Las imágenes de la procesión Magna de Sevilla 2024: la Virgen de Valme de Dos Hermanas

Su vinculación con Sevilla es directa ya que es una talla gótica de las denominadas fernandinas. Tal y como recogen algunos autores como Diego Ortiz de Zúñiga y Fernán Caballero (Cecilia Böhl de Faber), en sus escritos, cuando el Santo Rey Fernando III vio la dificultad de tomar la capital hispalense y el abatimiento de sus tropas invocó, en el Cerro de Cuartos, a una imagen de la Virgen que llevaba consigo: «¡Váleme, Señora, que si te dignas hacerlo, en este lugar te labraré una capilla, en la que a tus pies depositaré como ofrenda, el pendón que a los enemigos de España y de nuestra Santa Fe conquiste!». La tradición añade que, entonces, ordenó al maestre de Santiago, Pelay Pérez Correa, que clavara su espada en el suelo, brotando al momento un manantial, la conocida como Fuente del Rey, que sirvió para calmar la sed de los soldados cristianos.

Así, la Virgen de Valme es una de las imágenes marianas que llegó a tierras sevillanas a partir de la segunda mitad del siglo XIII, en el marco del primer impulso repoblador llevado a cabo tras la Reconquista castellana del bajo Guadalquivir.

Una vez conquistada Sevilla, el monarca cumplió su promesa y construyó una ermita en el lugar mencionado, donde entronizó la imagen a la que había invocado y, a sus pies, el pendón arrebatado a los musulmanes. Ya en 1628 se registra la existencia de una hermandad, establecida en la citada capilla para rendir culto a la Virgen.

La imagen de talla gótica, según los estudiosos, corresponde a la iniciación de la Baja Edad Media, y más concretamente al período de transición entre el románico y el gótico y sitúan su cronología en el segundo tercio del siglo XIII.

En cuanto a sus características, es una talla de bulto redondo en madera policromada y dorada cuyas dimensiones son 68 x 28 x 17 cm. Se trata de una escultura anónima de origen medieval cuya iconografía deriva de modelos bizantinos. Representa a la Virgen en majestad, como trono de Dios sosteniendo al Niño en la rodilla en actitud de bendecir con su mano derecha, mientras que en la izquierda porta un pájaro (símbolo de la Resurrección).

Los rasgos físicos de ambas figuras están suavemente modelados y se caracterizan por tener unas facciones individualizadas, con gran refinamiento y solemnidad. Además, quien contempla a la Virgen afirma que tiene «eterna sonrisa».

La talla original, a mediados del siglo XVII, fue mutilada para vestirla según el estilo barroco. Para ello, se le adaptó un candelero y unos brazos postizos a fin de poderle colocar manto, saya, rostrillo, corona y joyas.

Al parecer, a comienzos del siglo XIX, la Virgen va a Dos Hermanas con motivo de una epidemia de fiebre amarilla y ya se quedó. En ese momento, la imagen fue nuevamente intervenida para ataviarla según los gustos de la época.

Los primeros testimonios iconográficos de la Virgen de Valme la presentan en candelero y corresponden a la segunda mitad del siglo XIX, coincidiendo con el resurgimiento de su culto que impulsaron los duques de Montpensier.

Años más tarde, en 1894, por iniciativa del poeta José Lamarque de Novoa, se decidió restaurar la imagen y restituirla al estado primitivo. El escultor Adolfo López realizó estos trabajos bajo la dirección pictórica de Virgilio Mattoni. De esta época es la policromía actual.

La Virgen de Valme es la imagen más venerada en Dos Hermanas y posee los títulos de Protectora de la ciudad (1897) y Patrona de su Ayuntamiento (1965). Además, en 1995, el Consistorio nazareno le concedió la Primera Medalla de Oro de la Ciudad de Dos Hermanas, que le fue impuesta por el alcalde, Francisco Toscano Sánchez, un 14 de octubre, víspera de la Romería