Vanessa Montfort: «Es tan importante e interesante rescatar a nuestras heroínas como a nuestras villanas»
La escritora catalana ha ganado el Premio Primavera de Novela con 'La Toffana', un thriller histórico inspirado en la mujer más temida en la Roma del siglo XVII
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Sevilla
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Iniciar sesiónEl último Premio Primavera de Novela tiene nombre de mujer. El de Julia Toffana y la escritora que ha recuperado su historia, Vanessa Montfort (Barcelona, 1975). 'La Toffana' (Espasa) es un thriller sobre un personaje que para unos fue la primera asesina en serie, para ... otros una científica justiciera en la Roma de los Papas.
-Con 'La Toffana' sigue empeñada en rescatar figuras femeninas destacadas.
-Sí, y detrás de ella vienen un montón de personajes también de mujeres muy interesantes que protagonizaron la época y que han sido borradas. No sé si para que no dieran ejemplo, en el caso de Julia Toffana evidentemente era una asesina que además se enfrenta al feminicidio. Es un personaje muy controvertido, normal que la borraran, pero es que de esa época tenemos a otras mujeres, pensadoras y mujeres importantísimas que tuvieron mucho poder, por ejemplo, la Papisa. Donna Olimpia fue una mujer que legalizó la prostitución y tuvo tanto poder que su rostro fue acuñado en monedas. La propia Arcangela Tarabotti fue una pensadora espectacular que escribió libros como 'Tiranía paternal' hablando de la clausura involuntaria de las mujeres en los conventos, es decir, toda una terna de personajes que yo creo que a los lectores les está sorprendiendo.
-La Toffana era una personaje con muchas aristas. Una asesina, sí, pero también una especie de justiciera.
-Claro, porque esa época fue de grandes retrocesos en las libertades y de grandes descubrimientos, en la frontera entre la alquimia y la química. Galileo está empezando a mirar al cosmos, acaba de considerarse casi un dios y luego va a ser condenado. A la vez se están haciendo las grandes autopsias, estamos mirando por primera vez al interior del cuerpo y, entre tanto, los artistas están llegando a esa especie de belle époque oscura que fue la Roma postrenacentista y estamos asistiendo a grandes movimientos artísticos y literarios. Pese a los avances, toda esa época se vive un gran retroceso social porque las guerras, las hambrunas y la peste dictan su propia ley. Eso abre una gran brecha entre los ricos y los pobres y un descenso de la natalidad. A las mujeres entonces se les prohíbe tener un negocio, cosa que la madre de Julia Toffana había podido tener su propia botica. También se prohíbe tener incluso conocimiento del cuerpo humano, hasta el punto de que dejan de ser parteras cuando era una profesión muy, muy respetada. Las pobres se dedican a ser nodrizas de las ricas, aunque mueran sus propios hijos de hambre y a las ricas a parir cada 24 meses. Entonces, en ese contexto no es la excusa, pero sí es la causa de que se produzca una reacción alérgica a tanta violencia institucional y aparezca una figura como Julia Toffana, una salvadora a la que acuden en busca de ayuda las mujeres romanas, unas para ser fértiles porque peligran sus matrimonios y sus vidas si dejan de ser útiles, entre comillas, a veces para abortar cuando son violadas. También acudían en búsqueda de fórmulas anticonceptivas, porque a lo mejor habían estado a punto de morir en los últimos partos, que era también muy habitual, desgraciadamente. Además, gracias a su fórmula magistral, la Acqua Toffana, Julia decide intentar ayudar a mujeres como su madre, que fue víctima de maltrato, a protegerlas de hombres como su padre. ¿Cómo consiguió pues una siciliana penetrar en la corte romana hasta desafiar al propio papado y a esas agresivas leyes contra la mujer y hasta dónde llegó su poder? realmente fue capaz de crear una mafia de mujeres decididas a liberarse de sus maridos violentos, convirtiéndose en vez de en víctimas, en peligrosas asesinas, asesinando a 600 hombres en 15 años.
-Como dice, entonces sólo había una forma de librarse del matrimonio, enviudando.
