CRÓNICA DOMINGO DE RAMOS 2025
Domingo de Ramos, ramas y tramos
La lluvia alteró, pero no impidió un Domingo de Ramos que se acabó saldando con un pleno de cofradías en la calle
Así te hemos contado en directo el Domingo de Ramos
Sevilla
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Iniciar sesiónPodrá mudar de piel el mundo, podrán voltear las bolsas, podrán empeñarse los canallas en enturbiar los rumbos y los iluminados en alterar las cosas. Podrá cualquiera que haya visto la luz lejos de la luz obcecarse en ciénagas remotas, pero aquí, donde las ... campanas acarician a la aurora y se cobija el tiempo de las zancadillas tramposas de la vacuidad, siempre habrá un domingo enorme subrayado con el rojo inmutable de los ritos.
Amaneció el día señalado en el ojito derecho de lo distinto con un gris tenso tiñendo las alturas, un plomo que era munición para los malos augurios y los lamentos anticipados que rondaban el alma de los habitantes de la gloria misma. Presagios que llevaban semanas combatiendo contra una esperanza que le había ido ganando terreno, espoleada por la plenitud de unas Vísperas que pusieron en pie un optimismo a prueba de previsiones, dudas e inclemencias.
La ceniza que poblaba el firmamento no consiguió enturbiar el ánimo. Íbamos en busca del blanco, ese que lo hace todo nuevo, el que da el pistoletazo de salida a esta montaña rusa de sentimientos nobles. Rumbo al Porvenir, donde el pasado se carga de futuro, barrio de tradiciones que se repiten con exactitud milimétrica.
Una hora después del Ángelus parecía haberse despejado el mediodía, pero aún no se habían abierto ni las puertas de San Sebastián ni las de San Julián. Era como si La Paz y la Hiniesta estuvieran cortésmente jugando a cederse el paso. Finalmente, diez minutos después de lo previsto, se escuchó ese crujir de madera que anunció la apertura del portón en la calle San Salvador y una hilera humana de azahar hecho hábito empezó a copar la calzada. No había vuelta atrás. Cirios chicos y canastitos azules llenos de caramelos y estampitas, el ajuar de la inocencia. Minuto y medio después acontecía lo mismo en San Julián, aunque aún se tardaron unos minutos más en divisarse los primeros antifaces azules.
El Domingo de los domingos ponía la directa y un sol de justicia parecía celebrarlo. Se desplegaban los primeros paraguas por Río de la Plata, pero era para mitigar el picor de un calor sofocante que pedía crema y Aquarius. El Señor de la Victoria salía triunfal después de que Ernesto Sanguino llamara a filas a los legionarios para la tarea de «despertar a Sevilla». Mientras el moreno del Porvenir miraba fijamente a las azoteas abarrotadas de su barrio, el Cristo de la Buena Muerte giraba sobre sí mismo ensimismado en el sonido quedo del rachear de los costaleros.
Se iniciaba prometedora la jornada, pero rozando las dos, el Cabildo del Amor, después de haber estado media hora reunido estudiando los partes adversos que ponían el foco peligroso de precipitaciones en la franja que oscilaba de las tres a las siete, decidió posponer la salida de la Borriquita que procesionaría, como ya hizo en el año 2016, formando un único cortejo junto al crucificado de Juan de Mesa y la Virgen del Socorro. De un plumazo se despeñaban por esa rampla mágica las ilusiones de unos nenes brevemente contrariados que juraban con el ímpetu de la pureza más impoluta que volverían por la noche al Salvador.
Ya entonces recorría los corrillos cofrades el runrún de los trastoques de horarios. Los entendidos hacían sus cábalas y pronosticaban un tapón en la calle Cuna con La Amargura, además de augurar que la resolución de 'la cofradía de los niños' podía provocar sin duda un efecto cascada que alteraría la determinación de las demás hermandades. Sin duda, tenían razón.
Sin embargo, un cuarto de hora después de que se amargara lo que había empezado imprevisiblemente bien, y justo cuando en los grupos de WhatsApp llegaban mensajes de un chaparrón por Matalascañas, trascendía desde el Molviedro la noticia de que Jesús Despojado resolvía realizar estación de penitencia. Todo empezaba a ser contradictorio. La percepción era de día pleno, de postal. Pero se barruntaba la mosca de los chubascos detrás de las orejas. La Virgen de la Hiniesta recibía una petalá tras la hermosa salve que le entonaron los músicos de la Agrupación Musical Santa María de Arahal. Se respiraba un calor que era el bochorno recalentado de todas las pieles erizadas que bullían. La humedad de las benditas saunas humanas de las primeras bullas. Se cotizaban las sombras.
El Señor Despojado avanzaba enlazando chicotás de San Pablo hacia la Magdalena camino de La Campana cuando empezaba a chispear por la Isla de La Cartuja. Se conocía en ese momento que la hermandad había solicitado al Consejo adelantar su entrada en la Carrera Oficial para pedir la venia a las cuatro y cuarto. Comenzó a chispear. Tímidas gotas contrastaban con un cielo abierto y azul claro. «Esto no es ná, son más gordas las gotas de mi sudor», se frotaba un señor calvo la frente mientras hacía reír a los de su lado.
Ahí comenzó el carrusel de prórrogas que inauguró La Cena y que emularon San Roque, La Estrella y la Amargura, obligando a reorganizar una jornada que empezaba a apretarse. La Plaza Carmen Benítez aplaudió la apertura de puertas de la Parroquia de San Roque cuando a eso de las cinco se ponía en marcha el cortejo. Justo había sido esta corporación la que en los días previos al Domingo de Ramos hizo público un comunicado que se entendió como una réplica a la petición del CECOP de adelantar las decisiones sobre si salir o no. Las familias que habían comido en los bares aledaños se hacían melé para agruparse junto a los nazarenos, era como si ese ambiente de chiquillería que usualmente se vive en El Salvador se hubiera trasladado al completo hasta allí.
La primera nota accidentada del día, y la más sonada por lo inédito de la estampa, ocurrió con la entrada del Cristo de la Buena Muerte de La Hiniesta en la Plaza del Duque. El crucificado que tallara Castillo Lastrucci se vio obstaculizado por la rama sin podar de unos árboles que impedía el paso. Tras varios minutos deliberando, los Ariza decidieron que había que arriar al Cristo para salvar el sorprendente escollo. Esto dio lugar a uno de los episodios más virales y comentados, el de los dos bomberos, motosierra en mano, entrando en la carrera oficial, entre aplausos y flashes, para afeitar las molestas ramas. Aparte de este suceso, hubo otros imprevistos más comunes, o menos flagrantes, como el desprendimiento de un candelabro de cola del palio de La Hiniesta, el descuelgue del brazo del nazareno de San Roque o la caída de una potencia del Señor del Silencio de la Amargura.
La tarde andaba algo raruna, para bien, por el centro. Cierto es que había algunos claros en las sillas, pero, en comparación con otros años, se podía callejear con holgura, sin sofoco. Hubo quien lo achacó al crucial partido del Betis y la gran afluencia al estadio, quien señaló a la posibilidad de lluvia como factor esencial, o el miedo a las masificaciones. Hubo quien sugirió un popurrí de factores entre los que también se encontraba el abrumador incremento de nazarenos, que a muchos se le antoja que linda con la desmesura. Pero la verdad es que eso de lo transitable podía valer para el casco histórico, pero no para Triana. El viejo arrabal se puso hasta los topes para acompañar a su Hermandad de la Estrella en su travesía hacia el extranjero más cercano.
Cuando el Señor de las Penas cruzaba San Jacinto, cuando el Silencio Blanco de Ocampos recorría Amor de Dios hacia Feria y llenaba todo de su elegante compás, cuando los nazarenos de rúan negro del amor recorrían en silencio el trayecto más corto hacia la Iglesia Colegial, comenzaron a caer unas gotas más serias, algo más consistentes, pero que apenas duraron lo suficiente para crear un arcoíris que coloreó la ciudad de los cielos tangibles.
Con la noche ya cumplida se confirmó el pleno con la salida conjunta de El Amor y La Borriquita. La oscuridad llamó a una intimidad popular que hizo que se incrementara el público, llegando la policía a tener que cortar el acceso que va de García Vinuesa a Alemanes porque no cabía más gente para ver a la Amargura salir de la Catedral. Volvió a chispear, pero el agua no consiguió malbaratar nada. Ayer fue Domingo de Ramos y todas las hermandades salieron a la calle.
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