SP Group, el fabricante de envases para la industria alimentaria, salta a las mascotas y chocolates

En ellas guardaba el pan y los dulces de las monjas de los conventos de alrededor de su Córdoba natal. Su método, sencillo y práctico, empezó a correr de boca en boca y de horno en horno y sin saberlo envolvía el germen de una empresa que hoy día tiene una facturación de 200 millones, 1.000 empleados y cinco fábricas.

SP Group está en plena diversificación de sus líneas de negocio para sumar envases para el sector farmacéutico, la comida de mascotas o dulces como chocolates, helados y barritas energéticas.

«Mi abuela Josefina Mármol fue quien inicia el negocio en una época en la que las mujeres no solían estar al frente y, de hecho, en cuanto empezó a coger tamaño se sumó también mi abuelo», reconoce Francisco Bernal, el CEO y tercera generación de este negocio.

El giro de timón se dio en los 90, cuando la familia descubrió que las diferentes propiedades del plástico se podían emplear para evitar que se secara el pan o que se humedeciera la carne, entre otros objetivos. Fue entonces cuando el negocio pasa a centrarse en la fabricación de plásticos y los envases flexibles.

En 2009, la empresa dio un salto importante al comprar a la francesa Soplaril. En aquel momento, a los socios galos les resultaba impronunciable su primer nombre (Plastienvase), de forma que adoptaron el actual SP Group.

La línea que concentra más ventas es la de envases flexibles, que se emplean para embutidos o congelados. También cuentan con otras dos divisiones, que se centran en opciones rígidas –para preparados cárnicos– o al vacío para tortillas, mazorcas o remolachas, entre otros productos.

Ahora, la firma quiere pisar el acelerador con nuevas líneas de negocio. SP Group realiza una inversión de 13 millones para adentrarse en el ‘pet food’ (comida para mascotas) y para incorporar maquinaria que capaz de envasar con sellado en frío para productos como chocolates, helados y barritas energéticas.

«Siempre hemos tenido la idea de ofrecer muchos productos, hacemos innovación constante incorporando maquinaria, tanto que a veces nos ha ido mal», confiesa Bernal.

En 2024, compró una participación mayoritaria de la catalana Rotor Print y dio así el salto a la fabricación para el sector farmacéutico. «Creceremos más con inorgánico, pero será en el largo plazo, la última adquisición la hicimos con recursos propios y la estamos digiriendo financiera y operativamente», explica.

Hasta entonces, tienen en marcha una estrategia para intensificar comercialmente su presencia en Alemania, Italia y Europa del Este. Su facturación en 2024 fue de 190 millones de euros, con un ebitda de 13 millones. Este año, su previsión es alcanzar los 215 millones de ventas y los 18 millones de ebitda. Sus principales mercados en estos momentos son España y Francia, seguidos de Portugal, Bélgica y Reino Unido.

Este negocio ha despertado interés de varios fondos de inversión en los últimos años. «Ayer mismo tuvimos una reunión entre los primos y todos confirmamos que queremos seguir al frente», asegura Francisco Bernal antes de participar en unas jornadas sobre relevo generacional organizadas por Cesur.

El capital está al 100% en manos de la familia y hace ya una década que Francisco, su hermano y sus primos tomaron el timón de la compañía, convirtiéndose así en la tercera generación dedicada a este negocio. ¿El secreto? «Tener un profundo respeto por los órganos del gobierno».