ser social el pecado de obra u omisión por parte de los dirigentes de todos los ámbitos que no se empeñen en la transformación de la sociedad según las exigencias y las posibilidades del momento histórico que nos toca vivir".

Pero también buscaba interpelar a cada uno de los integrantes de la asamblea de fieles: "No lo dudemos, hermanos, lo que quiere de nosotros es una conversión personal profunda, una renovación de la vida , porque Él ha de ser el centro al que subordinamos todos los demás elementos: familia, trabajo, ambiente, aficiones, compromiso político, compromiso social , voluntariado".

Y, tras felicitarse por la culminación de la misión evangelizadora, monseñor planteó la disyuntiva que se le presenta a la Iglesia hispalense, a sus hermandades y a cada devoto de Jesús del Gran Poder: "De nosotros depende que se quede en un bello recuerdo sin apenas influencia transformadora o que marque un antes y un después en el corazón de las personas y de nuestras organizaciones y entidades, así como de las administraciones; una transformación que pueda generar soluciones concretas para resolver las problemáticas más acuciantes".

"Su mirada nos pregunta cómo está nuestra vida , qué hemos hecho hasta hoy por Él y por los hermanos más necesitados, y qué estamos dispuestos a hacer a partir de ahora», dijo monseñor Saiz siguiendo el hilo ignaciano de sus ejercicios espirituales.

En la acción de gracias, el hermano mayor, Ignacio Soro, repasó los agradecimientos a arzobispos, párrocos, diáconos, cabildo, voluntariado, administraciones, vecinos asumiendo lo como algo propio, "a Sevilla por la entrega a su Señor" .

«Gracias a ti, Señor, que no te vas de esos barrios . Gracias por este sueño cumplido. Gracias Jesús del Gran Poder», remató su sentida acción de gracias antes de culminar la misa.