Novela

Jorge Volpi: «Con 250.000 muertos en México es difícil no confrontarte frente a la violencia»

El autor mexicano presentó en Sevilla 'Partes de guerra', una novela que disecciona la situación de su país

El escritor Jorge Volpi en un hotel sevillano Maya Balanya

Jesús Morillo

Adscrito a la generación del 'Crack' , en la que militaban sus amigos Eloy Urroz y el desaparecido Ignacio Padilla , y con intereses coincidentes con los autores de la antología 'McOndo' del chileno Alberto Fuguet , ... Jorge Volpi (Ciudad de México, 1968) se reveló pronto como uno de los jóvenes autores más singulares de la literatura latinoamericana gracias a 'En busca de Klingsor' (1999), una deslumbrante novela sobre la relación entre la ciencia —uno de sus mayores intereses— y el mal a través del proyecto atómico del nazismo y que inauguró la segunda etapa del Premio Biblioteca Breve .

Desde entonces ha alternado la narrativa y el ensayo en una trayectoria ascendente y que en los últimos años ha vuelto su mirada sobre su México natal, como consecuencia de la feroz violencia desatada en la guerra de gobierno contra el narcotráfico, con novelas como 'Las elegidas' (2015), 'Una novela criminal' (2018) —ganadora del Premio Alfaguara— y 'Partes de guerra' (Alfaguara), que acaba de publicar y en la que sitúa a un grupo de neurocientíficos que investigan el asesinato de una niña de catorce años a manos de su prima y otro adolescente en la frontera sur de su país. Un análisis profundo y una narración brillante en torno a las causas últimas de la violencia , pero también sobre la imposibilidad de conocer, incluso, a los amigos y familiares más próximos.

Portada de la novela

Su nueva novela guarda relación con sus dos últimas, ¿la violencia es el gran tema del México actual?

Sí. Como sabe, los escritores de mi generación cuando empezamos lo hicimos escribiendo de otros lugares y de otros tiempos, que no fueran México. Pero a partir de 2006, de pronto, en México, que era un país relativamente pacífico, con ochenta años de cierta calma, estalla la violencia a niveles nunca imaginados. Llevamos acumulados desde entonces 250.000 muertos y 100.000 desaparecidos, pues es difícil no confrontarte frente a eso. Es como si la violencia nos hubiese llegado a muchos escritores. Como dice la artista plástica mexicana Teresa Margolles: de qué otra cosa íbamos a hablar. Frente a estas cifras de esta violencia, los temas que no nos interesaban, se volvieron imprescindibles.

Cierto, sus primeras novelas se ambientaban en Europa y abordaban temas como la creación de la bomba atómica o el mayo del 68, pero la violencia les ha obligado a abordar la realidad mexicana.

Los últimos tres libros no forman una trilogía, pues son muy distintos: 'Las elegidas' es una novela en verso; 'Una novela criminal' es una novela sin ficción; y esta es una novela novela. Pero es cierto que las tres relatan violencias distintas y concomitantes y que tienen detrás lo que tiene, sobre todo, 'Una novela criminal', que es la ausencia de justicia y de un Estado de derecho en México.

Si en 'Una novela criminal' se aborda este tema desde un punto de vista sociológico o periodístico, en esta caso va al interior de la violencia desde la neurociencia.

Exacto. La otra al ser una novela sin ficción me llevó a ver cómo funcionaba la justicia en México. Aquí realmente intento indagar más en el origen de la violencia. Quizás en el fondo yo quería preguntarme por qué un país que había sido durante toda mi juventud e infancia relativamente pacífico se convierte en este cementerio y esta carnicería. Y para eso está este caso de niños o adolescentes asesinos que es un tema que siempre me había intrigado mucho y tratar de preguntarme qué hace que unos niños puedan convertirse en asesinos y haya situaciones que les lleven a una violencia extrema. Llevo, además, quince años tratando de investigar temas de neurociencia, dando cursos sobre ciencia y literatura, publiqué el ensayo 'Leer la mente' y lo que estoy escribiendo ahora es un ensayo sobre eso también, pero quería que los protagonistas ahora fueran neurocientíficos. Y son ellos los que se convierten en una especie de detectives en esta novela para tratar de entender el origen de la violencia y qué lleva a estos niños a cometer ese acto.

Unos niños de Secundaria que juegan a ser narcos, ¿está tan interiorizada la violencia?

Eso viene de un caso real. El caso de unos adolescentes que asesinan y torturan a otro y que cuando les preguntaron por qué dijeron que estaban imitando a los narcos de los medios de comunicación, pero también de las series, de las telenovelas y de las películas. Esa parte viene directa de la realidad.