-Es que era la misma fórmula que utilizaban los maridos porque estaba vigente la ley del feminicidio. Por eso digo que no es la excusa, pero sí es la causa de que haya un caldo de cultivo y que aparezca una mujer a la que apodaban la Virgen Negra porque no sabían ya si era real o no, pero que se supone que las mujeres buscaban para encontrar sus fórmulas.
-Es una canción que todavía suena mucho.
-Pues desgraciadamente sí. Yo que iba pensando en escribir un thriller, porque me parecía apasionante la figura y de hecho lo es, es una obra de intriga judicial donde hay un investigador, donde hay un cazador intentando pillar a la asesina. Pero luego, más allá de eso, lo que realmente me he encontrado son las raíces de la violencia institucional contra la mujer en nuestra cultura.
-En esa cultura que tanto se defiende.
-Siempre miramos a otros continentes y a otras culturas diciendo hay que ver lo denostado que está el mundo de la mujer. Pero la violencia contra la mujer es en lo único en lo que protestantes y católicos se pusieron de acuerdo, en occidente. Y el feminicidio sigue existiendo aunque no esté protegido por la ley, gracias a Dios. ¿Por qué? Porque ha estado justificado en algún momento y no tan lejos desde el poder político, desde el poder legislativo y desde el poder espiritual que es lo más grave. Y nuestra cultura, nace de ahí.
-En la época esa se cuestionaba incluso que las mujeres tuvieran alma, ¿no?
-Venimos de una alta Edad Media donde las mujeres llegan a las universidades y de repente se empiezan a preguntar si tenemos alma otra vez. Fue un retroceso tremendo. Hay un personaje de la novela que dice que la libertad y el amor nunca se conquistan del todo y ahí es donde te das cuenta. Es decir, es algo que se tiene que seguir vigilando, que por mucho que creas que has alcanzado un estatus y que has alcanzado un punto de equilibrio, de igualdad y que en aquella época también hubo muchos pensadores, hombres, a los que siguen mis protagonistas y a los que leen mis protagonistas, que sí defendían la igualdad entre los sexos, y a la vez hay un monje del Vaticano que se está preguntando si tenemos alma. Es muy esquizofrénico el asunto.
-¿Cree que va a haber con el cambio un aperturismo con el tema del papel de la mujer en la Iglesia?
-Bueno, se supone que es continuista con respecto al Papa Francisco, que sí dio algunos pasos, creo que no los suficientes, pero algunos pasos dio con respecto al papel de la mujer en la iglesia, que sigue siendo no secundario, sino terciario, ¿no? O sea, la mujer no tiene ni modo de voto hasta el punto de que, bueno, yo otro tema que he tratado en 'El sueño de la crisálida' es el abuso a las mujeres en los conventos, pero no por parte de hombres, sino por parte de mujeres, es decir, dentro de los conventos no se sabe lo que pasa porque no importa. La mujer no importa en general y el mundo de la iglesia tampoco. Los temas de pedofilia siempre apuntan a niños pero, ¿qué pasa con las niñas?
-Otro de los grandes protagonistas de la novela es Roma, la Roma de los Papas.
-Claro, una Roma además poco conocida porque nosotros tenemos la idea del Renacimiento, de Bernini, de la blancura de esas estatuas y de todas las obras que se hacían para los mecenas que normalmente las encargaban para ensalzar sus batallas y entroncarlo con los orígenes de Roma incluso mitológicos, pero detrás de todo ese pan de oro y de toda esa luz estaba la Roma violenta de una población armada hasta los dientes; del Trastevere donde no entraba ni la policía papal, con calles enfangadas y oscuras por las noches muy peligrosas, llena de tabernas y prostíbulos, de artistas que llegaban en busca de esos mecenas, con un Coliseo convertido en un basurero municipal. Caravaggio se acerca más con el tenebrismo a esa Roma que estamos pintando aquí. Es una Roma muy divertida de recorrer, sobre todo bajo la protección de un libro, es muy interesante de descubrir y luego también todos los entresijos vaticanos que aquí tienen tanta importancia con el investigador y convierte al lector en un jurado popular.
-¿Cuál es su personaje favorito de esta novela?
