Israel Fernández, un fenómeno basado en la revisión de lo antiguo

Su estilo, en lo puramente musical, se encuadra dentro de la escuela madrileña que parte de Camarón y reinterpreta su grito, se topa después con diversos referentes y lo filtra por su tesitura de voz, quebradiza y laína, además de su propia expresión. Con estos atributos hay una amplia nómina de artistas, pero el que está llevando a la gente joven a los teatros, indiscutiblemente, es é l. Y eso, en efecto, sí está relacionado con esa aparente modernidad que envuelve su propuesta.

Su atuendo es distinto al que se le presupone a un cantaor clásico. Fue Pepe Marchena, y disculpen la comparativa con el genio, quien de pronto se vistió a lo Gardel para cantar por soleá apolá hace un siglo. Todo vuelve. Además, los videoclips de Israel Fernández parecen mejor ideados que la media, con lo que esto conlleva en la cultura audiovisual en la que nos movemos. De hecho, él graba videoclips, algo que no hacían los flamencos hasta hace pocos años. A ello hemos de sumar que los cantes que interpreta son cortos, así su seguirilla, lejos de acercarse a los diez minutos, se queda en apenas tres, como si su destino fuera un disco de pizarra, haciéndola más accesible en un momento histórico donde la impaciencia y la desconcentración teletrabajan con nosotros en casa. Los únicos aditivos externos a lo jondo que posee tienen que ver con lo meramente estético ; viste, por ejemplo, una chaqueta que si se convirtiera en unas gafas perfectamente podría llevarlas Elton John o Martirio. Las modas, a menudo, no crecen de los árboles, sino que se crean. Se arman. Todo aquí parece entonces discutible, menos que este chico de 28 años cantó en un programa de máxima audiencia, La Resistencia, un cuplé por bulería de la Niña de los Peines por el que me han preguntado mis amigos.

La Puebla de Cazalla no se ha olvidado de uno de sus hijos predilectos. Así, cuando este, Diego Clavel, cumple sus bodas de oro con el cante, la localidad lo celebra con un gran homenaje. El pasado fin de semana, Calixto Sánchez y José de la Tomasa inauguraron el festival que se está desarrollando para festejar la efeméride, el cual tiene como lema «50 años de cante por derecho». Este sábado 27 de noviembre, además, tendrá lugar la conferencia con la que se rendirá tributo a uno de los cantaores que más ha grabado de su generación, defendiendo en el resto de escenarios del país el estilo propio de su tierra, que tiene en la soleá, la seguirilla y la malagueña su lugar de recreo. Esa conferencia, ‘Su vida, su labor y su obra’, correrá a cuenta del aficionado y estudioso morisco Antonio Reina, Hijo Predilecto del pueblo. Tras su intervención, en la Bodega Antonio Fuentes, actuará Vicente Soto Sordera con Nono Reyes a la guitarra. El domingo 3 de diciembre, finalmente, Raúl Montesinos, María Jesús Bernal y Rubito Hijo , todos ellos valores autóctonos, acompañarán a Diego Clavel en la clausura. 50 años manifestando un dolor que las nuevas generaciones son capaces de reconocer como propio.

Escribo convencido de que la verdad de Chaparro, un cantaor cordobés bastante desconocido por el gran público, coincidirá con la de muchos. O, al menos, será de su agrado. Todo, para mí, se resume en el gusto: al escoger el repertorio, en el orden, en la falta de esa estridencia a la que por desgracia casi nos hemos acostumbrado... En definitiva, estamos ante un tipo que no transita lo que no le pertenece ni viste sus formas, redondas, con rescoldos de Morente, El Lebrijano y Mairena, de lo que no le beneficia. Su eco, sin caer en el letargo, no deja un tercio sin matizar a su paso. Es flamenco libre y de campo, llano como una pared de cal, entre amigos . Ese flamenco que tan solo presume de admiración por los poderosos y del placer que a veces halla en las cosas sencillas. A su lado, poco más que el toque limpio de su sangre: Chaparro Hijo.

Vaya su oreja al galope en este preciso instante hacia la seguirilla que contiene este álbum, pues es quizá el más logrado de todos los cortes . Su velocidad, impropia de este tiempo en el que se canta de forma más pausada, lleva la tensión al extremo de la guadaña. Es untuosa y contundente hasta la cabal del Fillo, donde nada termina de resolverse, dejando algo así como un halo de congoja. De silencio áspero. La soleá, entre Cádiz, Córdoba y Triana, está llena de susurros, como la malagueña del Mellizo que inicia con la malagueña granaína. En la apolá reluce la bandera obligada de Fosforito. Y en los fandangos de Huelva, la reunión donde la amistad explota borracha por las mesas: en la ronda participan El Moya y Pacuto. Rafael Montilla, El Chaparro, trae sevillanas y serranas. También tientos, trillas y pregones. Una verdad que de su boca, por ser suya, parece indiscutible . Y de la que yo, como otros, imagino, he disfrutado.