La restauración de la Macarena no acaba con la crisis abierta en la hermandad

Buena parte de los hermanos de la corporación de la Madrugada suspiraron aliviados después de que pasadas las dos de la madrugada saliera adelante el 'sí' sabiendo que su tesoro más preciado quedaba en las mejores manos posibles para volver a ser el icono de siempre.

Sin embargo, aunque este fuego –sin duda de vital importancia– se apague, la crisis interna en la que lleva sumida la hermandad desde que la Virgen de la Esperanza volvió al culto tras los trabajos de Arquillo el 21 de junio no desaparece por arte de magia. La fractura entre los hermanos es más que palpable. Prueba indiscutible de ello fue el crispado ambiente del cabildo, en el que quedó de manifiesto que la actual junta de gobierno, con su hermano mayor a la cabeza, ya no cuenta con el respaldo de la mayoría de la nómina macarena.

Las disculpas de José Antonio Fernández Cabrero, edulcoradas con un alegato sobre lo mal que lo habían pasado las familias de los oficiales de la hermandad, tuvieron como respuesta murmullos, críticas e incluso gritos pidiendo su dimisión, algo que se multiplicó en la recta final de la noche, una vez llegó el turno de ruegos y preguntas.

Las brillantes exposiciones del responsable del IAPH y Pedro Manzano salvaron la propuesta de restauración, pero aún así se llevó un 'no' por cada dos 'síes', lo que demuestra que el descontento y el desengaño de muchos hermanos hacia la junta de gobierno y sus procedimientos llegó a pesar más en su balanza particular que la necesidad de que la Virgen regrese a su estado anterior a la fallida intervención. Todo ello después de haber escuchado el listado de desperfectos que Arquillo, por obra u omisión, había provocado en la imagen y que hay que revertir, aunque ninguno sea de gravedad, como señalan los expertos.

No hay que olvidar que la Macarena es la quinta institución de Sevilla en miembros –sólo por detrás de los clubes de fútbol, la Universidad de Sevilla y la Asociación Española contra el Cáncer en Sevilla– y que cuenta con importantes grupos de presión. Por ello, en estos días tan tensos y convulsos adquirieron un especial protagonismo las campañas de persuasión, acoso y derribo realizadas desde ciertos sectores de la hermandad, con difundidos de WhatsApp, hilos en redes sociales e incluso por el boca a boca durante el propio cabildo por intereses particulares o electorales pensando ya en tomar posiciones de cara al no tan lejano mes de noviembre.

De lo que no cabe duda es de que el daño emocional y devocional que han supuesto los sucesivos retoques a la imagen, el ruido generado desde entonces y la falta de explicaciones por parte de los responsables va a necesitar para sanar bastante tiempo y trabajo de todas las partes implicadas.

Si el problema desde el punto de vista artístico y de conservación de la talla se subsanará en cuanto Manzano se ponga manos a la obra con la talla, los sentimientos de todos aquellos a quienes les importa la Macarena como el poderoso icono religioso, devocional e incluso familiar y social que es continúan heridos. La junta se irá en noviembre y entrará una nueva, más o menos vinculada con los actuales dirigentes, pero que deberá tener como principal caballo de batalla volver a unir a los macarenos.