Real Orquesta Sinfónica de Sevilla
Esa música ‘invisible’
Saludamos con regocijo la vuelta de la música de cine de la mano de la Sinfónica en este festival que se celebró en el Cartuja Center Cite
Carlos Tarín
Hace años que perdimos aquella joya que eran los ‘Encuentros de la música de cine’ , en la que pudimos ver y oír en director a las batutas míticas de la historia del cine (E lmer Bernstein, Howard Shore, Jerry Goldsmith …). Vuelve ... ahora esa unión del cine con la música y la ROSS, de la mano del Festival Internacional de Música de Cine de Sevilla que dirige Francisco Cuadrado, planteado como escaparate de la música de cine española, desde la ‘Tabarka’ de hace 25 años a la más reciente (todas las partituras eran estrenos mundiales o europeos); de hecho, la mayoría de los compositores estuvieron presentes, e incluso con sus móviles fueron alumbrando a sus compañeros a medida que el director lo iba requiriendo.
La cita fue en el auditorio del Cartuja Center Cite , donde la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla demostró seguir en racha, bordando todas y cada una de la obras programadas , que es seguro que dejaría sorprendidos a los compositores presentes. También el director se lució con una dirección fresca , vivaz, atenta (aunque alguna que otra entrada se le pasó, incluyendo en su propia obra).
Pero tirando del ovillo encontramos la madeja. Al no disponer de concha acústica, este auditorio requiere de un sistema acústico-electrónico llamad o ‘Constellation’ , que dota de la reverberación necesaria al auditorio. Verdaderamente apenas se nota (el sonido oímos cómo proviene de cada sección instrumental, sin añadir coloración alguna), elimina una acústica seca y permite oír los instrumentos situados más atrás y de menor sonido (por ejemplo, el viento madera), en recintos como este donde en las diez primeras filas el espectador está por debajo y en todo caso al ras del escenario, con lo que esos instrumentos traseros llegan con dificultad, tapados por el muro de la cuerda.
Viene toda esta historia a cuento de que esto último fue lo que oímos durante la primera parte del concierto, la dedicada a los compositores de cine españoles, música por cierto muy bien terminada, que dio muestras del dominio orquestal de sus autores , generalmente amable (algo más adusta en bandas como la de 'Asesinos inocentes' de Pablo Cervantes ) y, como decimos, con todos los elementos a su favor.
Y aunque no hubo descanso, decimos la segunda parte como podíamos decir el segundo bloque, que estuvo dedicado íntegramente a John Williams. Pues nada más empezar los primeros compases de la BSO de ‘Tiburón’ era como si los micrófonos traseros, insistimos en los de las maderas, por ejemplo, se hubiesen activado y pudiésemos oír la orquesta al completo. Era la misma orquesta, auditorio y director, pero habíamos pasado del blanco y negro al color, de una tarde de calma chicha a sentir el aire fresco de una noche verano.
Gran compositor
Si hubiera que resumir la música de John Williams en tres conceptos hablaríamos de un gran compositor , es decir, del músico que sabe cómo expresar sus ideas -especialmente las que deben potenciar las escenas cinematográficas-; reconoceríamos a un gran orquestador, que conoce profundamente la tímbrica de la orquesta y sabe cómo combinar los distintos colores de los instrumentos para crear tonalidades nuevas; y, por último, dominar el mundo de la disonancia como pocos, de forma que sus bandas sonoras sean adoradas por todos, desde las de temática más pegadiza y popular (pero escuchen lo que lleva consigo, esa música-lapa en la que no nos solemos fijar) a las más camerísticas o ‘difíciles’.
El director ofreció un ‘bis’ (debería saber que un bis es la repetición de una obra o parte de ella que se ha oído en el programa) o, mejor, lo que solemos llamar una propina (es una pieza que se ‘regala’ al público, pero que no se ha interpretado en el programa), de una obra suya dedicada a Williams .
Acaso fuese la más elaborada de cuantas oímos, pero también la que más buscaba reproducir el estilo del maestro. Cuando Picasso pintó ‘sus’ meninas no buscó simplemente cambiarles las caras, la posición en el cuadro, o volver a inventar la perspectiva aérea, sino que las recreó a través de su concepto pictórico, a cómo se verían no en el siglo XVII sino en el XX. Porque es seguro que si John Williams tuviese que empezar a componer en estos tiempos no hubiera seguido el estilo de sus predecesores.
Saludamos con regocijo la vuelta de la música de cine a nuestra oferta cultural, esperamos seguir conociendo a esos músicos desconocidos que hacen posible intensificar las emociones que el cine nos propone: ¿recuerdan alguna película sin música? ¿sería lo mismo una película de terror o una comedia, sin música? Y al terminar el visionado ¿recuerdan algo de la música de la película que les ha encantado? Difícilmente. Este Festival quiere que nos fijemos.
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