Patrimonio
Lo que las cofradías no llevarán a la exposición de Pedro Roldán en el Bellas Artes
Obras de la Catedral, el Ayuntamiento o de toda la geografía andaluza formarán parte de una exposición antológica por el IV centenario del nacimiento del escultor que marcó un antes y un después en la forma de entender el barroco
Las obras maestras de Pedro Roldán se reúnen por primera vez en el Museo de Bellas Artes de Sevilla
Ya se puede visitar en el Museo de Bellas Artes de Sevilla la exposición 'Pedro Roldán, escultor (1624-1699)', en imágenes

No todo lo que salió de la actual calle Duque Cornejo, hace algo menos de cuatro siglos, podrá estar en la antológica que el Bellas Artes prepara para los meses de diciembre de 2023 y marzo de 2024, una explosión de belleza y calidad artística ... que tendrá en las cofradías una de sus grandes puntas de lanza, pero no cabrá todo. Mucho se quedará guardado en altares y casas de hermandad, en monumentos andantes que cada primavera salen a la calle como fiel tesoro de la herencia de Sevilla y los sevillanos. La producción de Pedro Roldán le hizo crear el gran taller de su época con un volumen de trabajo que involucró a toda una familia y que llevó a su hija, Luisa Roldán, a la cima de la imaginería nacional con taller propio junto a los Reyes de España.
Hablar de los Roldán es caminar entre los tesoros de hermandades como La Exaltación, La O, la Quinta Angustia, la Amargura o la Carretería, pero también es pensar en La Mortaja, Montesión o Santa Cruz. La historia de la Semana Santa no se entendería sin este escultor que está en el olimpo de los grandes creadores de esta celebración. Que, junto con Montañés, Mesa, Ocampo o Astorga pusieron las bases de la imaginería sacra procesional.
José Roda Peña es el comisario de una muestra con visos de quedar grabada en la historia patrimonial de la ciudad. Hace once años escribió el mayor compendio hasta la fecha de Pedro Roldán, un resumen antológico que engloba toda su obra y que es buena base de lo que podrá verse en conjunto en el antiguo convento de la Merced. En este libro y parafraseando a Antonio Palomino, señala a Roldán como «la personalidad más destacada del panorama escultórico sevillano de la segunda mitad del siglo XVII y una de las figuras señeras de la escultura española del pleno barroco seiscentista».
Pero no todo quedó en Sevilla, Roda señala que «Roldán fue el escultor sevillano de su tiempo con una mayor proyección exterior, como lo prueba de que sus realizaciones fueran requeridas o enviadas a numerosas poblaciones de las provincias de Sevilla, Cádiz, Córdoba, Málaga y Jaén, además de las islas Canarias, respondiendo a los múltiples encargos que recibió por parte de instituciones y particulares, tanto de rango eclesiástico como civil».

Pero, volviendo al desarrollo de su obra, la Semana Santa engloba una parte fundamental para entender al autor. Desde la cumbre de la teatralidad que cada Jueves Santo sale de la Magdalena, pasando por el imponente conjunto escultórico de la Exaltación de Santa Catalina; Roldán dio un pasó más para llevar a la calle aquellos imponentes retablos que ya asombraban en la Santa Caridad o el convento Casa Grande San Francisco.
Gran parte de la Semana Santa no cabrá en el Bellas Artes, como tampoco estará el Señor del Descendimiento de la Quinta Angustia, que tallara en 1659 el maestro, junto con el portentoso conjunto escultórico que el propio Roda Peña, y los historiadores del arte Torrejón Díaz–Romero Torres o Dávila-Armero del Arenal-Pérez, certifican del propio Roldán.
Tampoco veremos junto al claustro mercedario al Señor del Silencio ante el Desprecio de Herodes de la hermandad Amargura, que saliera del taller junto a San Julián en 1698, ni al Nazareno de La O, que por 1686 le costó a la hermandad 500 reales tras un acuerdo con Antonio Ramos Mexías, prioste de la hermandad, como así certifican las actas de la corporación trianera.
No estarán ni el Cristo de las Misericordias de Santa Cruz, no documentado pero sí atribuido por la mayoría de expertos al germen roldanesco o la gran mayoría del vasto patrimonio salido de este taller con dirección a la parroquia de Santa Catalina, donde el Cristo de la Exaltación es acompañado por un misterio gubiado por el clan de los Roldán y que es acompañado, cada Jueves Santo, por uno de los conjuntos más sobresalientes del patrimonio sacro mundial: las cartelas de Roldán y los ángeles pasionistas de su hija Luisa.

Tampoco estará todo el misterio de la Carretería, que también salió de las manos de este taller o el Señor orando en el Huerto de Montesión ni Jesús de las Penas de San Vicente, atribuidos a las manos de los Roldán. Cuatro meses que convertirán el Museo de Bellas Artes en el mayor recopilatorio de Roldán en 400 años de historia.
Un museo que en marzo cerrará sus puertas con el regusto de volver a abrir, pocos días después, la de una Semana Santa que saca a la calle parte del mejor patrimonio de siglos que tiene en Pedro Roldán uno de sus grandes faros.
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