Suscríbete a
+Pasión

Sevilla corona a la Virgen del Rocío en una procesión llena de simbolismo

La dolorosa de la hermandad de la Redención regresó a la calle Santiago tras una semana en una salida extraordinaria llena de detalles inéditos

La Virgen del Rocío de la Redención ya está coronada: «Un acontecimiento de gracia»

La Virgen del Rocío recorre una Avenida de la Constitución repleta de público
La Virgen del Rocío recorre una Avenida de la Constitución repleta de público JUAN FLORES
M. J. R. Rechi

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Había un anhelo entre los hermanos del Rocío, Beso de Judas o Redención —llámenla como quieran, pues esta hermandad cuenta con varias denominaciones—: ver coronada a su Virgen del Rocío. No se trata de un proyecto reciente, sino de una idea gestada incluso en tiempos anteriores, un deseo de la corporación por lograr esta coronación, y así ha sido. Un 5 de julio que quedará marcado para siempre en la historia de esta hermandad, que posee una de las advocaciones más universales y con una gran vinculación con la Matriz de Almonte, de la cual es madrina y hermana honoraria.

Galería. juan flores

Una procesión distinta a la habitual, muy rociera, que muchos recordarán, al mas puro estilo de esta hermandad que ve a la Virgen del Rocío a través de esta dolorosa de Castillo Lastrucci. A las ocho en punto de la tarde se abrieron las puertas de San Miguel. Minutos antes, la agrupación musical de la Redención interpretó 'Espíritu Santo' en una tarde nuevamente de altas temperaturas, habituales en esta época estival. La coronación se había programado para acercarse lo más posible a Pentecostés. Un amplio cortejo, con numerosas representaciones, acompañó a la hermandad de la Redención que invitó a todas las corporaciones a participar en este acontecimiento hasta el Ayuntamiento de Sevilla. Más de cien hermandades participaron, incluidas rocieras de la capital y provincia, de la misma advocación en Andalucía, destacando la presencia de la hermandad de León, la más lejana. La corporación demostró ser una hermandad muy viva, con muchos jóvenes entregados a la devoción a la Virgen del Rocío, tal como expresó José Ángel Saiz Meneses en la homilía de la coronación. No faltó el guiño al Lunes Santo porque cada cirial era de una corporación de este día y, las dos restantes, iban con otras piezas de los acólitos.

La Virgen del Rocío cruzó el dintel de San Miguel casi una hora después de que lo hiciera la cruz de guía. Se hizo un profundo silencio cuando sonó el llamador, hasta que el público presente entró en éxtasis al salir el paso de palio al son de la Marcha Real, seguido de la marcha de la coronación. Posteriormente, tras los primeros vivas a la Virgen, sonó 'Rocío', la pieza clásica de esta dolorosa, mientras avanzaba por la Avenida de la Constitución al compás de 'Coronación de la Macarena'. La Avenida, aún adornada con los gallardetes del Corpus, contó con un numeroso público, incluidos turistas maravillados ante el paso de la Virgen del Rocío. Todo ello se vivió con la alegría y el porte característicos de este palio.

La llegada al Ayuntamiento

Desde San Miguel hasta el Ayuntamiento, el paso de palio tardó algo más de una hora. Al llegar a la Casa Consistorial, ya entrada la noche, las representaciones oficiales concluían, aunque algunas continuaron más adelante. La corporación municipal recibió a la Virgen del Rocío con una asistencia escasa debido a la convención del Partido Popular en Madrid durante ese primer fin de semana de julio. Se realizó una ofrenda floral y la Virgen miró hacia la casa de los sevillanos. El paso fue levantado mientras la Cruz Roja interpretaba el pasodoble 'La Giralda', dando una vuelta completa para despedir primero a las corporaciones y luego al pueblo, entre una gran petalada. La Virgen permaneció algo más de media hora en el Ayuntamiento, antes de seguir su recorrido hacia la plaza del Salvador, uno de los momentos más esperados.

Del pasodoble a 'Siempre la Esperanza' y luego, en la calle Granada, la interpretación de la salve por parte de los tamborileros acompañó a la Virgen del Rocío. El tamboril y la flauta marcaron la música en esta etapa, al más puro estilo rociero, en una salida donde el calor y la humedad seguían presentes.

