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Crónica

Sábado de Pasión en Sevilla: Ojalá que el gozo no se termine aquí

El Sábado de Pasión confirmó el buen hacer de las cofradías de vísperas, en una jornada que estrenó al Cristo de los Desamparados del Santo Ángel

Todas las galerías del Sábado de Pasión

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El Cristo de los Desamparados del Santo Ángel por la calle San Pablo RAÚL DOBLADO
Mario Daza

Mario Daza

Sevilla

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Que Sevilla está deseosa de vivir su Semana Santa en plenitud es algo que a estas alturas nadie pone en duda. Hay ganas, muchas, de saborear cada una de las chicotás de las cofradías, de no perderse ni una salida, de apreciar todos los detalles y, si es posible, de apurar hasta que se recoja el último paso de palio de la jornada. Ocurrió el Viernes de Dolores y este Sábado de Pasión volvió a confirmar la teoría del 'no hay billetes' en las calles de la ciudad. Desde primera hora de la tarde fueron miles los sevillanos que salieron a disfrutar de las cinco hermandades y las cuatro agrupaciones parroquiales que realizaron su estación de penitencia, en una tarde espléndida que nos dejó la enésima proeza de los barrios y el que fue el gran estreno, la primera salida del Cristo de los Desamparados del Santa Ángel.

La llegada de este crucificado al Sábado de Pasión ha venido a sumar, a aportar una sublime excelencia que se aprecia en cada uno de los detalles del cuidado cortejo diseñado de principio a fin por el padre Juan Dobado, gran artífice de este proyecto. También, evidentemente, en la portentosa talla del Cristo de los Desamparados de Martínez Montañés, una obra cumbre del barroco de la que Sevilla no podía prescindir durante más tiempo. Se agradece que en medio de una Semana Santa en la que prima lo accesorio y lo banal, y a veces las prisas por estrenar lo que sea y a cualquier precio, alguien venga a aportar tanta categoría y buen gusto al mundo de las cofradías. Su presencia en las calles de Sevilla en esta segunda jornada de vísperas nos reconcilió con la exquisitez que tanto añoramos.

El capataz Manolo Villanueva delante del paso del crucificado del Santo Ángel RAÚL DOBLADO

Las puertas del templo se abrieron a la hora prevista, acompañadas de un repique de campanas y el mutismo que se apoderó de una calle Rioja en la que era difícil encontrar un hueco para ver la salida. Un cortejo breve, de luto, con sus cirios color tiniebla y la presencia de algunas hermandades del entorno. La voz de Manolo Villanueva levantó el paso en el interior de la iglesia, con la sutileza propia de las primeras veces. El Señor avanzaba a los sones de Virgen del Valle en el órgano hasta cruzar el dintel. La estampa era sencillamente sublime. La saeta en la voz de Erika Leiva terminó por cerrar la escena. Se marchaba el crucificado a los sones de Nuestro Padre Jesús, interpretada por la banda de La Puebla. El tiempo parecía detenerse en el canasto de oro viejo sobre el que se alzaba el Cristo de los Desamparados. Era pura Semana Santa en esencia y en presencia. Ante las cosas bien hechas no queda más que rendirse y disfrutar. Seguro que pronto como una más de las cofradías que llegan hasta la Catedral. Tiempo al tiempo.

La victoria de los barrios

Pero el Sábado de Pasión volvió a ser un aldabonazo a la fe según los barrios, que derribaron las fronteras físicas y sociales para ofrecer una lección de buen gusto a la altura de las emociones más puras. Entre la plaza de las Acacias y la Catedral de Sevilla hay unos 11 kilómetros de separación, una distancia que no impide que los vecinos de Torreblanca abran cada año sus brazos para acoger a los miles de sevillanos que se permiten, aunque sólo sea por un día, conocer la cara más hermosa del barrio que se hace grande en su cofradía. Este año volvieron a confirmarlo. Desde que se abrieron las puertas de la parroquia de San Antonio, sus calles fueron una fiesta de amor y devoción al Cautivo y a la Virgen de los Dolores, que además estrenaba el bordado de la bambalina frontal de su palio.

La jornada invita cada año a detenerse en los detalles de Torreblanca y a aprovechar la visita a la zona este de la ciudad para contemplar cómo ha crecido en apenas 25 años de vida la hermandad del Divino Perdón de Alcosa. Este Sábado de Pasión, el nazareno estrenaba la música de la agrupación Virgen de los Reyes, una delicia que hizo habitual la bulla delante del paso, en el que en unos años veremos uno de los nuevos misterios de la Semana Santa. Nada falla en el barrio el día de la salida, ni siquiera el tiempo. Sus hermanos presumían de que en este cuarto de siglo nunca se han quedado en casa por la lluvia. La Virgen de la Purísima Concepción, hermosamente vestida con una mantilla a modo de toca de sobremanto, era testigo de aquel hito mientras avanzaba por la calle Turia.

