El paro de larga duración se ceba en Andalucía con los universitarios mayores de 45 años

Es un rasgo «curioso» del mercado laboral andaluz, según explicó José Ignacio García, coordinador de este trabajo , que se presentó ayer en el marco de la cátedra Cesur de la Asociación de Empresarios del Sur de España. Está relacionado con la estructura productiva regional, basada en los servicios, la construcción y la agricultura, sectores que hacen un uso intensivo de los contratos de muy corta duración. «Un parado andaluz con formación básica pueda encontrar trabajo de poco valor añadido y por pocos días con más facilidad que un titulado», subraya este experto.

El paro estructural (de larga duración) afecta en Andalucía a 615.595 personas, lo que representa casi el 55% de todos los desempleados (1.120.305). Y de esa gran bolsa de personas con dificultades para hallar una salida laboral, 273.795 (casi la cuarta parte) no han trabajado ni un solo día en los últimos cuatro años.

Para José Ignacio García, l a alta tasa de temporalidad es «el principal» problema del mercado de trabajo andaluz, donde el 35,28% de los empleos son efímeros (dato de la EPA de cierre de 2016), una tasa que apenas ha variado con respecto a 2015 (35,51%) y que se sitúa casi diez puntos por encima de la media de España (26,47%).

Este diferencial de 10 puntos se repite con la tasa de paro :un 28,25% la andaluza, un 18,63% la nacional. Y aún se acrecienta en el colectivo juvenil(de 16 a 29 años), con el 43,3% y el 31,6%, respectivamente.

Como dato positivo, en el último año crecieron los indefinidos en Andalucía, con 11.615 ocupados más, y bajaron los temporales (-1.870), aunque en un marco general de ralentización del ritmo de creación de empleo . Así, 2016 se cerró en la región con solo 25.883 nuevos ocupados, un 0,9% más, frente al 2,3% de aumento nacional. Andalucía todavía tiene que recuperar casi 390.000 empleos perdidos en la crisis para alcanzar las cotas de ocupación del año 2007.

Este análisis revela otra tendencia del mercado laboral andaluz: la «polarización ocupacional». El empleo crece más en los colectivos de peones y puestos de baja cualificación y en el de los ingenieros y ocupaciones de mayor contenido técnico, mientras que cae entre los administrativos y las escalas medias. «Crece en los dos extremos y baja en el medio», subraya José Ignacio García, que aclara que ello es consecuencia de lo que se ha llamado la cuarta revolución industrial.

«Los nuevos procesos productivos que cada vez con más fuerza se están incorporando en la industria y el sector servicios hacen que sean los empleados con nuevas habilidades (resolución de problemas complejos, gestión de grandes volúmenes de información, etc.) los que sobre todo están encontrando nuevas oportunidades de contratación».

Al mismo tiempo, el crecimiento de la actividad económica «reactiva la oferta para trabajadores de bajo nivel de cualificación y son, por el contrario, los puestos intermedios y aquéllos que desarrollan tareas rutinarias los que más sufren las consecuencias de la digitalización y robotización».