Los tamborileros se despedían y el paso se detenía al inicio de la plaza del Salvador. Paco Reguera levantaba el palio, resonaban los varales, volaban los pétalos desde el techo, y se oían las bambalinas, siendo este el único sonido en ese momento. Al llegar a la Colegial, el palio realizó un giro de 360 grados, primero hacia el templo, desde donde se despedían más representaciones, mientras el coro de Sevilla interpretaba su himno: «Rocío, Rocío, Rocío, Rocío, Pastora, Pastora, Pastora, Pastora». En silencio absoluto, el paso se detuvo con la Virgen mirando al pueblo. Al levantarse, una nueva petalada cayó desde el edificio frente a la iglesia. Tras un breve descanso, la Cruz Roja interpretó la salve de la Virgen del Rocío, mientras se escuchaban vivas en varias ocasiones: «¡Viva la Virgen del Rocío!», «¡Viva la madre del Redentor!», «¡Viva el orgullo de Sevilla!», «¡Viva la madre de Dios!». Así, la dolorosa abandonó la plaza del Salvador para continuar la noche más mágica de la Redención por Cuna, otra calle adornada de principio a fin, como gran parte del recorrido de la Virgen hasta la calle Santiago.

Siguieron las plegarias en la calle Cuna, que desembocaron en Laraña. El palio se detuvo frente a Orfila, donde el grupo 'Los del Guadalquivir' interpretó composiciones para la Virgen del Rocío, dando paso a la composición 'La Gitana'. A medida que avanzaban los minutos, y la noche se hacía más densa, crecía el público congregado para contemplar a la dolorosa de la Redención, favorecido también por el descenso notable de la temperatura. Laraña se convirtió entonces en una improvisada calle de avituallamiento: allí, los hermanos recibían agua y bocadillos para reponer fuerzas antes de continuar la estación.

Castillos de fuegos artificiales estallaban en el cielo mientras sonaban los sones dedicados a la Virgen de la Esperanza, interpretados por la Banda de la Cruz Roja, que no cesó de enlazar marcha tras marcha durante todo el recorrido. Pasada la una de la madrugada, la Virgen del Rocío accedía a la calle Imagen, un espacio amplio que permitía admirar con detenimiento la belleza de su talla. Allí se abrió un pasillo de bengalas verdes, componiendo una estampa que evocaba intensamente la devoción rociera que también late con fuerza en el corazón de esta hermandad.

Allí, en el mismo inicio de la plaza del Cristo de Burgos, la agrupación musical de la Redención se despedía. La plaza, completamente abarrotada de fieles, vibró con los compases de 'Pasa la Virgen Macarena' y varias sevillanas que pusieron el broche a un momento lleno de sentimiento. Poco después, la Virgen del Rocío se adentraba en la calle Dormitorio, uno de los rincones más esperados del recorrido. Volvieron a tirar fuegos artificiales y cayó una gran petalada desde los balcones. Toda la calle se presentaba engalanada al más puro estilo almonteño: luces, arcos, flores de papel… Todo lo mejor, preparado con mimo, para Ella.

Continuaban las plegarias mientras la Virgen del Rocío se adentraba en su barrio. Tomaba entonces esas calles estrechas y recogidas, tan íntimas, por las que transita cada Lunes Santo en su regreso. Alcanzaba la plaza de San Leandro, donde volvió a desatarse la emoción: nuevas lluvias de pétalos, sevillanas resonando con alegría y una sucesión de ¡vivas! que hablaban de amor sincero y devoción arraigada.

Poco a poco, el camino de la coronación de la Virgen del Rocío iba llegando a su fin. Pasadas las cuatro de la madrugada, la Virgen llegaba a la calle Santiago. Volvían las plegarias, los hermanos regresaban al templo entre el cansancio y la emoción. Pero aún quedaba lo mejor: antes de su entrada definitiva, se vivió uno de los momentos más esperados y simbólicos de la noche, el descubrimiento del retablo cerámico conmemorativo de la coronación, una huella eterna para la historia de la hermandad y para la ciudad.

Entró la Virgen del Rocío poco antes de las cinco de la madrugada, el Señor de la Redención esperaba a su madre en el altar mayor de la iglesia de Santiago. Se ponía punto y final a una coronación distinta, muy personal, repleto de detalles que los sevillanos nunca olvidarán. Esto no ha sido el cierre de la coronación, sino el principio, porque cada 5 de julio, para toda la vida, la hermandad conmemorará esta efeméride de tanta importancia para los hermanos, los que están y los que pusieron la primera piedra para ser hoy lo que son, una corporación en continúo crecimiento, muy viva, repartiendo fe, entendiendo la devoción al Señor y a María a su manera.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación