Una furtiva lágrima
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesión
¿En Puenteareas? ¿En Compostela? No. Estamos en Roma. Finales de la Semana Santa quizá de 2010. El cardenal de alto porte y pelo blanco se dispone a presidir los oficios del Viernes Santo en la Iglesia de Monserrato. Montserrat. Ha pasado unos días con ... la mente yendo y viniendo a Sevilla. Por internet, pasionensevilla.tv, que guarda en favoritos, ha visto algo de la Madrugada.
Las voces de Víctor, José Antonio y Esteban le han hecho sentir como en casa. La tarde romana es soleada. Tras la comida ha salido a pasear. Poca gente. Por la Via Caterina se ha asomado al Tíber. Al otro lado del río no está Triana, ni el Cachorro, ni la O. Y a éste, tampoco el Arenal que se asoma al Guadalquivir. Pero la brisa salada que mece los fresnos será la misma que acaricie de lejos el rostro de la Virgen de la Carretería.
Va paseando por el Lungotevere de Tebaldi. Callejea solo. Soledad franciscana. Han dado las cuatro y comienza la liturgia. El templo es limpio, amplio y algo frío. El presbítero comienza la lectura de la Pasión como corresponde a la liturgia. “Lettura dal Vangelo secondo San Giovanni. A quel tempo Gesù andò con i suoi discepoli attraverso il torrente di Kidron…” Durante 27 años ha escuchado estas mismas palabras en una Catedral dorada obra de locos. “Hanno preso Gesù, e lui che porta la croce…” San Isidoro. “Giuseppe d’Arimatea apreso allora il corpo di Gesù …”.
La Mortaja. El Evangelio de hoy está en las calles de la ciudad que añora. Sábado Santo. Cielo gris en Roma. Llega a San Pedro a la vigilia de la Pascua que el Papa celebra a las seis de la tarde. “Menos mal –piensa- que este año no me han preguntado por el resucitado…” Ve a una pequeña sin su madre. Esa mujer la salvó en el terremoto del año pasado haciendo de escudo con su cuerpo. La aldea se llama San Gregorio. San Gregorio. El Santo Entierro. Anochece.
En el escenario de su mente suena Amargura. Ya en el apartamento enciende el portátil. Quiere oír a Charo en la entrada de los Servitas. A Guillermo en la Soledad. A Jose y a Antonio despidiendo a la Trinidad. Al escuchar cómo se cierra el portalón sus ojos se humedecen. Hasta hoy no se ha dado cuenta cómo la quería. En el escritorio tiene un calendario de tres ruedecitas. Las mueve. “Faltan 350 días para el Domingo de Ramos” En Roma ha empezado una nueva Semana Santa.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete