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El más corto
Un día de lluvia que suspende la estación de penitencia es también el camino más corto para aprender a templar el ánimo
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Iniciar sesiónMandan las reglas de la hermandad acudir al templo y volver a casa siempre por el camino más corto. Ese que elige la memoria para herirnos, en formidable acuñación poética de Rafael Montesinos. Y no hay que dudar que estos tres nazarenos de la Carretería - ... los más pequeños, de la mano del mayor- van de vuelta por el camino más corto, en este caso, la calle Pavía, de innegable aroma culinario aunque el rótulo haga honor a la batalla en suelo italiano en que el monarca francés Francisco I cayó prisionero del emperador Carlos. Al fondo, las verjas de las Atarazanas y más allá, las del hospital de la Caridad con sus palmeras altísimas. El nazarenito de la izquierda levanta la mano saludando a alguien que ha visto en un balcón sin aflojar la marcha, al paso que le marca el adulto que lo lleva de la mano.
Un día de lluvia que suspende la estación de penitencia es también el camino más corto para aprender a templar el ánimo, para hacerse a la idea de que en la vida hay cosas que no podemos gobernar y que las cosas no suelen salir como las hemos planeado. Que es mentira ese mantra de autoayuda para jovencitos conmovibles: «Si lo puedes soñar, lo puedes lograr». Los nazarenos pueden soñar -sin llegar a tener pesadillas- con un día espléndido y una estación de penitencia sin frío ni calor, con algo de brisa para refrescar el ambiente, sin mucho gentío, con la música justa en el momento preciso y venirse todo abajo con estrépito porque las cosas no salen como uno las imagina sino como en realidad son.
La suspensión del recorrido procesional es el camino más corto para hacerse a vivir frustraciones y desengaños, sin darles mayor importancia que la que tienen en realidad, sin hacer un drama por el que hay que llorar desconsoladamente y abrazarse como si fuera el fin de los tiempos. El camino más corto para madurar en la adversidad, esa fragua en la que se forjan los espíritus indomables cuando vengan la enfermedad, las pérdidas dolorosas, el sufrimiento de los más queridos, los reveses de la vida ordinaria.
Ese es el camino que recorren los nazarenitos de la Carretería sin darse cuenta: es tan corto el trayecto de la vida...
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