ARTE
La explicación del misterio de Montserrat: un icono de la Semana Santa de Sevilla
Por fin, el Cristo de la Conversión presidirá el Vía Crucis de las Cofradías. Su iconografía incluye a unos ladrones que son pura dualidad entre la historia y la leyenda
Manuel Jesús Roldán
1620 fue una fecha magistral en el catálogo de Juan de Mesa. Nada menos que Gran Poder, Buena Muerte y Conversión en un mismo año. El Crucificado de la hermandad de Monserrat acabaría completando su iconografía con el añadido ... de las imágenes de los dos ladrones realizadas por Pedro Nieto, Dimas y Gestas , bien y mal; dos símbolos iconográficos cuya representación artística tiene una larga historia entre los evangelios y las historias apócrifas.
Dimas y Gestas son los nombres legendarios de los dos malhechores que fueron crucificados junto a Cristo en el Calvario . Aparecen en los relatos de la Pasión de Lucas y de Mateo , uno recibiendo la promesa del Paraíso , y el otro increpando al mismo Jesús por no usar sus poderes como Mesías. A ambos se les quebró las piernas, según aparece en el relato de Juan, con lo que se cumplían las escrituras del Antiguo Testamento.
Cristo de la Conversión de Montserrat / CÉSAR LÓPEZ HALDÓN En los evangelios no se citan sus nombres, que comenzaron a aparecer en escritos apócrifos, no siendo siempre los mismos: Zoatham, Cammatha, Joathas y Maggatras o Tito y Dumaco . Será en el Evangelio de Nicodemo y en las Actas de Pilato donde aparecerá su definitivo nombre de Dimas y Gestas. En este fantástico relato se relataba que Dimas formó parte de un grupo de malhechores que asaltó a la Sagrada Familia durante la huida a Egipto, aunque, al no causar daños al Niño , ya recibió promesa de vida eterna. Una historia que también aparece en el Evangelio Árabe de la Infancia de Jesús y que en la Edad Media se recargaría de aspectos anecdóticos, que incluyeron la acogida de la Sagrada Familia en casa del ladrón e, incluso, la sanación de la lepra de su hijo.
Detalle Díptico de la Crucifixión, Jan Van Eyck, Metropolitan de Nueva York La literatura en torno a la figura del mal ladrón dibuja un perfil de marcada maldad, apareciendo así descrito en el Protoevangelio de Santiago: “Gestas, solía dar muerte de espada a algunos viandantes, mientras que a otros les dejaba desnudos y colgaba a las mujeres de los tobillos cabeza abajo para cortarles después los pechos; tenía predilección por beber la sangre de los miembros infantiles; nunca conoció a Dios; no obedecía a las leyes y venía ejecutando tales acciones, violento como era, desde el principio de su vida”.
Crucifixión de Cristo, por Lucas Cranach Según Ambrosio de Milán, la cruz del buen ladrón fue encontrada junto a la de Jesús por la emperatriz Elena hacia el año 324, y fue venerada y guardada en Chipre. Un fragmento de esa cruz acabaría en Bolonia, lugar desde donde se inició su veneración en el mundo occidental, convirtiéndose en el patrón de los condenados a muerte y de los carreteros, invocándose su nombre para alcanzar el perdón de los pecados.
Detalle de la Crucifixión de Cristo, por Hans Baldung Grien En las representaciones de la Crucifixión de Jesús , los ladrones se pueden identificar por su dualidad, noble o deforme, imberbe o con barba cerrada, mirando a Jesús o apartando la vista, con mirada de mansedumbre o con mirada colérica. Ya hay representaciones de ambos en la primera mitad del siglo V, apareciendo en un panel de madera de las puertas de Santa Sabina de Roma. Pronto se generalizó la colocación del ladrón bueno a la derecha de Jesús y de Gestas a su izquierda. Su iconografía se enriqueció en la Edad Media , cuando se marcó la diferencia entre los ángeles que llevaban al cielo el alma de Dimas y unos pájaros demonios-negros que se llevaban el alma de Gestas, apareciendo así en lugares tan dispares como un manuscrito de la Universidad de Würzburg (siglo IX) o un fresco de la Catedral de San Gimignano (siglo XIV). En el siglo XV se generalizó también la representación de la rotura de sus piernas, aunque muchos autores, como Mantegna, prefirieron representar el momento anterior a esta escena.
Andrea Mantegna, Crucifixión, museo del Louvre Nombrados en ocasiones por un epígrafe, latro, como ladrón, o latro poenitens , ladrón penitente, su representación se estandarizó en los siglos del Renacimiento y del Barroco. Largos bigotes y cabellera rojiza mostraba Gestas en las representaciones de la pintura flamenca, (el color rojo en el pelo se asociaba a la maldad), y el retorcimiento del mal ladrón caracterizó a muchas representaciones como seña de identificación. El Renacimiento tardío, las representaciones de Tiziano o Veronés son un ejemplo, y el Barroco, de Rubens a Rembrandt, incidieron más en el diálogo de Dimas frente a la mirada perdida de Gestas, todo un símbolo de la conversión del pecado que defendía el Concilio de Trento.
Crucifixión, atribuida a André D´Yprés, hacia 1450, Getty Center La imaginería sevillana no fue ajena a esta evolución iconográfica y se centró en la actitud de ambos frente al Crucificado, así aparecen representados por Pedro Nieto o por el taller de Pedro Roldán, Montserrat y Carretería, con el añadido de mostrar algunos rasgos propios de la estética de la época, por lo que no es difícil rastrear la moda de la perilla o de los bigotes atusados, propios de los tiempos de Felipe IV , en los rostros de los ladrones que dan sentido a la Conversión.
Calvario, por Rembrandt, Metropolitan Nueva York La próxima Cuaresma, el excepcional Crucificado de Juan de Mesa presidirá el Vía crucis de las Cofradías . En el silencio de su capilla, un ladrón seguirá escuchando una promesa eterna: “Esta noche estarás conmigo en el paraíso”.
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