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Humildad y Paciencia: de Alemania a los Terceros

La iconografía del Cristo de la Humildad y Paciencia se basa en los grabados de Durero

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Grabados de Durero que inspiraron la iconografía del Cristo de la Humildad y Paciencia

A veces, la Semana Santa de los tópicos eclipsa buena parte de las mejores cosas que tiene. El Domingo de Ramos de los globos, los estrenos, las palmas rizadas y los tambores. El Domingo de la luz, del blanco de la Paz o el azul de la Hiniesta tiene sus contrastes en elementos, quizás, menos populares pero de una belleza exquisita.

Uno de esos elementos lo conforma la imagen del Señor de la Humildad y Paciencia de la Cena . Talla que ha precisado de protagonizar un Vía Crucis para que los ojos del pueblo le presten la consideración de su valía.

Imagen reflexiva, serena, armónica, de una profundidad teológica aplastante y eclipsada por la propia jornada y por ser el segundo paso de una cofradía de tres en los que sobresale el portentoso misterio de la Sagrada Cena y el romanticismo decimonónico bajo el que camina la exquisita Virgen del Subterráneo.

La imagen

El Cristo de la Humildad y Paciencia / JOSÉ JAVIER COMAS RODRÍGUEZ

La imagen del Señor de la Humildad y Paciencia es un ejemplo representativo de los gustos artísticos que rodean la Semana Santa de 1600. Es decir, la Semana Santa que se ubica en las puertas del barroco y que, tras la celebración del Concilio de Trento , va a impulsar la religiosidad popular para intentar frenar al Luteranismo Protestante que avanzaba en Alemania, Francia e Inglaterra, principalmente.

Curiosamente, es en Alemania donde por primera vez se va a plasmar la iconografía en la que se basa el Cristo de la Humildad y Paciencia. En la Edad Media alemana surgen los Teatros Mistéricos que recorrerán toda Centroeuropa. En esos teatros se representaba una especie de reflexión escénica en las que Cristo se sentaba a pensar, abatido y sobre una peña , justo delante del hueco de la cruz donde iba a ser crucificado.

Con el paso del tiempo, el artista más representativo del renacimiento alemán, Alberto Durero , popularizaría esta iconografía de Jesús pensativo en una peña en sus conocidos grabados. Además, estos trabajos serían difundidos con la ayuda de la imprenta en los frontispicios de la pasión y diferentes libros de estampas y grabados que alcanzarían difusión por toda Europa. Y parece obvio, que esas impresiones llegaban a los círculos artísticos y, por tanto, los escultores las manejaban como inspiración de sus obras.

Así nace el Cristo de la Humildad y Paciencia que, como tantos otros que se tallan en la época, representan estéticamente la transición entre el manierismo y el primer naturalismo barroco. Un tiempo en el que, todavía, se hacían imágenes propias del XVI aunque ya empiezan «barroquizarse» en algunos de sus elementos estilísticos.

En concreto, la imagen que nos ocupa es especialmente singular por los materiales con los que se confecciona. La talla está realizada con un armazón de alambre y madera sobre el que se modelan unas telas encoladas con cola de animal. Consiste en la aplicación de unas bandas de telas de lino que, cuando están húmedas, se van acoplando a la estructura y facilitan su modelado. Hasta el punto como si fuera arcilla.

El encargo de este tipo de imágenes tenía sus propias ventajas. Por un lado, estos materiales eran más económicos que la propia madera, de modo que suponía un menor desembolso para la corporación. Por otro lado, al no emplearse madera conseguía aligerarse el peso de modo que podía ser portado por menos hombres.

No obstante, los pies, las manos y la cabeza si fueron tallados en madera en casi su totalidad. La restauradora Silvia García Otero intervino a la imagen en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) en 1996 y destaca de esta imagen que «es frágil y sensible a todos los cambios de temperaturas y humedad que son bruscos». Con la sensibilidad de este soporte es muy común que la policromía tienda a despegarse. «Es un milagro que haya llegado a nuestros días con la misma anatomía con la que se concibió», asegura García Otero.

En resumen, esta talla anónima es un anticipo de las grandes obras naturalistas. Sintetiza muy bien la piedad de finales del siglo XVI. Es cierto que no responde al modelo de la gran obra barroca que se pueda enfrentar a los colosales crucificados o portentosos nazarenos que se tallaron décadas después pero, aunque pase desapercibida, no debe caer en saco roto la hondura teológica y sentimental que representa.

En la hermandad

El Cristo de la Humildad y Paciencia de la Cena

En su origen, el Cristo de la Humildad y Paciencia tenía su propia hermandad de penitencia a mediados del siglo XVI asentada en el Hospital de San Lázaro . La imagen gozaba de enorme devoción entre los sevillanos que, por aquel tiempo, lo reconocían con el nombre del «Santísimo Cristo Humillado» . Con el tiempo, se acabaría fusionando con la hermandad de la Virgen del Subterráneo y, una vez unidas, harían una nueva fusión con la de la Cena en 1615. Es decir que la hermandad de la Cena es el resultado de la fusión de tres hermandades en una sola.

No obstante, el Cristo de la Humildad y Paciencia ha procesionado de manera intermitente . Lo hizo hasta los años 30 de pasado siglo, con dos sayones que cavaban el hueco de la cruz y perecieron en el incendio de Omnium Sactorum de 1936. En 1974, es decir, 37 años después de su última salida procesional la imagen volvería al cortejo de la Cena sobre el nuevo paso tallado por Guzmán Bejarano.

Pero, sin dudas, uno de los capítulos más curiosos de su particular historia fue la salida extraordinaria que protagonizó el 12 de septiembre de 1800 . En aquel tiempo, Sevilla fue asolada por una «fiebre amarilla de América o Typhus Icteroides» que provocó la muerte de unas 14.000 personas , es decir, el fallecimiento del 18% de la población pues en aquella época la ciudad debía rondar los 76.000 habitantes. Durante la misma se celebraron numerosos actos y procesiones piadosas, entre ellas, la que protagonizó el Cristo de la Humildad y Paciencia. Cuentan las crónicas que en aquel mes de septiembre fue a la Catedral con sus cofrades, vestidos de nazarenos.

Primos – hermanos

Tanto en Sevilla como en su provincia proliferan numerosas imágenes que repiten la iconografía importada de los grabados de Durero y en los que Cristo reflexiona sobre una peña.

El Cristo de la Humildad y Paciencia de la Esperanza de Triana . Anónimo tallado hacia 1700. Se piensa que procede del Convento del Espíritu Santo, donde tuvo su sede la cofradía trianera.

El Cristo de la Humildad y Paciencia encargado en la primera mitad del siglo XVII por la hermandad Sacramental de Pasión . En la actualidad, se venera en un retablo del Salvador.

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