María Roldán y la Virgen de las Nieves de Olivares

Esta escultura fue tallada por esta artista en 1697 y también se encargó junto con su marido Matías de Bruneque, del programa escultórico del retablo mayor de la colegiata. La imagen se encuentra normalmente en el camarín en el que fue entronizada en noviembre de 1700 y aparece sentada, sobre una nube en la que aparecen cinco ángeles de cuerpo entero que conforman un conjunto de gran viveza y emotividad.

Porta una túnica color jacinto y manto azul, bordeados con una cenefa estofada en oro, cubriendo su cabeza una toca blanca. En el brazo derecho está el Niño Jesús, vestido con una túnica dorada, el cual dirige la mirada a Virgen mientras que le acerca la mano. La imagen de la Madre mira al frente, adivinándose una leve sonrisa en su rostro.

Destaca el trabajo de María Roldán en los pliegues del manto de la Virgen, que dotan movimiento y contrarrestan rigidez en la composición, sobresaliendo por encima de todo su monumentalidad dentro de un templo que se elevó a colegiata gracias al Conde Duque de Olivares, valido de Felipe IV. El padre de Gaspar de Guzmán había creado esta iglesia en 1590 y apenas cuatro décadas después, llegó la Bula del Papa Urbano VIII, quedando agregada a la basílica de Santa María la Mayor de Roma.

En los primeros estatutos de la iglesia, ya se señalaba que el altar mayor de la iglesia debía de estar presidido por la Virgen de las Nieves, cuya talla de María Roldán llegó a finales del siglo XVII. En 2016, se encontró un manuscrito durante las labores de restauración del retablo que era una carta de pago dirigida a la mencionada escultora por la ejecución de la talla principal, además de Santo Domingo y San Nicolás, siendo las únicas demostradas que fueron hechas por la hermana mayor de 'la Roldana'.

Otras tallas destacables dentro del templo son las de la hermandad de la Soledad: Jesús Nazareno, el cual se le cataloga como una obra de un autor granadino del siglo XVII; la Virgen de los Dolores en su Soledad, de una fecha aproximada a 1730 y atribuida a José Montes de Oca, o el Cristo Yacente, anónimo y fechado a comienzos del siglo XV.