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primer golpe

El legado

Procesiones con 4500 personas como la de la Macarena o con casi 4000 como la Esperanza de Triana son absolutamente inviables como acabamos de comprobar

La cruz de guía de la Macarena víctor rodríguez
José Cretario

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No hay duda de que parte de la Semana Santa que acabamos de vivir no es la que nos gusta. La otra parte, que es la de toda la vida, indudablemente sí. En el primer apartado hay asuntos como los aforamientos, las vallas, la supervalla de O'Donnell o la inmovilidad que son subsanables. Pero hay un asunto que se obvia, que se orilla siendo la principal amenaza: la gigantización de los cortejos.

Procesiones con 4500 personas como la de la Macarena o con casi 4000 como la Esperanza de Triana son absolutamente inviables como acabamos de comprobar. Días como el Domingo de Ramos en su conjunto, igual... Nadie quiere hincarle el diente a la limitación de nazarenos por los derechos que tienen los integrantes de las hermandades a vestir la túnica. Vamos a posturas maximalistas. ¿Qué ocurriría si los 17.500 hermanos de la Macarena ejercieran ese derecho?

El Presidente del Consejo desde su acceso ha sabido afrontar grandes retos. Ahí estuvo la pandemia y la valentía de enderezar el Martes Santo. Ya que son decisiones impopulares, quizá en el último año de Vélez se debería abrir el gran debate en torno a la limitación. Sí, la autorregulación es cosa de las hermandades pero ahí el Consejo y el Arzobispado son también agentes activos.

El mejor legado de Paco Vélez en este su último periodo podría ser la solución a este drama que pocos ven.

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