Rescatan el 'Diario íntimo' de Juan Ramón Jiménez, obra esencial para conocer el pensamiento del joven poeta

Hasta la fecha sólo se conocía este texto   a través de la versión que preparó Ricardo Gullón en la revista ‘Peña Labra’ en el año 1988, pero esa fue una edición incompleta y con errores. Posteriormente, en 2007, Mari Ángeles Sanz recopiló una breve selección de sus páginas en 'Antología de prosa lírica' (Cátedra). Por tal razón, la labor realizada por González Ródenas ha sido muy intensa, porque ha tenido que reunir los manuscritos del   'Diario íntimo', que se encuentran repartidos en España y Puerto Rico . La filóloga localizó un único manuscrito compuesto de 61 páginas, de las cuales 5 páginas estaban manuscritas a tinta y otras 56 a lápiz y tinta.

Esta investigadora de la obra del ganador del Premio Nobel ha agradecido el apoyo que le ha ofrecido en todo momento la directora de la Cátedra JRJ, Rosa García Gutiérrez . También ha subrayado la labor del primer director de esta institución, Eloy Navarro . Igualmente ha destacado el papel jugado por Carmen Hernández-Pinzón, «porque me ha ayudado a dar con las fuentes de este texto». Asimismo, ha dicho que «la dificultad era que unas hojas del diario estaban en Madrid y las otras en Puerto Rico, además de que estaban desordenadas» . Igualmente ha comentado que había «palabras ilegibles que yo he recompuesto». También «hemos incluido las cartas y poemas que citaba Juan Ramón en el diario. Aquí hay dos poemas inéditos y unas cartas inéditas ».

El diario refleja un año «fundamental» en la vida de Juan Ramón como fue ese 1903, ya que acababa de salir del Sanatorio del Rosario . Allí había unas monjas de apenas 18 y 19 años con las que el poeta entabló una relación muy especial, ya que este tenía 21 años. De hecho, estas religiosas aparecen mencionadas en el diario y representan su ideal femenino en una época en la que el autor de 'Platero y yo' se sentía extremadamente solo y aún faltaban diez años para que conociera a Zenobia. Había una monja en concreto, sor Pilar, que veía como su ideal de mujer y la llamaba su Venus de Milo. La hermana Amalia fue trasladada de inmediato a Barcelona, mientras que el poeta fue expulsado en el mes de junio.

En todo caso, Juan Ramón decía que aquella había sido la etapa más feliz de su vida , ya que en el sanatorio de las Hijas de la Caridad el poeta tenía una 'cohorte' de admiradores en la que no faltó la presencia de grandes escritores como Alejandro Sawa o Ramón María del Valle-Inclán . Como asegura Rosa García Gutiérrez, ese año 1903 «fue esencial, pues fueron los meses en los que el poeta editaba la revista 'Helios' . Era una época en la que estaba buscando su lugar en el mundo y esa revista era un alimento espiritual para esa sociedad desespiritualizada«.

Además, en el sanatorio fue atendido por el neurólogo Luis Simarr o , un personaje que fue clave en la vida de Juan Ramón, no sólo por el tratamiento médico que le ayudó en los momentos de crisis y depresiones que pasaba el poeta, sino porque, como dice Carmen Hernández-Pinzón «lo acogió en su casa y le abrió una inmensa biblioteca en la que descubrió a grandes filósofos como Spinoza ». En esa residencia clínica entró en contacto con el krausismo , con Giner de los Ríos y la ciencia, algo que fue también fundamental en su pensamiento.

Asegura la sobrina nieta del poeta que « a Juan Ramón se le conoce mal como poeta, pero se le conoce aún peor como hombre . Hay muchos prejuicios porque tuvo sus avatares con la Generación del 27 y eso le ha creado muy mala fama, pero fue una persona generosa y tremendamente agradecida. Tenía una gran calidad humana y una ética intachable. Admiraba, además, a personas que nada tenían que ver con sus ideas y que luchaban por un ideal, como Ezra Pound , que defendió a Hitler y Mussolini, pero a pesar de ello fue de los pocos que lo visitó cuando estaba en el manicomio«.

Por su parte, el editor de Athenaica, Ignacio F. Garmendia , ha resaltado que «este es un libro importante del joven Juan Ramón. Era ya un gran poeta, como demuestra su correspondencia con Rubén Darío , pero estaba un poco perdido y no sabía qué hacer con su vida. Por las páginas de este diario circulan Alejandro Sawa, los hermanos Machado , Villaespesa , Valle-Inclán, etc.«. Además, Garmendia ha alabado el trabajo de Soledad González Ródenas, »una absoluta maestra en la edición de textos de Juan Ramón. Es una edición limpia que restituye un original que se editó de forma deficiente«.