-Yo creo que son Julia Toffana y Stefano Bracchi, porque están en lados opuestos del tablero. Pero tengo especial debilidad por la Papisa, por Donna Olimpia, porque es un personaje que me lo encontré sobre la marcha y aunque no tengo la certeza de que estuviera conectada con la red, no había nada que se le escapara de esa Roma que conocía tan bien. Ella tenía su propia red de espionaje y luego, por supuesto, ella es quien nombra al cardenal, al principal cómplice que es el padre Colonna, que es quien aparte de ser su gran amiga, le da la diócesis que está pegada a su palacio y ahí es donde la Acqua Toffana se distribuía. Es un personaje como para seguir el rastro, tendría su propia novela.
-¿Y cómo llega a esta historia? ¿Cómo se la ha preparado?
-Había rastros sobre todo del veneno, que parece que había sido descubierto por un alquimista. Yo escuchaba muchas campanas, pero no sabía de dónde. Empecé a escribir una obra de teatro con la directora María Herrero y nos fuimos a Roma. Contacté con un profesor de historia del papado de la Universidad de Roma que había escuchado hablar del acqua Toffana, pero siendo su época de estudio no había escuchado hablar de Julia Toffana, lo cual ya nos resultó bastante extraño. Y entonces empezamos todos a investigar. Hasta encontrar las actas después de que ya había escrito la obra de teatro y todo.
Es curioso, porque cuando tú empiezas a estudiar mucho un contexto, aunque no tengas todos los datos, por pura verosimilitud, tú vas uniendo la línea de puntos. Y luego cuando encuentras información se parece peligrosamente a lo que tú has escrito desde la ficción. Einstein decía que donde llega la ciencia ha llegado antes un escritor, pero es por pura verosimilitud, porque nosotros trabajamos a través de abstracciones y a través del sentido común, por decirlo de alguna forma, de la verosimilitud, no de la verdad.
-¿Cree que sucederá como con María Lejárraga, que gracias a su libro se va a recuperar su figura y ahora hasta se estudia en la Sorbona?
-Nunca se sabe. La humanidad está compuesta por hombres y por mujeres y por eso es importante rescatar su historia. Y en este caso creo que es tan importante e interesante rescatar a nuestras heroínas igual que a nuestras villanas, que también han sido borradas. Es importante conocer así la psicología de todas las mujeres que habitaron esta época y el porqué hicieron lo que hicieron.
-Como ha dicho, es imposible separar a Roma del arte y en esta novela sale un pintor sevillano, Velázquez. ¿De qué forma?
- Es una época muy jugosa para hacer cameos. Caravaggio tiene uno muy importante pintando a Giovanna De Grandis, porque ya sabemos que pintaba prostitutas y mendigos para utilizarlos como caras de los santos y por eso los mecenas los rechazaban aunque fueran obras maestras porque les parecía vulgar. Él quería pintar la verdad y la verdad de esa época era tenebrista.
Por otra parte tenemos un Velázquez muy jovencito que llega a Roma por primera vez en busca de inspiración en ese museo al aire libre que es Roma y también de mecenas. Y luego está ese Velázquez más maduro que se dice que era espía del rey español y que vuelve a Roma, se supone que con una doble misión. Donna Olimpia va a ser su mecenas y le encarga dos retratos gemelos, uno de ellos fue el que le dio la fama definitiva como retratista, el del Papa Inocencio X, que era su amante y cuñado.
También le hace otro retrato a ella misma, pero se pierde porque la borran cuando muere ese Papa y el nuevo quiere limpiar Roma de herejes y corrupción. Ese cuadro acaba por ahí dando vueltas durante siglos por colecciones privadas y se descubrió en 2017. El pintor no lo firmó, pero lo tituló 'La amante del Vaticano' y pasó durante siglos como un anónimo flamenco. Aquí aparece Donna Olimpia muy oportunamente también reclamando su espacio en la historia.
-¿Ya está pensando en su próxima novela?
Bueno, es que con esta estoy casi de postparto. Es imposible pensar en nada más que en Julia Toffana ahora mismo. Lo que sí estamos ultimando es el guion de 'Mujeres que compran flores' que llegará a la gran pantalla próximamente. Así que ese será el proyecto para el año que viene.
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