Imagen principal - La hermandad de los Dolores de Torreblanca y del Divino Perdón de Alcosa llevaron la devoción a los barrios del distrito este
Imagen secundaria 1 - La hermandad de los Dolores de Torreblanca y del Divino Perdón de Alcosa llevaron la devoción a los barrios del distrito este
Imagen secundaria 2 - La hermandad de los Dolores de Torreblanca y del Divino Perdón de Alcosa llevaron la devoción a los barrios del distrito este
Barrios La hermandad de los Dolores de Torreblanca y del Divino Perdón de Alcosa llevaron la devoción a los barrios del distrito este MANUEL GÓMEZ / VÍCTOR RODRÍGUEZ

Era una tarde puramente cofrade en el distrito, que también fue escenario de la salida de la Humildad de Sevilla Este. Fue una de las agrupaciones parroquiales que procesionó en este Sábado de Pasión, en el que también lo hicieron las Maravillas de San Diego y el Rosario de San Jerónimo, ambas en el distrito norte. Sus tres estaciones de penitencia fueron la constatación del crecimiento de una jornada, la del Sábado de Pasión, que volvió a poner el foco en los barrios, en esa otra Semana Santa que sin Carrera Oficial ni nazarenos también es capaz de rendirse a los cánones de la sevillanía.

El bullicio en las calles

El Sábado de Pasión arrancó como cada año en el barrio de Padre Pío, donde el nazareno de la Salud y Clemencia fue la venia a esta segunda jornada de vísperas. Lo hizo con la novedad musical de Las Lágrimas de San Fernando tras el primero de sus pasos y con un paso de palio, el de la Virgen de la Divina Gracia, que poco a poco ha sido capaz de alcanzar un estilo propio. La cofradía es cada año una oda a la proeza, la que la lleva a cruzar la SE-30 para hacer estación de penitencia en la parroquia de los Dolores del Cerro del Águila, un barrio en el que era difícil encontrar un hueco para ver el paso de la hermandad. Fue vibrante su llegada al templo, con la dolorosa del Martes Santo ya en su palio. Tal fue así, que los pasos entraron hasta el interior de la iglesia para el deleite de los allí presentes.

Donde tampoco falló nadie fue en la salida de la hermandad de la Milagrosa y mira que la avenida de Ciudad Jardín ofrece la amplitud necesaria para que se agolpen familias enteras desde primera hora de la tarde. La cofradía ha alcanzado ya esa madurez necesaria que hace que su sueño de ir hasta la Catedral esté cada vez más cerca. Este paso de misterio es sin duda uno de los reclamos del día. El Señor de la Esperanza se presentaba este año con una túnica carmesí que ofrecía una estampa distinta a la habitual. No fallaron, como cada año, los sones de la agrupación de la Redención, que acompañaron al Cristo en una primera chicotá larga que lo llevó hasta el Centro Asturiano. Tampoco la Guardia Judía, una estampa cada vez más consolidada en las vísperas de la Semana Santa. El broche de oro lo puso la salida de la Virgen del Rosario en una medida maniobra de su cuadrilla de costaleros a la que acompañaron las voces del Coro de Sevilla y la tuna de Económicas que interpretaron 'Siempre en tus manos, Rosario' junto a la banda de música de la Cruz Roja.

Imagen principal - Las salidas de las hermandades de Padre Pío, la Milagrosa y San José Obrero fueron las primeras del día
Imagen secundaria 1 - Las salidas de las hermandades de Padre Pío, la Milagrosa y San José Obrero fueron las primeras del día
Imagen secundaria 2 - Las salidas de las hermandades de Padre Pío, la Milagrosa y San José Obrero fueron las primeras del día
Devoción Las salidas de las hermandades de Padre Pío, la Milagrosa y San José Obrero fueron las primeras del día TAMARA ROZAS / J.M. SERRANO / RAÚL DOBLADO

La noche fue para la hermandad de San José Obrero de vuelta a su barrio. Por las calles del Fontanal, tras su visita obligada de cada año al Santuario de Los Gitanos, la cofradía se gusta entre el fervor de sus vecinos. Hay un ambiente especial que da cuenta del buen hacer de sus hermanos. Junto al Señor de la Caridad avanza sonriente Fernando Aguado, el escultor de cuyas manos salió este nazareno de derrochadora humildad hace ya dos décadas. Era el epílogo de un Sábado de Pasión al que sólo le faltaba la elegancia de la Virgen de los Dolores, con su tez dorada por la candelería de su palio, que a pesar de las horas acumuladas lucía totalmente encendida. Fue la constatación del triunfo de las vísperas, de esa lección que los barrios regalan a Sevilla cada año en el arranque de la Semana Santa. Nadie quiso perdérselo, ni tampoco ahorrar fuerzas para lo que viene. Los malos augurios meteorológicos para los próximos días han hecho que los sevillanos quieran saborear cada momento desde el inicio. Otra victoria de estas cofradías, la enésima. Ojalá que el gozo no se termine aquí.

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