campana de papel
Así contó ABC... los incidentes de la Madrugada de Sevilla del año 2000
El Domingo de Resurrección (el Sábado Santo no había periódico) señaló que «la descoordinación entre la Policía Nacional y Local pudo provocar una tragedia»
Así contó ABC de Sevilla... la coronación de la Virgen de la Estrella

Hace veinticinco años, la Semana Santa perdió su inocencia virginal en una madrugada caótica que se saldó, por fortuna, con sólo un centenar de heridos leves tras las estampidas que se repitieron al paso de las cofradías alrededor de las seis de la mañana. Aquellos ... incidentes vinieron a demoler el mito sobre el que se había construido la Semana Santa sevillana a lo largo de su edad de plata, a partir de los años 80 del pasado siglo, y puso de manifiesto la vulnerabilidad de una fiesta participativa en la que el público no es sólo espectador sino que toma parte activa en la celebración.
El editorial del 23 de abril de 2000 de este periódico ponía por escrito el pensamiento que anidaba entonces en la cabeza de cofrades, capillitas, devotos o simples ciudadanos que despertaron a la realidad de una fiesta que creían invulnerable y se reveló muy frágil: «Lo sucedido en la madrugada del Viernes Santo en Sevilla fue un episodio que no debe repetirse, tanto por lo peligroso para los miles de ciudadanos que salen a sus calles y que lo seguirán haciendo en los próximos años, como por lo vergonzoso e injusto para una ciudad que cuida con esmero su mejor tradición religiosa».
Lamentablemente, los hechos vinieron a repetirse en años siguientes, pero el recuerdo de la primera vez quedó marcado a fuego en la memoria individual de los sevillanos y en el recuerdo colectivo de la ciudad. Un cuarto de siglo después, sigue sin haber una explicación global y satisfactoria de lo que ocurrió. En este sentido, estamos casi como el Domingo de Pascua de 2000.
La portada de ABC de aquel domingo 23 de abril incidía en la doble versión que trató de arrojar luz sobre los incidentes: «Ayuntamiento y Gobierno discrepan sobre la avalancha de la Madrugá». Y el subtítulo cargaba las tintas: «La manifiesta descoordinación entre los responsables de las Fuerzas de Seguridad durante los incidentes ocurridos durante la Madrugá contribuyó a aumentar el desconcierto ante unos hechos sobre los que, días después, el Ayuntamiento y la Delegación del Gobierno siguen ofreciendo versiones opuestas».

Descartado el bulo del reventón de una cañería con que el delegado municipal de Seguridad Ciudadana, José Gallardo, trató de calmar los ánimos en un primer momento, las versiones eran básicamente dos. ABC las enfrentó en las páginas 38 y 39 de su edición del domingo a toda plana. En la página par, la versión municipal: «Un centenar de jóvenes organizados se distribuyó por varios puntos de la ciudad para actuar al mismo tiempo». En la impar, la de la Delegación del Gobierno: «Un joven con una navaja fue perseguido desde Campana hasta Reyes Católicos por la Policía provocando el caos».
La primera hipótesis, de la Policía Local, apuntaba a un juego de rol o una campaña orquestada para reventar la Madrugada. Y ahí aparecía de fondo la película, estrenada el año anterior, 'Nadie conoce a nadie', basada en la novela homónima de Juan Bonilla que planteaba una situación con muchas similitudes con las vividas en las calles de Sevilla.
La hipótesis de la Policía Nacional achacaba lo sucedido a un desgraciado incidente fortuito originado al correr los agentes tras un delincuente habitual al que se había identificado con un machete en la mano sembrando el pánico entre las personas que seguían el paso del Cristo de las Tres Caídas trianero por la plaza de la Campana.
El despliegue de ABC para informar a sus lectores estuvo a la altura del desafío informativo: portada, una en huecograbado con fotografías propias y diez páginas interiores dedicadas a relatar los pormenores agrupadas bajo un cintillo que daba idea de lo vivido: «Pánico en la Madrugá».

