Los devotos dan un 'hasta pronto' a la Macarena antes de ser retirada del culto

Había familias que se acercaban para dar gracias a la Virgen; los mayores, después de desayunar en los bares de los alrededores, pasaban un buen rato sentados, admirándola con devoción. Algunos se acercaban al presbiterio para tomar una fotografía, deseosos de conservar aquel instante tan especial.

Pura devoción. De esos devotos que acuden cada día a ver a la Macarena, con la fe prendida en la mirada, como si al contemplarla se detuviera el tiempo. Sus ojos se pierden en los suyos, no para verla simplemente, sino para sentirla desde lo más profundo del alma. Porque cada uno lleva esta devoción universal a su manera: unos en silencio, otros entre lágrimas, algunos con una súplica, otros con un agradecimiento. Pero todos con el corazón rendido a sus plantas.

Era un día especial. La Virgen será retirada del culto durante una semana, aunque sin salir de las dependencias de la hermandad. Se le someterá a una intervención de mantenimiento por la familia Arquillo, discreta pero necesaria: se sustituirían las articulaciones, se renovaría la tela que recubre el candelero y se llevaría a cabo un leve arreglo en la policromía de las manos. Además, aprovechando estos días, se le realizarán pruebas diagnósticas —como TAC y radiografías— mediante equipos portátiles que serían trasladados a la propia basílica.

Es por ello que, será solo una semana, pero una eternidad para los macarenos. Fátima, una devota de la Virgen, en su visita a la basílica comentaba que «me he acercado por la mañana a la basílica para ver a la Virgen porque, aunque sean pocos días, es difícil no tenerla para los hermanos, devotos y vecinos del barrio porque entrar allí es signo de paz y de esperanza, la cual va a faltar durante unos días y se va a notar».

«Ese vacío es bastante grande para los que la sentimos cerca. Esperemos que la ausencia sirva para que la Virgen esté aún mejor y solo pido que vuelva pronto porque los macarenos la necesitamos cada día para darle las gracias por muchas cosas y pedirle por nuestros familiares», apuntó.

Por otra parte, Alicia, vecina y hermana del barrio, indicaba que «he acudido a misa de domingo y ha sido bastante más especial que en otras ocasiones porque los que somos parroquianos estamos acostumbrados cada vez que pasamos por la puerta a la que para nosotros es la madre de Dios cada día».

Se la echará de menos, aunque solo sea por unos días. «Saber que, al entrar, no estará... ese pellizco en el corazón siempre te lo da», confesaba una devota. «Por eso había que venir a ver a la Virgen de la Esperanza, a disfrutarla, a mirarla con calma, porque la vamos a echar de menos, aunque sea por un tiempo muy breve», concluye.