FERIA DE SEVILLA 2024
SÁBADO DE FERIA EN SEVILLA: DONDE ES MISTERIO
Una Feria plena y especial se cierra con un sábado de reflexión
Sevilla no se puede inventar
Guía de la Feria de Sevilla 2025: fechas, casetas, plano, toros y todo lo que tienes que saber
Sevilla
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Iniciar sesiónClaudicaba la noche en 'Gofres Belinda' con unos altavoces vibrando sobre el pavimento de la Calle del Infierno, la parte frontal de los subwoofers eran bocas que gritaban. Sonaba Rafaella Carrà. Dentro, en el mostrador, bailaban los del puesto con una tía vestida de ... flamenca que en un arranque de efusividad decidió subir a la improvisada tarima. Fuera, un tumulto se movía descoordinadamente, una juventud con pánico a la añoranza se chocaba entre sí, como tratando de hacer fuego. Era una rave, pero una rave de etiqueta, una reunión de chaquetas, corbatas, vestidos de noche y trajes de gitana. De aquel pequeño y desfasado caos manaba una verdad que salía disparada de los poros de la chavalería, se empujaban en el protocolo del jaleo, lanzaban patadas al aire como externalizando maldiciones. Tenían el pecho lleno.
Volvían estos de ponerle el broche a la última madrugada cuando se empezaban a preparar, llamados por el rito, los abuelos. Los niños chicos, vestidos y peinados, esperaban frente al televisor a que sus padres se terminaran de arreglar. El laberinto de la alegría amanecía apenado, masticando la sentencia del calendario. Un cielo gris, de papel de periódico antiguo, que diría Luis García Montero, encapotaba la ciudad. Cayeron algunas gotas cuando ya había vuelto la vida al albero. Dentro de las casetas había un regusto a último día de clase, a despedida en el andén de los sueños. El bolígrafo veloz del casetero echaba garabatos sobre una libreta raída que descansaba en la barra. «Cerramos lo que queda ya y luego ajustamos lo de hoy». Un niño, en un conato de pataleo, le recordaba a su madre la promesa de que era el día que irían a los cacharritos. «Sí, mi amor, pero comemos antes y así esperamos a que escampe», le dijo la mujer para acto seguido ponerse a despotricar con una amiga sobre lo caro que se habían puesto las atracciones.
Poco después, el cielo pareció escuchar las plegarias del retoño y estrenó un sol de repuesto, unos rayos extra que hicieron las veces de corrector de ojos de la mujer enigmática, la que no es capaz de irse a disgusto. Aparecían 'Los últimos de Bienvenida' con ganas de culminar la travesía del derroche, por las calles había un desfile de carritos de bebé, bastones y andadores, en el vacío encontraron los abuelos el contexto para el desquite. La elegancia de los años se les caía de los bolsillos a una pareja de ancianos que cruzaban encadenados del brazo el real. Las peregrinaciones de la provincia potenciaron el color de la jornada. Salían los más rezagados del Tussam despidiéndose del chofer, circulaban en las últimas horas de esta frenética semana los vehículos de Lipasam y los patrulleros de la Policía, se recreaban en la cuesta abajo los camareros, apuraban las últimas flores las gitanas, se despertaban los porteros. Ellos son los ángeles de ese cielo, los regidores de una obra que estaba a punto de llegar a su final.
Mientras una nena cargaba la escopeta y metía el corcho en la punta dispuesta a derribar una lata de Coca Cola, en la hilera de sillas pegadas a la pared se llevaba una mano temblorosa el catavino a los labios, lo justito para mojárselos. Mientras dos hermanos daban botes en una atracción, alguien cerraba un abanico. Mientras se descolgaba un peluche con forma de boa en el camión de los dardos, una señora bailaba una sevillana moviéndose casi con la imaginación con una cocinera que llevaba el delantal puesto. Mientras un padre se engorilaba en las carreras de camellos, un grupito se reunía en la pantalla de un móvil para ver el Betis. Pasaba la vida como decía la portada del ABC que dormía doblado en una mesa, agonizaba una fiesta que decidirá su futuro dentro de tres días en la consulta sobre el formato.
Otro pin al baúl de la reminiscencia, otro abril zafándonos de la mundanidad, sin darle cuartelillo a un mundo enfermo de ego, victimismo y muerte. Todo parecía marcharse, pero se quedaba el dulzor del algodón de azúcar de los recuerdos. Inundó la oscuridad los recovecos de la magia y se comenzó a barruntar la despedida. Se apagó lo que se daba y todos los habitantes del reino de la ilusión salieron a mirar las flores de colores que brotaban en el cielo. Los novios se besaban, las familias se abrazaban viendo como estallaba el fuego postrero de la euforia. El manicomio de la cordura cerraba sus puertas, el aire era el humo de una vela que se acaba de apagar. La primavera contuvo la respiración unos segundos hasta que la luciérnaga incandescente de nuestros días le hizo el boca a boca, el resto de los barrios recogieron el testigo de Los Remedios. Apenas fue un tris y todo se resintonizó. No hay penumbra que nuestra tierra no alumbre, no hay bruma que La Giralda no aclare. Es el enigma del crucigrama de la perfección. Los sevillanos miraron a su alrededor y asintieron completos. Si nos pierden búsquennos allí, donde Sevilla es misterio.
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