Flamenco SinCejilla
Se prohíbe el cante en Cartuja Center de Sevilla
Esperanza Fernández presenta su último disco, con ese título, este sábado 19 de febrero en compañía de Argentina, Jesús Méndez, Rancapino Chico, La Tremendita y María Terremoto, entre otros
Luis Ybarra Ramírez
Algo de promoción ha hecho Esperanza Fernández estos días junto a su padre, el cantaor Curro Fernández . «Estaremos en Cartuja Center Cite el sábado 19 de febrero arropados por un montón de compañeros», dice ella. «¿Quiénes?», le pregunta él, muy serio, como fuera ... de entrevista, pero dentro. «Argentina, Rancapino Chico, La Tremendita, Jesús Méndez, María Terremoto…, a las 21 horas, papá, en Cartuja Center, y tú también vas a estar y te va a encantar, que no lo conoces». «¿Que yo voy a estar? No sé qué me estás diciendo». Su hija ríe, con una mezcla de complicidad y ternura: «Es un auditorio maravilloso». Y él comparte su última duda como antesala de una carcajada enorme: «¿Como tú?».
Acudí a charlar con la artista que publicó el disco ‘Se prohíbe el cante’ el pasado año y que se dispone a hacer su primera gran presentación en público y terminé riendo con un tipo que ha cruzado varias veces el mundo con lo más granado del baile. Grabó en solitario, perdió la voz, se sumió en un pozo de tristeza y recuperó a través de las letras una forma de expresión: la poesía. Su vida son un montón de anécdotas que se hilvanan. Y él es, sobre todo, la primera referencia de una de las voces esenciales de hoy. La de Esperanza Fernández, el eco moreno y sevillano de su generación .
‘Se prohíbe el cante’, que hace alusión a ese cartel que pobló las paredes de algunas tabernas malajes , es un retrato generacional y a la contra de las corrientes actuales. Un álbum grabado en directo que reivindica la trasmisión por la vía más directa. La queja de boca a oreja sin arreglos ni complejas postproducciones. Un micrófono y el cante en sí, suscitado por ese cartel que en el fondo siempre buscó al talentoso que lo esquivara y al que nadie pudiera, ni se atreviera, callar. «En realidad», apunta Curro, que los vivió, «eso quería decir que se prohibía el cante de los malos . ¿Quién iba a decirle a Mairena: ‘¡Silencio!’?».
Pues esa es la idea. Sin conceptos, sin más aditivos que los propios del género jondo: «Es el disco más comprometido de mi carrera . Antiguamente, te lo puede contar este señor que tenemos aquí, se grababa así: de corrido, sin parar, como salía. Eso ya no se estila, cuando en realidad es la mejor forma de escuchar flamenco, como hemos recibido el legado de las figuras más importantes de todos los tiempos. Yo tengo discos de estudio de los que estoy muy orgullosa, pero ahora estaba segura de hacer esto. Un proyecto que me ha exigido mucho y que no puede hacer cualquiera. Debes estar muy preparada para sentarte ahí con doce cantes por delante. También tener un conocimiento muy amplio: hago estilos en desuso que he vuelto a poner en órbita entre algunos jóvenes. La tradición está viva».
Expectativas altas para Alfonso Losa en Jerez
El Festival de Jerez, gran escaparate de la danza, curiosamente, en la tierra del cante por excelencia, arrancó esta semana su XVI edición con el Ballet Nacional. A lo largo de los próximos días, se darán cita algunas de las propuestas más esperadas. Una de ellas, se comenta por los lares jondos, es la de Alfonso Losa, que prepara su ‘Flamenco: espacio creativo’ desde los estudios de Amor de Dios, en Madrid.
Muchos compañeros de oficio, del Farru a La Yerbabuena, lo han comentado: «Tú lo ves», le decía la bailaora, en referencia a que es capaz de vislumbrar algo más allá de lo tangible cuando se calza una botas. En la Suma Flamenca protagonizó uno de los espectáculos más aclamados. El 24 de febrero llega al Teatro Villamarta con la dirección artística de . De avanzado sentido rítmico y capacidad técnica, espera causar las mismas sensaciones en Andalucía, donde su nombre no ha sonado aún con profusión. ¿Difieren los gustos de un público y otro? ¿Dará un golpe en la mesa en el mismo marco donde están programados Farruquito, Rocío Molina y Manuela Carrasco?
‘Homenaje a Silverio Franconetti’
Lo que han hecho Raúl Montesinos y José Luis Rodríguez Ojeda , este a través del verbo, es un ejercicio de arqueología. Acudir a la rondeña del Negro que grabó El Mochuelo y que Enrique Morente convirtió en alegría para tratar de devolverla a su estado primigenio. Perfilar, sobre todo, la figura de uno de los cantaores más trascendentales de la historia del flamenco, Silverio Franconnetti, de quien tan poco sabemos, y dedicarle un álbum al completo. «Cómo cantaría», se pregunta la voz del poeta , aquel tipo que combinó «la densa miel de Italia y el limón nuestro». Esas son las sombras que persigue este trabajo. Invitar, en el fondo, a imaginar el eco de aquel impulsor de los cafés cantantes y creador de algunas de las seguirillas y cabales más interpretadas de todos los tiempos. El «rey de los cantaores», escribió Demófilo, con quien tomaron altura Antonio Chacón o La Parrala. El flamenco en sí, que salió por su inquietud a la palestra.
Montesinos, por su parte, es un artista preparado, eso puedo destacar. El de La Puebla posee un amplio repertorio a su alcance y recursos para afrontar con dignidad la jabera y la serrana, el polo y la caña, los martinetes... Esos estilos sobrios que en su tierra siempre terminan por cuajarse y que en su voz han logrado llamar la atención en numerosos concursos. También unos tanguillos de principios del siglo XX, del Mochuelo, de nuevo; las cabales, cómo no; malagueñas y soleares. Dicen que la frialdad, a menudo, está en el oído del que escucha. No sé qué habrá sucedido esta vez, pero he disfrutado de este álbum sin decir, qué rabia, ningún ole.
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