Monasterio del Socorro de Sevilla: Elegía por las religiosas que se fueron

El cierre de este convento, situado a pocos pasos de la plaza de los Terceros , pesa en la mayoría de los textos que incluye la séptima entrega de las cuidadas carpetas «Lugares de paz y oración» , una iniciativa, que aúna arte, historia y literatura, y de la que es responsable la Orden de Caballeros de San Clemente y San Fernando .

Con ella, esta orden persigue el objetivo de apoyar a los monasterios sevillanos de clausura, como lugares de vida contemplativa, al que hace referencia el título de la colección, «Hortus Conclusus» , que literalmente se traduce por «jardín escondido».

Como señala su presidente-regidor, Antonio María González-Pacheco y Vázquez , en el prólogo de esta edición, la Orden de Caballeros de San Clemente y San Fernando ha querido que esta carpeta fuera dedicada a «este monasterio y a sus monjas concepcionistas como homenaje por tantos siglos de vida entregada a Sevilla».

La carpeta dedicada al Monasterio de Santa María del Socorro es el séptimo capítulo de estos «Lugares de paz y oración», tras los dedicados al Real Monasterio de San Clemente, el Monasterio de Santa Paula, el Convento de San José del Carmen más conocido como «Las Teresas», el Monasterio de Madre de Dios, el Real Monasterio de Santa Inés y el Real Monasterio de San Leandro.

La publicación se presentará el próximo jueves 17 de octubre, a las 19.30 horas, en la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría , donde también se inaugurará una muestra con todas las obras originales de los artistas plásticos que han contribuido a los siete capítulos que por ahora forman la colección, como Daniel Bilbao, Javier Buzón, Luis Manuel Fernández, Carmen Laffón, José Luis Mauri, Concha Ybarra y Teresa Duclós , responsable de los tres óleos que se reproducen sobre papel de algodón en la carpeta dedicada al Monasterio de Santa María del Socorro.

El abandono de este cenobio, atraviesa la carpeta un tono elegíaco al que no se sustrae ni el propio González-Pacheco y Vázquez en el prólogo. Las monjas, señala, «se van ligeras de equipaje, y allí donde la hermosura espiritual, la alabanza a Dios, a oración constante, la liturgia de las horas , se tornó penumbra y solo ya habitan las monjas que yacen en el cementerio monacal, guardianas de cinco siglos de vida espiritual y cultural de la ciudad, que no supo suscitar más vocaciones».

En este texto, el presidente de la orden va introduciendo a los colaboradores que han participado en una carpeta que contiene creación artística y literaria , reflexiones sobre la fe y la contemplación, apuntes históricos sobre la orden, un repaso artístico por el monasterio estudiado e, incluso, una pequeña reseña de la figura del monje en la literatura española.

La creación corre a cargo de Teresa Duclós, «una de las pintoras más importantes del realismo andaluz y la escuela sevillana », en palabras de González-Pacheco y Vázquez, de quien destaca que sus obras «nos harán emocionarnos» con su forma de «contemplar el interior monacal ».

Los poemas incluidos son del sevillano Víctor Jiménez , de quien la editorial Renacimiento, además de publicarle diversos poemarios, realizó una antología de su obra titulada «El tiempo en los labios» (2009). Sus versos evocan la ausencia de las religiosas , «En las tardes, las noches, las mañanas…/¿quién le reza a la Virgen a su lado,/quién al Niño, al Señor Crucificado/desde que se marcharon las hermanas?»; pero también al jardín del monasterio, a un crucificado anónimo del siglo XVI, los pájaros y su propia madre.

Un texto de creación también es la aportación del periodista y colaborador de ABC Juan Miguel Vega , titulado «La soledad de Dios», en el que reflexiona sobre este convento como un lugar de silencio y contemplación en un entorno en el que alrededor «se escancia vino, se sirven tapas, los padres llevan a sus hijos al colegio, un mecánico arregla bicicletas…».

Un silencio ahora más denso desde que «en el jardín ya no se oye la campanilla de los avisos» «ni hay manos de mujeres santas que en el horno se afanen haciendo pestiños, delicias de cielo, tentaciones en las que era obligado caer, pecados veniales cuya comisión no requería más penitencia que dar gracias… a Dios».

Monseñor Paolo de Nicoló es el responsable del texto con un mayor carácter teológico, centrado en la vida contemplativa que practican, sobre todo, los monjes, pero que, en su opinión, «puede ser experimentada por cualquier buen cristiano ».

Una vida contemplativa que en opinión de De Nicoló, que ha trabajado siempre en los campos culturales de la Santa Sede , no requiere entrar en un monasterio «sino aspirar a la perfección sirviéndonos de muchos medios de que la Iglesia pone a nuestra disposición», entre los que cita los sacramentos, la liturgia, la penitencia, la oración, la meditación…

Un carácter más académico tienen los textos del doctor en Filología Hispánica y profesor asociado de la Universidad de Sevilla, Miguel Cruz Giráldez , y del catedrático de Historia del Arte de la Hispalense, Jesús Palomero Páramo .

El primero realiza un repaso del papel de los monasterios y, sobre todo, presenta una serie de apuntes sobre la figura del monje en al literatura española, con paradas en Gonzalo de Berceo , el Arcipreste de Hita o «El Lazarillo de Tormes». Cruz Giráldez se detiene, sobre todo, en Manuel Machado y Gerardo Diego , así como en «Diálogos de carmelitas», de Georges Bernanos , «una obra teatral sobre la espiritualidad y el valor de la fe» personificado en unas monjas guillotinadas en la Revolución francesa por negarse a renunciar a sus votos.

Palomero Páramo traza la historia de la orden de estas monjas que visten túnica blanca y manto celeste, recordando que hasta cuatro establecimientos tuvieron en Sevilla, en las collaciones de San Miguel, San Juan de la Palma, San Nicolas y el mencionado del Socorro, todos hoy desaparecidos.

A partir de ahí, este catedrático de Historia del Arte repasa la fundación del convento del Socorro, sus principales hitos artísticos y detalles de la vida monacal , para concluir con un párrafo que puede leerse como epitafio de toda una época: «El pasado 12 de octubre de 2018 las últimas concepcionistas franciscanas de Sevilla abandonan este oasis de pureza. Atrás quedaban quinientos años de historia , una calle rotulada con el nombre del convento y 4.000 metros cuadrados de suelo residencial».