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Sevilla y Amén

La primera vez fue en Sevilla

Hoy los niños de la pandemia vestirán su primera túnica y celebrarán el ritual de la reanudación. Así es la liturgia de tres nazarenitos de La Paz

Tres niños nacidos durante la pandemia se visten de nazareno para salir en La Paz Raúl Doblado
Alberto García Reyes

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Como en aquella sevillana de Salmarina, tararea hoy el viento una copla de bautismos. «En la catedral van cantando, / al pie del altar van bailando...». Con el tiempo, los chiquillos del confinamiento entonarán bajo sus túnicas el escalofrío de este Domingo de Ramos: la primera ... vez fue en Sevilla. Hoy estrena la vida el fruto del amor, los niños que no saben aún que son cofrades y los que han olvidado su primera estación de penitencia porque la vivieron aún en la inocencia, esa embustera que sólo aporta ráfagas a la memoria de sucesos que nunca fueron como se recuerdan, pero que en la remembranza se afianzan como verdad incontrovertible. Hay una etapa de la vida en la que se construyen las sensaciones, que son el cimiento más sólido de las personas. Se es verdaderamente sevillano cuando no se puede recordar bien cuándo fue la primera vez de nada en esta ciudad. Suele contar el maestro Paco Robles, que al despertar del coma que le provocó el bloqueo de su tálamo, caja fuerte de la sabiduría, sólo recordaba los nombres de las cofradías. Dicen los neurólogos que lo primero que aflora en la cabeza ante un accidente así es aquello que se sabe por costumbre, de manera natural, sin esfuerzo de retención. Robles tenía Sevilla guardada en ese rincón del conocimiento que no se asoma nunca a los labios por pura modestia, porque es un saber tan profundo que su propietario cree que es lógico. No le da importancia. Paco, el nuevo Paco, que esta Semana Santa va a cumplir dos años, tiene la misma ilusión hoy que los chiquillos de esta imagen, que se han puesto su primera túnica para salir en La Paz. Todo es sorprendente y antiguo al mismo tiempo en sus pupilas. Robles cuenta que su primera vez fue en la Puerta de la Carne ante la Virgen del Refugio. Iba en el vientre de su madre. Tiene una foto de ella absorta ante el palio en la que se está tocando la barriga para acariciar a su niño, cuyo pulso se acelera en el retrato y en la memoria cada vez que narra la vivencia. Haber visto a la Virgen del barrio de San Bernardo antes de nacer convierte al maestro en intemporal. Paco Robles es el ejemplo perfecto de que la verdad no tiene edad. La Semana Santa es una perpetua primera vez.

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