PREGONERO DE LAS GLORIAS DE SEVILLA 2025
Fernando Vaz: «Más que importantes, creo que las Glorias de Sevilla son imprescindibles»
El capitán de los Armaos, cofrade del Carmen de San Gil y de la Macarena, pronunciará esta noche en la iglesia del Salvador esta exaltación del tiempo letífico que ahora inaugura la ciudad
Fernando Vaz Calderón, pregonero de las Glorias de Sevilla de 2025

El abogado Fernando Vaz Calderón (Sevilla, 1974) será el encargado de pronunciar esta noche el pregón de las Glorias de 2025, que regresa a la iglesia del Salvador por las obras de restauración del Altar del Jubileo de la Catedral de Sevilla. Hermano del ... Carmen de San Gil y de la Macarena (de la que es capitán de los Armaos), se confiesa un cofrade de los que disfruta estas procesiones «desde lo alto de una acera», aunque quiere aprovechar esta oportunidad que le da el Consejo de Hermandades de subirse al atril para recordar que las corporaciones letíficas son «imprescindibles».
—En sólo unas horas pronunciará el pregón de las Glorias de Sevilla, ¿cómo se enfrenta a este reto?
—La sensación que tengo es de absoluta tranquilidad, pero no porque no tenga un punto de excitación para lo que viene, sino porque he hecho todo lo que he podido. Me he dejado hasta la última gota de la sangre en el texto y con esa tranquilidad de conciencia es con la que comparezco.
—¿Qué ha descubierto en este camino que ha recorrido desde su nombramiento hasta el día del pregón?
—Las personas que componen la Glorias me han arrollado absolutamente con su cariño y eso ha superado todas mis expectativas. Intuía que esta era una experiencia bonita, pero no pensaba que tan inabarcable. La verdad es que son gente estupenda y muy comprometida. Las tengo muy en valor.
—Esas personas le han llevado a vivir momentos inolvidables en sus hermandades. ¿Hay alguno que especialmente se le ha quedado grabado?
—Sería muy injusto decantarme por uno de ellos. Esto no es una respuesta típica, es que es la verdad. Sí he tenido varios que me han marcado especialmente, pero como todos han estado a una altura muy emocionante, no quiero ceñirme a uno solo.
—Imagino que algo ya conocería, porque su vínculo con las Glorias existe desde antes de su nombramiento.
—Mi vínculo con las Glorias era el de un simple cofrade que las ha visto durante muchos años desde lo alto de una acera. Yo no soy Martínez Alcalde, no tengo un bagaje histórico de conocimiento tan impresionante, pero sí las conozco desde esa memoria sentimental y tengo muchas fotografías guardadas en mi memoria desde la calle, que es como las he visto y las he vivido.
—Pero sí pertenece a algunas...
—Yo pertenezco a la Macarena, que es mi hermandad de cuna. De Gloria pura pertenezco al Carmen de San Gil, porque me evoca mucho de aquellos años de niño que iba con mi padre a ver la procesión en el mes de julio y añoro ese barrio perdido que resurge cada vez que sale a la calle.
—Volviendo al pregón, imagino que, por su bien, lo tiene ya terminado. ¿A dónde quiere llevar a los sevillanos que acudan a escucharle esta noche?
—Quiero dar un reconocimiento muy altisonante a las hermandades de Gloria, pero no desde un punto de vista caritativo. No se trata de darlo a quien lo necesita, sino a quien se lo merece. Porque creo que son una parte fundamental para el mantenimiento de la religiosidad popular en la Iglesia de Sevilla. Y se merecen que se diga esto muchas veces, muy alto y muy claro.
—¿Piensa entonces que las Glorias necesitan un altavoz que nos recuerde el papel relevante que tienen?
—Creo que hay que introducir esto de una manera definitiva en la memoria sentimental de los sevillanos y de los cofrades, que deben saber lo imprescindibles que son. Más que importantes, yo les diría que las Glorias de Sevilla son imprescindibles.
—En lo estructural, ¿será un pregón literario o más doctrinal?
—Yo he intentado que sea lo más redondo posible y que quepa todo. Soy muy aficionado a la poesía, a su lectura, y me gusta escribir y me esfuerzo porque sea técnicamente adecuada. Ya si la idea poética tiene altura o no, no me corresponde a mí valorarlo, pero sí que hay décimas, sonetos y romances. Después, hay también momentos de carga de mucha profundidad mariana, de mucho recorrido por Sevilla.
—El pregón cambia de sede y vuelve este año a la iglesia del Salvador. ¿Cómo afronta esta novedad?
—Cualquiera de las dos posibilidades era magnífica. Tanto la Catedral como la iglesia del Salvador son atriles imponentes, pero yo no he estado en eso sino que me he ocupado de otras cuestiones. Me he centrado en el texto, en dar todo el protagonismo a las hermandades de Gloria y ya la elección del sitio no me corresponde a mí.
—¿Habrá algún detalle que le acompañe de un modo especial esta noche?
—Soy una persona muy sencilla y no de llevar muchos abalorios, porque todo lo llevo dentro en el corazón. Iré con los dos jarrillos de lata que me han regalado, uno los antiguos pregoneros de las Glorias y otro los Armaos de la Macarena. Y luego sí, algún detalle típico como son los gemelos que te regala la hermandad de los Sastres. También llevaré una cinta de pulsera de la hermandad del Juncal, porque fue el primer regalo que me hicieron y le prometí al hermano mayor que me la iba a poner.
—Hablar de Fernando Vaz es hacerlo irremediablemente del capitán de los Armaos de la Macarena. ¿Esa experiencia liderando al colectivo va a estar presente de algún modo?
—Tengo que decir que no, porque quiero que el protagonismo absoluto sea para las hermandades de Gloria. Cada cosa tiene su tiempo y, aunque yo soy el capitán de las Armaos durante todo el año, las cofradías de penitencia ya han pasado y ahora lo que queda es ensalzar a las Glorias y todo lo que haga va a ser exclusivamente para ellas.
—¿Cree que el pregón cambiará su visión de cómo ver las Glorias a partir de este momento?
—Esto lo tendría que responder el año que viene, aunque barrunto que algo sí que cambiará. Me sentiré mucho más identificado con ellas, porque aparte he conocido a las personas que hacen posible ese milagro que son la Glorias de Sevilla en la calle. Es inevitable que eso redunde en tu forma de quererlas, pero en lo esencial continuaré siendo el mismo cofrade que las mirará desde lo alto de la misma acera.
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