La última de ese trecho informativo es, vista con perspectiva, una de las más interesantes por cuanto recogía reacciones a pie de calle y de fuentes oficiales, ajenas a la redacción de los planes de seguridad. El texto decía textualmente: «El hermano mayor del Gran Poder, Miguel Muruve, puso el dedo en la llaga: 'Con situaciones como ésta son en las que se demuestra la vulnerabilidad en cuestión de seguridad en la Semana Santa'».
Y continuaba, plasmando el sentir de la calle: «Una de las cosas que puso de manifiesto la avalancha de personas por el centro de la ciudad fue la sensación de poca seguridad que había en la calle en el momento de que exista un hecho que se salga de lo normal». Y sin citar nombres, recogía la sensación que flotaba en el Consejo General de Hermandades y Cofradías: «De todas maneras, los que estaban en la carrera oficial explicaron que durante todo el tiempo que duró el desconcierto, 'echamos en falta presencia policial durante toda la Madrugá, sobre todo, teniendo en cuenta la cantidad de personas, cerca de 600.000 que estuvieron en el centro durante la Madrugá'».
Lo que siguió fue una catarata de reproches y fintas políticas para descargar en el rival la responsabilidad por lo ocurrido. En el Ayuntamiento de Sevilla gobernaba el PSOE y en el Gobierno central, responsable del orden público en última instancia, el PP de José María Aznar. La crónica del periódico de aquella madrugada incidía en esa falta de sintonía entre cuerpos policiales bajo el titular «La descoordinación entre Policía Nacional y Local pudo provocar una tragedia en Sevilla».
En el cuerpo de la noticia podía leerse más críticas en este sentido: «A lo largo de todos estos incidentes, que se produjeron entre las cinco y media y las seis y cuarto de la madrugada, el desconcierto y la descoordinación entre las fuerzas de seguridad fue evidente, con carreras de un lado para otro de policías que eran incapaces de ofrecer a los ciudadanos información de lo que estaba sucediendo y de cómo debían actuar».
«Mesa de trabajo para analizar lo sucedido»
Hasta el día 24 de abril, cuatro días después de los incidentes, no se abrió paso la sensatez. Titulaba el periódico del martes 25 de abril: «Delegación del Gobierno y Ayuntamiento crearán una mesa de trabajo para tratar de aclarar lo sucedido». Y la entradilla de la información no dejaba lugar a dudas: «La Delegación del Gobierno y el Ayuntamiento de Sevilla se sentarán juntos finalmente para esclarecer los hechos ocurridos durante la Madrugá. Tanto el delegado, José Torres Hurtado, como el alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, pretenden poner fin a las disputas que en los últimos días han protagonizado ambas administraciones y que han indignado a los ciudadanos».
El arzobispo, monseñor Amigo Vallejo, puso voz a la zozobra que experimentaban los sevillanos, sin saber a qué atenerse: «En su opinión, más que lamentarnos, lo que tenemos que hacer es buscar soluciones y subrayó la necesidad de sacar conclusiones 'que nos sirvan para que un futuro no vuelva a suceder algo igual'». Preocupaba, y mucho, la seguridad de la Feria, cuya inauguración era inminente.
Un cuarto de siglo después de aquellos lamentables hechos, sigue flotando en el aire la misma duda con que se cerraba el último párrafo de la crónica principal publicada en ABC: «Unos buscaban a familiares o amigos que habían perdido en la bulla, otros caminaban sin hablar con la vista fija en el infinito. Muchos llamaban por su teléfonos móviles -se llegaron a colapsar- o preguntaban a todo el que veían con una radio. Y la pregunta era la misma: '¿Qué ha pasado?'».
En efecto, veinticinco años después, sigue vigente: ¿qué pasó en la Madrugada del año 2000?
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