Entrevirales del Viernes Santo
Las líneas rojas que se han sobrepasado: al final ganaron las vallas
La Madrugada y la tarde del Viernes Santo fueron plenas y dejaron multitud de anécdotas, algunas de ellas para olvidar

Ahí quedó
Nos prometieron una Semana Santa con 'líneas rojas' en lugar de vallas porque así se evita, paradójicamente, transgredir los límites de lo aceptable. Así al menos pretendía que se hiciese el Ayuntamiento. Pero quien tiene la competencia de verdad es la Policía Nacional. Algún lumbreras -no se sabe si de Burgos o de Zamora porque sevillano es imposible que sea- decidió en los últimos días ordenar un aforamiento total de zonas como el Postigo (ayer con Montserrat no podía haber nadie ni delante del arco ni al comienzo de Arfe), Francos o la Cuesta del Rosario. Pero la barrabasada llegó con la entrada de San Isidoro, como saben todos ustedes, una cofradía que arrastra legiones de ultras peligrosos que pueden provocar una batalla campal o avalanchas. Disculpen la ironía, pero es que poner una valla para alejar al público a 15 metros de la puerta, dejando toda la calle vacía, es una medida impresentable, ilógica y dañina para la Semana Santa de Sevilla.
Viernes Santo
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1
Siestecita en el suelo. El mando policial que toma la decisión de cargarse un momento especial de la Semana Santa matando moscas a cañonazos no vio, o no quiso ver, la siestecita que se echó una chavala en todo el pasillo que los pasos de la Macarena debían usar para saludar a la Amargura en San Juan de la Palma. Allí estaba ella, roncando mientras llegaba la Esperanza.
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2
Luces de la Mortaja. En pleno deslucimiento de nuestra fiesta más grande por el público chabacano que nos rodea, por los aforamientos policiales excesivos y con vallas incluso para los nazarenos, también se han cargado el regreso de la Mortaja por el entorno de Doña María Coronel. Antaño era todo a oscuras, pero vivimos ya en otros tiempos. Desgraciadamente bastante peores.
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3
El retraso de la Madrugada. ¿Por qué el Consejo no dio a conocer el desglose de los retrasos de cada hermandad en la Catedral como si ha hecho el resto de los días? El plan para esta jornada en un absoluto fracaso. No se puede aplicar en 2025 el mismo modelo que se aplicó hace 60 años con un cuarto de los nazarenos que salen en estos tiempos, con casi los mismos tiempos de paso.
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4
El recorrido del Gran Poder. La solución de mandar al Gran Poder al Baratillo para alargar el cruce con la Esperanza de Triana es un parche que no lleva a ningún sitio. La hermandad tiene que correr para sacar la cofradía de la Catedral y luego pararse en seco durante una hora entre el cruce de Santas Patronas y el Archivo de Indias. La Esperanza de Triana liberó a su hora el cruce con Julio César, no con Zaragoza como estaba pactado. Pero es que no puede comprimirse más porque es imposible. A lo mejor, la solución pasa por que el Gran Poder vaya por Arjona y cruce el túnel camino de San Lorenzo por el camino... más largo. Y más horrendo.
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5
Le emoción de Doña Sofía. La Reina vio en la calle al Silencio desde la capilla de los Panaderos. Minutos antes había estado en el palquillo de la Campana para ver pasar al Gran Poder. Con el paso arriado en el palquillo, las cámaras de la televisión captaron el rostro de Doña Sofía, visiblemente emocionada y con la barbilla temblorosa mirando al Señor de Sevilla.
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6
Cuando pasa la Macarena. Esa misma emoción es la que suscita en el pueblo la Virgen de la Esperanza cuando se le mira a la cara. Provoca un mar de lágrimas por donde pasa. Quien suscribe vio cómo todo el atrio de San Juan de la Palma tenía los ojos encharcados cuando posó los zancos delante tras las campanas de 'Amarguras' y levantó con 'Coronación de la Macarena' hasta despedirse con el la marcha que le dedicó Abel Moreno.
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7
Homenajes en la Campana. La Centuria hizo un guiño a las Tres Caídas con una adaptación breve de la marcha 'La Pasión' para que el Señor de la Sentencia se despidiese entre un clamor de la Campana. Cuando llegó el misterio de Triana, la banda interpretó el popurrí homenaje a Santa María Magdalena de Arahal. La banda se convirtió de nuevo en agrupación musical para rematar el paso por la Campana del Cristo trianero, que se llevó la ovación de la noche (junto con la de la Reina) al marcharse con 'Alma de Dios'.
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8
Después de la Madrugá. Con el cuerpo de Viernes Santo tan habitual del sevillano, tras una Madrugada plena y con algún sobresalto, salía el Cachorro entre un mar de nubes de algodón para reconstruir el sentido de la medida que a veces la ciudad pierde en la noche más emblemática. La marcha 'Después de la Madrugá' con la que dio la vuelta camino de Castilla fue la banda sonora de la exquisitez con la que conviviríamos el Viernes por la tarde.
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9
Cofradías con mayúsculas. Venía la Carretería entre los naranjos de Gamazo con el sol dorando los terciopelos azules y las fachadas antiguas del Arenal para devolvernos al siglo XIX. Qué gusto da ver cofradías tan perfectas. Aquí no hay miles de nazarenos, aquí hasta se pisan las bandas como antaño. Lo mismo ocurrió horas más tarde en Montserrat, que estrenaba el Postigo como puerta de la memoria hasta la mejor Semana Santa. Ese mismo Romanticismo nos lo evocaba la Soledad por el final recién estrenado de Zaragoza. El barroco lo traían las Tres Caídas de San Isidoro con silencios atronadores más allá de vallas de la vergüenza; y la Mortaja, para enterranos en nuestra propia sofisticación al son del muñidor. La O devolvía el sabor de la Triana más pura, a la que habría que añadirle una 'h' aspirada para convertir ese círculo perfecto de expectación en una exclamación admirativa por el Viernes Santo de siempre.
A ésta es

«Viva Roma ya»
El grito de guerra de la cuadrilla de la Sentencia de la Macarena cuando se viene arriba al son de los armaos lo gritó Sevilla entera cuando vio venir al Cachorro. Pasa el Cristo de la Expiración y la ciudad ya sólo ve al Gitano de la Cava bajando la 'Vía pulchritudinis' de nuestra Híspalis. Porque así entiende su pueblo la Semana Santa que hoy se nos muere, camino de evangelización a través del arte supremo que es el crucificado de Ruiz Gijón. En el Cachorro está el camino, la verdad y la vida. Viva Roma ya.
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