«La neurociencia, la antropología y otras disciplinas afirman que no somos ni un lobo para el hombre ni desde luego el buen salvaje»

En la novela los neurocientíficos discuten sobre la violencia apareciendo la dicotomía Hobbes-Rousseau, hombre malo o bueno por naturaleza, ¿ha llegado a alguna conclusión sobre ella?

Sí, digamos que lo que nos dice la neurociencia, la antropología y otras disciplinas sobre la violencia es que no somos ni el lobo para el hombre ni desde luego el buen salvaje. Que no solo es la educación ni tampoco la naturaleza. Somos ambas cosas todo el tiempo. Somos una especie más violenta que los chimpancés, que son muy violentos, pelean todo el tiempo y no paran todo el tiempo de hacer demostraciones de fuerza, pero es raro que se asesinen. Pero también somos mucho más cooperativos que los bonobos o los chimpancés. Tenemos esta doble cosa y lo que me parece interesante es qué hace que de pronto nos decantemos por un lado nada más o por el otro, qué hace que haya sociedades más cooperativas y sociedades que parecían funcionar pero que algo se quiebra en su interior y las lleva a la violencia desmedida.

La violencia la presenta de forma ambivalente, porque todas las víctimas son también verdugos.

A mí me interesaba mucho esa parte de personajes que no solo son verdugos o solo víctimas, porque lo que sí vemos es que la violencia crece en espirales. Muchas veces los que son violentados y son víctimas de la violencia se convierten luego en victimarios, en verdugos. Y ahí está la metáfora al país me parece que le ha ido pasando eso.

Por eso sitúa la acción en la frontera sur, para mostrar esa doble condición de víctima y verdugo de México.

Exacto, haciendo el trabajo sucio para los gringos.

La mentira es el otro gran tema de la novela.

Son dos temas que están ahí presente. Al principio, y este es un tema muy presente en la literatura latinoamericana, parecería que los científicos representan la civilización y los chicos la barbarie. La Ciudad de México frente a la Selva Chiapaneca. Y cuando se trasladan estos hacia Chiapas comenzamos a observar que los civilzados no lo son tanto, que hay una gran cantidad de conflictos entre ellos y donde van a ir apareciendo envidias, conspiraciones, engaños... y luego el caso extremo va a ser el de Luis Roth, en el que aparece otro tema que me interesaba también, como la impostura y la imposibilidad de saber con quién convives, la imposibilidad de saber quién es realmente el otro. Aparentemente, Lucía está muy preocupada por estudiar a los niños para saber por qué cometieron ese crimen, cuando en realidad no sabe quién es ella misma ni su jefe, amigo, mentor...

Los neurocientíficos de su novela, de hecho, no tienen empatía con las víctimas y las abandonan cuando ven que la investigación no llega a ningún lado, ¿se puede leer como otra metáfora de México porque no va a las causas de la violencia?

Efectivamente, no se resuelven las causas de fondo. Donde se queda esta misión es un fracaso en múltiples niveles. Van con la voluntad de salvar a esos niños, pero al final no entienden la realidad de lo que está pasando ahí.

«No es solo una cuestión de género, es una cuestión de violencia general, institucionalizada e imposible de parar»

Le interesaba el punto de vista de la mujer en esta historia, ¿al final son las más sometidas a la violencia?

Me interesaba mucho que la narradora fuera mujer, es la segunda vez que lo hago apenas. Lo hice en 'El temperamento melancólico' pero cuando casi que comenzaba a escribir y no me había atrevido desde entonces a tener una narradora mujer. Pero también me interesaba que el asesinato no lo cometiera solamente un hombre, que hay muchos así en México, sino que este en particular lo cometen un chico y una chica juntos. Entonces, no es solo una cuestión de género, es una cuestión de violencia general, institucionalizada e imposible de parar.

Al final la violencia está tan imbricada en la sociedad mexicana que no se puede concebir una sin la otra.

En este momento no. En México hubo un estallido de violencia inaudito con la revolución mexicana, pero que hacia el año 1925 termina. Y desde la fundación del PRI, desde los años treinta hasta 2006, es un país relativamente en calma, con poca violencia explícita. Si lo comparamos en ese mismo periodo con Europa, tienen mucha más violencia aquí, con la Guerra Civil en España y con la II Guerra Mundial en el resto de Europa, donde no hay otro estallido mayor de violencia que ese. Tampoco es que México tenga que ser visto como un país violento, de hecho, durante muchos años no lo fue. Y luego volvió a serlo, con estas cifras que son inauditas.

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