Entrevista
Francisco Vélez: «Hay abonados que ya no me dirigen la palabra porque perdieron sillas cuando quitamos las de la calle Sierpes»
El presidente del Consejo de Cofradías valora sus mayores satisfacciones y disgustos en el cargo y pide que se respete el trabajo de su junta hasta que termine el mandato en junio de 2026
«Se deben aplicar medidas de autorregulación de nazarenos en Sevilla el año que viene»
«Me emocioné cuando la gente arropó al Cachorro en medio del aguacero subiendo al Coliseo»
-RomPHdtTKYKnEmQ1E9lgHMP-1200x840@diario_abc.jpg)
Francisco Vélez cumple este mes de junio 25 años de servicio al Consejo de Cofradías, donde ingresó en 1996 de la mano de Antonio Ríos. En la historia de la institución, ninguna otra persona alcanza una hoja de servicios tan dilatada. A un año de ... abandonar la presidencia del Consejo, el Ayuntamiento le ha distinguido con la medalla de la ciudad.
–¿De sus años como presidente, ¿cuál ha sido su mayor satisfacción?
–La del IVA fue una gran satisfacción. Pero en un plano más estrictamente personal, me quedo con el abrazo que me dio mi hija el día que se celebró la asamblea en que salí elegido presidente. Para mí aquello fue… Ella, que desde niña ha sido la gran sufridora de mi dedicación al mundo de las cofradías... La verdad es que aún me emociono al recordarlo.
–¿Y su mayor disgusto en estos años?
–Sin duda, cuando nos reunimos aquel sábado por la mañana en el Ayuntamiento el alcalde, el arzobispo y yo y se tomó la decisión, fundamentalmente por la autoridad civil, de que había que suspender la Semana Santa por el Covid. Fue un gran jarro de agua fría, porque además estábamos sentados en el despacho del alcalde y por el balcón se estaban escuchando los martillazos del montaje de los palcos. Salí de allí, cogí el teléfono y di instrucciones para que empezar a desmontar. Aquel día se veía todo negro con respecto a la Semana Santa, se veía todo negro respecto a las hermandades y se veía todo negro incluso a título personal, porque entonces el miedo al virus era grandísimo. Era algo de ciencia ficción.
La contrapartida a este disgusto llegó después, cuando pudimos convocar la primera asamblea de hermanos mayores en el patio de los Leones del Alcázar y todo el mundo con sus mascarillas. En un momento dado se pusieron de pie y nos dieron una gran ovación. Aquello fue tremendo… Todos de pie, ovacionándonos (se le quiebra la voz). En el capítulo de satisfacciones, también estoy contento con la calle Sierpes. Sin duda, era un gran problema y cualquier día podría hacer ocurrido una desgracia. Fue difícil, quitamos 1.300 sillas. Y hay abonados que me han dejado de dirigir la palabra porque perdieron sillas.
–Cuando en la web del Consejo se haga balance de su gestión, ¿cómo le gustaría que se le recordase?
–Me gustaría que se recordase el cariño y las ganas que le he puesto durante todo este tiempo. Lo he hecho con mi mejor voluntad y si en algo me he equivocado, pido disculpas.
–¿Una reforma que haya quedado pendiente?
–Una de ellas es que esta casa (la sede del Consejo) necesita un ascensor. Teníamos hasta la licencia de obras cuando llegó la pandemia. La escasez económica nos obligó a paralizar el proyecto. Mientras las hermandades lo pasamos mal económicamente, nosotros no íbamos a hacer un ascensor. Y luego ya me ha dado miedo. Esta casa tiene una antigüedad y no sé si empezamos a tocar los elementos estructurales podemos acabar con ella. Siempre quedan cosas por hacer: a la cantidad de cuadros que tenemos habría que buscarle un lugar donde ubicarlos, porque son mucho carteles y los tenemos por todos los sitios. También, el hecho de haber terminado de forma satisfactoria la reorganización de la Semana Santa. Y el tema que se nos plantea de la masificación de nazarenos.
–Pasada la Semana Santa, se iniciará la carrera electoral en el Consejo. ¿Le gustaría que alguien recogiera el legado de estos 26 años?
–Es un tema en el que, lógicamente, después de ese tiempo, yo no entraría para nada. Pero lo que sí me gustaría es que aquellos que tengan intención de presentar su candidatura que respeten el trabajo de esta junta superior y de este Consejo. Siempre ha sido una norma no escrita el respetar hasta después de la última Semana Santa el trabajo de la institución. Empezar con fotografías, con bulos, con historias no beneficia a nadie, distrae a la gente y crea problemas. Yo no me voy a presentar, evidentemente, porque ni puedo ni quiero ni debo, pero sí pediría que dejen trabajar a esta junta hasta que pase la siguiente Semana Santa, porque no podemos olvidar que nos queda un año y pico de mandato y tenemos cosas pendientes.
–¿Cómo se ve al Paco Vélez cofrade más allá de junio de 2026?
–Me veo participando más en la vida de mis hermandades y quizás disfrutando más de la Semana Santa, porque desde que estoy aquí a mí me ha cambiado la forma de verla. Desde por la mañana que salimos a hacer la visita institucional, después me siento en el palquillo y me levanto por la noche a las tantas… Tendré más tiempo para disfrutar con mi mujer, con mi hija y con mi nieta. Nos iremos a ver por la mañana los pasos en los templos, nos tomaremos nuestra cervecita a media mañana y después disfrutaremos de las procesiones por la tarde. Llevo muchos años sin disfrutar de esa otra parte. Y le tengo que dar las gracias a mi mujer, que ha tenido una paciencia y una colaboración extraordinarias. Se entrega con todo lo que a mí me gusta y en todo lo que me apasiona.
–¿No se ve de hermano mayor en alguna de sus hermandades?
–Yo creo que ya no. El hecho de haber estado al frente de esta institución te sitúa en otro momento de gozo. Además, creo que hay que darle paso a la gente más joven.
–Ningún otro presidente del Consejo recibió por su dedicación la medalla de la ciudad. ¿Se esperaba esta distinción?
–No me lo esperaba. Cuando me llama el alcalde para comunicármelo, me quedé sorprendido. Me explicó que había sido a propuesta de la Alcaldía con la aprobación de todos los grupos municipales. Es una gran satisfacción tener la medalla de tu ciudad, máxime cuando uno se plantea jamás alcanzar ese logro. Cuando colgué de hablar con el alcalde, me acordé de mis padres y pensé en la satisfacción que le hubiese supuesto a ellos. La verdad es que la gente es amable conmigo. Lo único que he hecho es trabajar por las hermandades. No he hecho las cosas para que me lo agradezcan, ni para que me den medallas. Lo he hecho porque, bueno, creía que tenía que hacerlo y me he rodeado de un buen equipo que ha trabajado mucho y que nunca me ha cuestionado absolutamente nada de lo que planteado. He tenido la suerte de tener un equipo extraordinario.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete