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crónica

El Cristo de San Agustín cierra el ciclo de extraordinarias en Sevilla

El crucificado de San Roque regresó a su templo tras la exposición de la Catedral, en una tarde esplendida para todos los sentidos

El 14 de marzo de 1926 fue la última vez que esta devoción salió en procesión por las calles de Sevilla

El Cristo de San Agustín en la calle Mateos Gago con la Giralda de fondo
El Cristo de San Agustín en la calle Mateos Gago con la Giralda de fondo J. M. SERRANO
M. J. R. Rechi

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En una tarde invernal marcada por el bullicio navideño en el centro de la ciudad, las bajas temperaturas y las calles abarrotadas de personas disfrutando del alumbrado, las compras y el ocio, se vivió un momento extraordinario: el Cristo de San Agustín sobre un paso, un acontecimiento único y excepcional, cuya repetición parece improbable para esta generación. Regresaba el crucificado a San Roque tras haber estado desde principios de noviembre en la capilla de San Pedro de la Catedral para estar al culto en la exposición 'Fons pietatis' organizada por el Congreso de Hermandades.

Tras la misa estacional presidida por el arzobispo en el altar del Jubileo, obra de Laureano de Pina que pronto será desmontado para su restauración, la hermandad de San Roque recibió la medalla de oro de la Virgen de los Reyes. Pasadas las ocho y media de la tarde, las campanas de la Giralda repicaron con fuerza para anunciar la salida del Cristo de San Agustín por la Puerta de Palos, coronada por el relieve del Nacimiento del Señor. Tras el himno, la banda de la Cruz Roja comenzó a interpretar 'Asilo y Protector', obra de Hugo Dorado por los 375 años del Voto que hizo el Cabildo de la ciudad tras desaparecer la peste que asoló Sevilla gracias al milagro del crucificado.

Todo el recorrido transcurrió bajo la noche cerrada. Entre el bullicio, algunos comentaban no haber podido admirar al Cristo de San Agustín con la luz del día, aunque fuese por unos minutos. Sin embargo, el itinerario, modificado en la misma jornada, ofreció un contraste único: las luces de Navidad en Mateos Gago, la Catedral como majestuoso telón de fondo y el Cristo de San Agustín sobre el paso del Cristo de las Misericordias de Santa Cruz, creando una estampa inolvidable.

Cada instante era único y digno de ser capturado, pues el Cristo de San Agustín no procesionaba desde el 14 de marzo de 1926. Y no era el original, sino la talla actual, que reemplaza a la destruida en los trágicos sucesos de la Guerra Civil de 1936. Este momento cumplía un anhelo histórico de los hermanos de San Roque, guardianes y promotores de esta profunda devoción.

El Cristo de San Agustín en la Puerta de los Palos J. M. SERRANO

El Cristo de San Agustín cruzó el barrio de Santa Cruz hasta llegar a la parroquia, acompañado por los sones de la Banda de la Cruz Roja interpretando Cristo en la Alcazaba. Un gesto de gratitud de San Roque hacia la hermandad de Santa Cruz por la cesión del paso, dejando para Sevilla una de tantas estampas inéditas que este año quedarán en la memoria colectiva.

Al puro estilo de la elegancia que caracteriza a esta cofradía, el Cristo de San Agustín dejó el barrio de Santa Cruz sin detenerse, siempre de frente. Solo en la estrechez de la calle Fabiola, la familia Villanueva realizó una maniobra excelente, evocando las que protagonizan con los titulares de San Bernardo cada Miércoles Santo.

Una vez que la comitiva de San Roque se alejaba del centro, resultaba mucho más sencillo disfrutar de esta procesión, que con el tiempo adquirirá un gran significado. Sencillamente magistral era contemplar al Cristo de San Agustín por las calles Madre de Dios y San José. Por esta zona tenía pensado transitar esta cofradía el Domingo de Ramos, lo que sería una delicia para todos los sentidos, aunque el tamaño de los pasos lo impediría.

Saludó a la hermandad de la Candelaria antes de dirigirse hacia las calles Águilas y San Esteban, evocando por momentos la esencia de un Domingo de Ramos. Sin embargo, la hermandad optó por descartar el encanto de calles como Imperial y Juan de la Encina, buscando un recorrido más directo hacia la parroquia para entrar a la mayor brevedad posible.

El Cristo de San Agustín en la plaza Virgen de los Reyes J. M. SERRANO

Con el deleite y respeto que define a esta cofradía, y en un ambiente cargado de pureza de barrio, el Cristo de San Agustín regresaba a su plaza y a su antiguo convento, epicentro de una de las devociones más importantes de la ciudad, que la hermandad de San Roque sigue manteniendo viva. A la medianoche, concluía esta procesión, poniendo fin al ciclo de extraordinarias. Un Domingo de Ramos en pleno Adviento, en plena Navidad, todo inusual, pero impregnado de la inconfundible esencia del estilo con el que Sevilla sabe hacer las cosas. Quedará en la memoria la salida del Cristo de San Agustín, concebido, como recordó su hermano mayor, para momentos verdaderamente extraordinarios.

Ahora, todo vuelve a la normalidad, a lo ordinario en un año atípico. Por eso, este domingo, último de Adviento, la Virgen del Rocío del Salvador cierra el ciclo de procesiones en Sevilla.

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