semana santa 2023

El ojo que te ve

Ese ojo que asoma por la abertura del antifaz es el exacto punto de vista de la Semana Santa. No porque nosotros lo veamos, sino porque nos mira

Horarios e itinerarios del Miércoles Santo

Miércoles Santo en Sevilla Semana Santa 2023, en directo: nueve hermandades procesionan hoy

Un nazareno del Cristo de Burgos se hace sombra con la vara dorada raúl doblado

El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas, es ojo porque te ve. El nazareno del Cristo de Burgos, con la vara haciéndole sombra sobre la cara, mira a la cámara del fotógrafo con el descaro propio de quien se siente anónimo ... bajo el antifaz. No hay más información que ese ojo enfocado directamente al objetivo de la máquina con que el reportero gráfico ha inmortalizado ese momento mínimo, insignificante, intrascendente, imperceptible, en el que la cofradía se ha detenido y la insignia del tramo aguarda para echar a andar de nuevo.

Y, sin embargo, ese ojo que asoma por la abertura del antifaz es el exacto punto de vista de la Semana Santa. No porque nosotros lo veamos, sino porque nos mira, como en el proverbio de Antonio Machado con que arrancaba esta digresión: en medio del tráfago de noticias sobre la jornada del Miércoles Santo, las discusiones por momentos enconada de las cofradías para conservar el puesto en la nómina oficial, el debate en torno a los horarios y los cruces, un ojo nos mira. De un nazareno. No importa nada más. Desconocemos cómo se llama. Somos incapaces de saber en qué tramo iba cuando se tomó la foto, si tiene un número de antigüedad en la hermandad de dos cifras, si su padre fue alguna vez de la junta de gobierno, si salía con el palio de Madre de Dios de la Palma o llevaba una cruz hasta ese año en que le dieron vara de insignia. Nada sabemos más allá que nos está mirando. O que miró a cámara y ahora, reproducido en el papel, nos mira a nosotros. Aunque la ignoremos, aunque queramos prescindir de ella, hay una barrera entre el nazareno y nosotros. La misma brecha que existe entre el protagonista y los espectadores, con el foso del gran teatro del mundo por medio.

Las procesiones (dicho así, a la antigua) no lo son porque nosotros las veamos. Ni siquiera salen para que se admire sus valiosas obras de arte suntuario. Nada de eso. El mundo, en su afán acaparador, ha pervertido los motivos y ha confundido los plano. La cofradía no es cofradía porque tú la veas, es cofradía porque te ve. La penitencia, como tantas cosas importantes en la vida, va por dentro de la túnica nazarena. Y sólo asoma un ojo con el que mirar compasivamente al mundo.

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