Literatura
Tras los pasos de Juan Ramón Jiménez en Sevilla
Buenas Letras, la Hispalense y el Labradores apoyan una iniciativa para crear una ruta en torno al poeta en la ciudad que se pretende presentar este otoño al Ayuntamiento
Ve la luz el inédito 'Pureza', la antesala de la madurez poética de Juan Ramón Jiménez
Sevilla
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Iniciar sesiónSevilla, como Madrid o San Juan de Puerto Rico, forma parte de la geografía vital y literaria de Juan Ramón Jiménez. A la capital andaluza vino este adolescente de Moguer a finales del siglo XIX a hacerse pintor, pero tras ... frecuentar la biblioteca del Ateneo abandonaría los pinceles para desarrollar una obra poética reconocida con el Premio Nobel y que los sitúa entre los autores esenciales de la literatura escrita en español en el siglo XX.
Juan Ramón Jiménez, que vivió en la capital andaluza en unos años capitales para su formación —1896-1900—, regresó siempre que pudo a la ciudad, donde mantuvo amistad con escritores como José María Izquierdo, tenía su librería de cabecera en la calle Sierpes y disfrutaba paseando por sus calles, especialmente, en coche de caballos.
De hecho, muchas veces pensó en instalarse, incluso, para regresar del exilio en 1955, e incluyó numerosas citas sobre ella en sus libros. «Como soy de Moguer y de Sevilla,/canto mis ilusiones en seguidillas», dejó escrito en el poema 'Tartesia linda'.
«La relación entre Juan Ramón Jiménez y Sevilla fue muy intensa», señala la investigadora y experta en la obra del poeta onubense Rocío Fernández Berrocal, autora de 'Tartesia Linda', fruto de su tesis doctoral dedicada a esa conexión del poeta con la ciudad y que fue premiada en 2006 por la Fundación Focus. «De la admiración y vocación del escritor hacia Sevilla, donde despertó su vocación poética, nacieron muchas prosas y poemas dedicados a la ciudad e incluso un libro titulado 'Sevilla'», añade Fernández Berrocal, así como referencias en obras fundamentales como 'Diario de un poeta recién casado' y el poema 'Espacio'.
El Nobel abandonó la pintura en favor de la poesía en Sevilla, a la que volvió durante toda su vida y se planteó fijar residencia
Aquel libro de esta investigadora incluía una ruta por la Sevilla de Juan Ramón Jiménez, con paradas en los lugares que le marcaron, como la calle Gerona, donde recibió clases de pintura, y Otumba, donde tuvo una novia; o aquellos otros a los que le gustaba volver, como el Parque de María Luisa y el Hotel Inglaterra, su favorito y donde se alojó a la vuelta de Nueva York junto a Zenobia Camprubí, que por cierto se sacó el carné de conducir en la ciudad.
Fernández Berrocal lleva años intentando que la ruta se convierta en realidad mediante la señalización con placas de esos lugares relacionados con el autor de 'Estío', para que todo aquel interesado en su figura pueda seguir sus pasos por la ciudad.
Ahora ese deseo está más cerca de concretarse, ya que la iniciativa ha recabado los apoyos de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, la Universidad de Sevilla, la Fundación Juan Ramón Jiménez y el Real Círculo de Labradores y Propietarios de Sevilla. «Este último ha decidido dar el paso y hemos quedado en septiembre para ir al Ayuntamiento y pedir cita con el alcalde», explica.
De la 'Jiralda' a Triana
La ruta señalaría enclaves como el Ateneo y la 'Jiralda', como la llamaba el poeta y con la que comparaba a su esposa —«Jiralda, ¡qué bonita/ me pareces, Jiralda —igual que ella,/ alegre, fina y rubia—...!»—; y el barrio de San Lorenzo, porque como señalaba Juan Ramón Jiménez, «lo primero que yo escribí en verso fue una rima becqueriana. Lo recuerdo con exactitud. Vivía yo en Sevilla, calle de Miguel Cid».
Otros enclaves serían la Plaza Nueva, el Guadalquivir por el que tanto le gustaba pasear, la Universidad de Sevilla en la que se matriculó sin interés en Derecho por presión paterna e, incluso, la actual Galería de ABC, pues en el antiguo convento de los Remedios tuvo un estudio el pintor Daniel Váquez Díaz y esta investigadora cree que Juan Ramón Jiménez pudo conocerlo, ya que en sus textos se refiere a una azotea en Triana desde la que «se veía ponerse el sol contra la Catedral y la Jiralda, términos rosafuego entre el verde oscuro». Otra página más entre las muchas que el poeta dedicó a una ciudad en la vivió y siempre quiso volver.
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