Flamenco SinCejilla
Josefita del Vereo, cantaora verde aceituna
Nunca se profesionalizó, por eso su arte, del que disfrutaron Fernanda y Bernarda, llega sigiloso hasta nuestros días. A sus 93 años, la cantaora será homenajeada en la Peña Curro de Utrera este sábado 6 de noviembre
Luis Ybarra Ramírez
No tuvo hijos. Tampoco marido ni un padre que le prohibiera dedicarse al cante. El caso de Josefita del Vereo, una de tantas mujeres flamencas que nunca se profesionalizó, es diferente. Corresponde, más bien, a esa humildad de no tomarse demasiado en serio, lo ... que ha dejado fuera de los escenarios a una amplia nómina de artista s. El padre de Fernanda y Bernarda, Chacho José, como lo llamaban, nunca quiso que sus hijas terminaran en esto, pero su deseo cedió a lo inminente. Al contrario, Josefita, hija de Curro Vereo y prima de Perrate , nació antes de la Guerra Civil, empezó a trabajar a los 12 años en la producción de aceitunas y dejó su arte para las reuniones. Nada más y porque quiso. Así llegó a la vejez sin contaminar su voz con agentes externos. Cantó cuplés, pero según su tierra. Cantó, aunque menos, algún fandango. Y por soleá. Pero su talento, ese que sorprendió en grabaciones colectivas y en espectáculos como el que se presentó en La Bienal de 2016 en Santa Clara, donde salió llorando desde la butaca, llega hasta hoy superdotado de sigilo. Solo quien lo probó de cerca lo conoce. Su afinación. Su compás... Ese color de la aceituna y la tierra salvaje que tanto gusta a los poetas será homenajeado este fin de semana en la Peña Curro de Utrera, donde se celebran unas jornadas culturales.
A sus 93 años, ve caer las tardes en casa con la órbita plagada de recuerdos. Con los cantaores que pasaron por allí, que, ya imaginan, no son pocos, compartió momentos, cultivando durante toda una vida una suerte de expresión natural. Ella es el flamenco de base .
La investigadora Cristina Cruces, en el ensayo ‘Mujeres flamencas. Etnicidad, educación y empleo ante los nuevos retos profesionales’, apunta las claves de las que derivan las desigualdades de género en esta música, relacionadas con el machismo imperante en determinadas épocas. Esto provocó, por ejemplo, que La Piriñaca tardara casi un siglo en sentarse frente a la cámara y que muchas otras jamás lo hicieran, aunque también existan casos, como el de Pastora, que demuestran lo contrario. Tiene este perfil de mujer, y disculpen lo excesivamente romántico, algo que la convierte en única. Al no profesionalizarse, su baraja de cantes queda reducida a unos pocos estilos. Todo es genuino en ellas, fuera de lo que dicta la industria, misterioso . Y de esos misterios, los de La Bolola, La Perrata o La Sabina, bebieron hombres y mujeres por igual. El machismo, por allá, trajo la injusticia de que quienes tenían mucho que ofrecer no lo hicieran como es debido, aunque también ese resultado de la perla oculta. De la raíz que no trata de lucirse, sino de disfrutar entre los suyos. Nadie, de puertas para afuera, las reconoce como es debido, pero en su transmisión oral son esenciales para la concepción de este arte nuestro.
‘Te lo dice Camarón’: por Camarón...
Lo más complejo para vivir del pasado es que hay que saber utilizarlo. Que no basta con la mera reproducción y que, al hacer de aquello algo novedoso, hemos de aportar. Tal vez por este motivo el disco que ha grabado la familia de Camarón de la Isla no funciona. Porque se cimenta en uno de los legados más poderosos de la historia del flamenco para dar como resultado algo que está muy lejos de él , tanto en lo conceptual como en su envergadura.
La mano de Carles Benavent , Tino di Geraldo y Jorge Pardo otorgan algo de consistencia a la propuesta, pero la ausencia de ideas, de profundidad, deja todo en la cáscara de las cosas. Pura superficie. Gema, Rocío y Luis Monje versionan piezas tan emblemáticas como el ‘Volando voy’ que escribió Kiko Veneno, ‘La leyenda del tiempo’, el ‘Romance de la luna’ y ‘Te lo dice Camarón’. Las menciones a ese gitano exquisito de los 70 junto a Paco de Lucía, extasiado de afinación, compás y frescura, se reducen a los tangos ‘Rosa María’, que llegan desde una estética excesivamente popera. También han incluido dos creaciones nuevas: la canción ‘Capitán de mis sueños’, donde trato de buscar al genio de San Fernando y no lo encuentro, y la bulería ‘Mi vecina’.
La tentación de adentrarse en su apellido, al ser hijos de uno de los artistas más talentosos e influyentes de la música en castellano de los últimos tiempos, entiendo que es enorme. Pero quizá sea ese el precio que han de pagar por recibir tal herencia. Tener que dejarla quieta. Solo venerar, porque lo mejor que puede hacerse aquí por Camarón no es precisamente cantar por bulerías . Y todo esto lo escribo con más rabia que miel por Camarón, a quien tanto debo.
Pepe Yáñez y la hazaña de pintar un suspiro
Eso es lo que trata de hacer el pintor sevillano Pepe Yáñez con el pincel. No apresar el movimiento, tarea en la que ya se embarcaron los prehistóricos en las paredes de las cuevas donde habitaban, sino retratar un suspiro . Hacer de esta manifestación artística, el flamenco, un ente que paradójicamente se vuelva eternamente libre sobre el papel. Morir en un trazo. Hacer sonar una guitarra en esa dimensión plana desde la que él busca los tuétanos de algo, lo que se esconde detrás de una muñeca al aire, el ayeo de un cantaor y el bordón al tocarse por la yema del guitarrista.
Sus ‘Exvotos flamencos’, la exposición que se inauguró el pasado 2 de noviembre en la Casa Murillo, en el barrio de Santa Cruz, podrá disfrutarse hasta el 9 de enero . La muestra, a través de la línea y de la mancha, del dibujo, se adentra en escenas llenas de intimismo. Rituales en los que, entre franjas y palmas, bosquejos difuminados y colores esenciales, parecen escucharse ecos. Momentos efímeros de la danza capturados más por el pecho que por la memoria, arrebatos de oscuridad y alborozo. Pepe Yáñez, como ya hizo en la portada del disco de Caracafé, sale en busca de eso. Los de los suspiros.
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