Sevilla 1929, la ciudad de los prodigios

Hace noventa años de un día como hoy se inauguró oficialmente la Exposición Iberoamericana de Sevilla. Fue un certamen que cambió el destino y el aspecto de la ciudad. Una circunstancia muy similar a lo que ocurrió con la Exposición Universal de 1992, como si la ciudad sólo pudiera modernizarse urbanísticamente con el ilusionante y efímero mundo de las exposiciones .

La primera exposición con carácter universal fue la de Londres de 1851. A partir de ese momento se inicia una «fiebre de las exposiciones» que también cuajaría en Sevilla. Fue el empresario y militar Luis Rodríguez Caso quien lanzó la idea de celebrar una exposición internacional en 1911, un proyecto ilusionante que conectaba con el espíritu regeneracionista que vivía la ciudad. Sin embargo, el certamen se retrasó por diversas circunstancias.

El jueves 9 de mayo de 1929 la ciudad era una fiesta . «El Liberal» describía así el ambiente cosmopolita: «Hay millares de forasteros y ha llegado una cantidad de vehículos como jamás vimos. A pesar de ello, no se ha registrado hoy ningún atropello ni ha ocurrido el menor accidente».

La gente quedó asombrada con los pabellones que habían surgido en la zona Sur, aunque el día de la inauguración no estaban todos terminados . El de Brasil no abrió sus puertas hasta el 26 de mayo y el de Colombia se retrasó al 26 de septiembre. Pero hubo casos más graves como el de Almería que ni siquiera llegó a inaugurarse.

Pero ¿cómo fue ese día de la inauguración? Los Reyes estuvieron acompañados por las autoridades , pero la prensa destacó la ausencia de personalidades extranjeras. Un hecho que continuó durante el resto de la celebración.

En la Plaza de España ideada por Aníbal González -que moriría sólo unos días más tarde- se colocó una tribuna con tapices de la Casa Real. El historiador Eduardo Rodríguez Bernal en su libro «Historia de la Exposición Ibero-Americana de 1929» describe el acto oficial. «Se inició con una carrera oficial para la comitiva regia cubierta por soldados desde el Alcázar hasta la Plaza de España. Veintiuna salvas de artillería anunciaron su salida».

El 9 de mayo también se inauguró el Teatro de la Exposición -actual Teatro Lope de Vega- con «El vergonzoso en palacio» de Tirso de Molina. Pero en la actuación de la Capilla Real de Viena del 21 de mayo apenas hubo público.

Fue otra de las constantes del certamen. Y es que una de las razones de su escaso éxito fue la escasa publicidad y también «la propaganda política contre el Régimen », según apunta Rodríguez Bernal. Además de que 1929 fue el año del crack económico.

Tampoco podría olvidarse el alto precio de las entradas de acceso: dos pesetas. Habría que recordar que el sueldo de un oficial albañil era de diez pesetas y el de un peón de siete. El director de «El Liberal», José Laguillo , denunciaba que las familias obreras y la clase media -el 85 por ciento de la población-, no podían visitar la exposición de su ciudad.

Fue un año en el que cambió el aspecto de la ciudad. Sin embargo, y a pesar de su espectacular legado, la exposición fue una pesadilla económica para los ayuntamientos que ‘heredaron’ la deuda. Así se refleja en las cuentas municipales de los años republicanos. Como una triste paradoja el 22 de febrero de 1936 hubo una terrible riada y se alojó a los afectados en los locales de la Plaza de España donde estaba el archivo del certamen. Los realojados no dudaron en quemar aquellos papeles para calentarse del frío imposible que anticipaba la gran pesadilla.

Con los años, sin embargo, la Exposición del 29 forma parte del mejor imaginario de la ciudad y un hermoso momento histórico en el que Sevilla fue una fiesta.