Gota a gota
Luces y contraluces

José Cretario analiza los puntos fuertes y los flacos de la Semana Santa de Sevilla que termina
Luces
La Estrella Sublime. Ojalá todos los años cumpla centenarios esta creación que López Farfán dedicó a la Hiniesta. Por esta efemérides ha sonado mucho más y se han dejado de interpretar tantas cosas nuevas que parecen -como dice Javier Macías- sintonías de telenovelas turcas. ... La Estrella salió directamente con la marcha «prestada», sin himno, en este año que ha sido también el de la mejor versión de la dolorosa y de su paso de palio. El 30 aniversario de «Refúgiame» de Francis González Ríos también ha hecho revivir a esta genial composición.
Estreno. El manto de la Sed es soberbio. Se demuestra aquí que la originalidad es un valor que le da carácter al patrimonio. La Sed no ha querido fotocopias. A pesar de que la Virgen no fuera como otros años, el manto quedó muy bien puesto pese a estar recién salido del taller de las Bernardino.
Detalles. Las priostías están en su mejor momento. En los misterios del Buen Fin y de los Caballos han colocado detalles como las túnicas del Señor o los dados del sorteo que hicieron los soldados. En las Tres Caídas de Triana, el conjunto iba infinitamente mejor con el soldado con plumas cortas y rojas. También el Cristo de la Victoria de la Paz se presentaba rotundo con su terno bordado y el centurión de la Exaltación portaba la sentencia de Cristo desenrollada.
Música. Varios detalles de excelencia. La Centuria está en su mejor momento. Detallazo con el 45 aniversario de las Tres Caídas tocando en la Campana una versión corta de La Pasión. La Sangre se está posicionando como una de las mejores. Entrañable el gesto de la Tres Caídas tocando por agrupación en recuerdo de sus orígenes. La Banda del Nazareno de Huelva tocó muy bien tras San Roque, pero en el Cerro el repertorio no fue el más adecuado para el Nazareno.
Flores. En este terreno se supera la excelencia del año anterior. Las flores de la Virgen del Carmen o del Buen Fin el Miércoles eran elegantísimas. El mejor monte un año más fue el del Cristo de la Fundación de los Negritos. Algo al mismo tiempo hermoso y sobrecogedor.
Estética. El Señor de Pasión con la túnica de los cuernos presentó una imagen poderosísima. Nada que ver con el Gran Poder o el Cristo de los Gitanos, que regresaron a sus túnicas lisas. Después de admirarlos con las buenas, la diferencia con la estampa de este año ha sido abismal. El nimbo le ha dado al Cristo de las Misericordias otra dimensión Y en dolorosas, además de la Estrella, la Amargura o las de Santa Cruz, la Esperanza de Triana se ha presentado de una manera soberbia como -este año sí- la Macarena. También han destacado la Virgen del Cerro o las de los Estudiantes y el Cristo de Burgos. A estas estampas de belleza extrema hay que sumar las de la Virgen de Montesión, la Concepción del Silencio y la Trinidad.
Aromas. El azahar se marchó. La lluvia y el viento nos robaron el perfume que cada vez es más complicado que llegue a la Semana Santa. Pero hay más olores. Son los que queremos que permanezcan.
Contraluces
Nazarenos. Este ha sido el año del canto de la gallina. La Semana Santa ya no puede con más. Nadie quiere afrontar el tema de la limitación porque es algo impopular, pero las hermandades que más nazarenos llevan, la Macarena y la Esperanza de Triana, han empezado a sufrir el gigantismo en la organización de los cortejos. No hablemos del efecto que esto tiene en un público que cada vez está menos dispuesto a esperar dos horas para ver una cofradía entera.
Seguridad. Quizá se necesite una autoridad única para evitar que el balón vaya a un lado y a otro. Por la falta de órdenes claras ha ocurrido lo de la famosa valla en la Campana, la actuación de los UIP venidos de Tenerife que dejaron vacía la calle Luchana para la entrada de San Isidoro pese a las protestas de la hermandad, o esa agente del CNP a la que le tuvo que reprender un nazareno de Montesión por extralimitarse y querer echar a dos periodistas que iban trabajando.
Madrugada. Se ha visto que el formato ya no sirve por el incremento de nazarenos y porque la actual nómina está cogida con alfileres. Una coyuntura como la presencia de la Reina Sofía echó al traste los pronósticos. En los Gitanos un año de estos se van a rebelar por las condiciones en las que pasan por la carrera oficial.
Domingo de Ramos. ¿Cómo hay más gente viendo una cofradía pirata que paladeando el cortejo del Amor? ¿Llegamos al primer día de la Semana Santa como antes, o la cantidad de vísperas provoca el cansancio que se percibe en el bajón de gente? ¿Le sobra alguna cofradía a este día? El Domingo de Ramos está para repensarlo.
Imágenes. Antes, los gremios ejercían como de tribunales, o al menos como autoridad moral para certificar la calidad de las piezas. Los estrenos de figuras secundarias de Alcosa y San José Obrero se parecen a las de Torreblanca como la noche al día. Nada que ver las obras de Arteaga y Fernando Aguado con las que ha estrenado la cofradía del Sábado de Pasión. Incluso algunos de los «asesores» a los que consultó está hermandad se han llevado las manos a la cabeza.
Lluvia. Lo mismo que tenemos cofradías anfibias, como el Beso de Judas o San Gonzalo, este año han aparecido las cofradías esquimales: el Cerro y San Benito. Las dos aguantaron -ante sorprendentes aplausos- siete minutos de granizada sin hacer un gesto de refugiarse en ningún sitio. «Aguantad, aguantad, que esto pasa pronto...». Y ellos aguantan ya hasta el granizo.
Detalles. ¿Quién era el nazareno de San Gonzalo que con una vara terciada iba echando en la Campana gente delante de la Virgen? ¿Por qué dura tanto la entrada de los Gitanos en una plaza prácticamente privatizada? ¿Por qué algunas saeteras y mantillas van vestidas como para presentarse al certamen de Miss Nicaragua?
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