Ricardo Iniesta: «Vestir con vaqueros la tragedia griega, le quita grandeza»

La obra, recién estrenada en el Festival de Sagunto , tenía que haberse estrenado y coproducido por el festival de Niebla, suspendido por la pandemia. El próximo día 16 de agosto, se pondrá en escena en la sede de Cáparra (Cáceres), del Festival de Teatro Clásico de Mérida.

«Con esta obra se trataba de hacer un homenaje a mi hermano, Carlos (fallecido en 2008), que hizo las adaptaciones de Electra, Ariadna.... En esta versión hay un cincuenta por ciento de texto nuevo que he retomado de lo que habíamos trabajado Carlos y yo y de un rastreo de otras versiones», dice Ricardo Iniesta.

Hace veinticinco años los hermanos Iniesta partieron de la versión de Hoffmansthal, «y éste se basa sobre todo en la de Sófocles, que de las tres de los grandes dramaturgos, es la más potente. La Electra de Eurípides es la más costumbrista, y para mí la empequeñece un poquito porque le quita mucho coro. Hay una visión mía que ha cambiado con respecto a la de hace 25 años porque introduzco en el principio a Orestes para hacer cómplice al público de lo que va a pasar, tiene menos sorpresa pero tiene más compasión hacia los personajes».

La obra, además de la dirección de Ricardo Iniesta, cuenta con la coreografía de Juana Casado y Lucía You,el vestuario de Carmen Giles y Flores de Giles y el maquillaje de Manolo Cortes, además del diseño de luces de Alejandro Conesa, en un elenco encabezado por Silvia Garzón como Elektra, junto a María Sanz, Lidia Mauduit, Raúl Vera, Javier Domíguez, Garatzi Aldasoro, Imasul Rodríguez y Elena Aliaga.

El director teatral piensa que el público le ha perdido «el miedo» a la tragedia griega, «ahora estamos en tiempos convulsos, no como en los 90 que eran años muy light. Ahora no, y por eso la tragedia griega cuenta las cosas con una universalidad que hace que sea muy atractivo para el espectador. Ahora bien, hay que tener cuidado en cómo decir los textos , porque una tragedia griega debe tener el pulso y la fuerza, y te lo dicen como el que está en un bar tomando una copa. Ni lo declamatorio ni el naturalismo doméstico. En el teatro hay que trabajar con una energía», dice rotundo.

Sin embargo, piensa que se debe establecer un «puente» entre la tragedia griega y nuestros días, «pero a mi modo de ver eso ni significa vestirla con vaqueros o con un móvil, eso para mí le quita grandeza. Eso sí, las grandes pasiones humanas son las mismas», dice.

El teatro, tocado

TNT Atalaya fue de las primeras compañías españolas que tras el confinamiento volvió a los ensayos, y luego retomó las giras. «El público está yendo al teatro. Hemos estado en Olite y el castillo estaba lleno, con la distancia social. En Sagunto y en Itálica, igual. Lo que estamos viendo es que el público tiene ganas, y los actores, también. Las primeras salidas han sido muy emocionantes, pero claro, se han suspendido muchas giras y festivales. Yo tengo más miedo a lo que pueda pasar, no tanto a enfermar, sino a las suspensiones. Hay que vivir al día».

TNT está en la asociación de compañías históricas con más de 25 años, «y si nosotros estamos tocadas, las jóvenes mucho más . A nosotros nos pilla con infraestructura, pero la gente que no pueda solicitar ayudas, pues adiós. Tanto el Ministerio de Cultura y la Junta han apostado por ayudar para que esto no se convierta en un tsunami, pero el que no tenga cimientos fuertes, está perdido y me consta que son bastantes compañías».