«La grandeza de los Reyes se mide en los tiempos difíciles»

Como biógrafa del Rey, ¿cree que Don Felipe se encuentra en una encrucijada de su vida como monarca?

Al Rey le ha tocado afrontar desafíos impensables hace unos años, como la deriva que ha tomado el separatismo catalán o el auge de los movimientos antisistema, pero Don Felipe no está ante una encrucijada porque ello supondría que tiene varios caminos a elegir y, en realidad, solo tiene una opción, que es cumplir y hacer cumplir la Constitución. Ya ha jurado dos veces la Carta Magna, una como Heredero de la Corona cuando cumplió dieciocho años, y otra en su proclamación como Rey. Y siempre hará lo que diga la Constitución vigente en cada momento. Es su libro de cabecera, su hoja de ruta.

¿Y la institución monárquica? ¿En qué momento se encuentra? ¿Se ha hecho más fuerte por las adversidades? ¿O más frágil por los últimos acontecimientos?

A diferencia de otras instituciones, la Corona se mira a sí misma con honestidad. Por ello, ha tomado nota de sus propios errores y ha adoptado las medidas necesarias para evitar que se vuelvan a repetir. Don Felipe fue proclamado Rey en un momento muy delicado para la Monarquía y, cuatro años después, ha logrado la mejor valoración de la Monarquía desde su restauración. Según la última encuesta, que realizó en agosto GAD3 para ABC, el Rey cuenta con un 75,3 por ciento de popularidad superando por décimas a los registrados en los mejores años del reinado de Don Juan Carlos. Por lo tanto, la institución se ha fortalecido.

El pasado lunes el Rey volvió a sufrir otra falta de ‘cortesía’ por parte de las autoridades catalanas. ¿Viajar ahora a Cataluña está entre las tareas más incómodas de su reinado?

No es costumbre entre los Reyes mostrar incomodidad ante las contrariedades. Ya lo dijo su bisabuelo Alfonso XIII tras uno de los atentados que sufrió: «Son gajes del oficio». Si comparamos las hostilidades actuales con las de entonces, hemos mejorado. Creo que Don Felipe también ve como gajes del oficio las deslealtades, las descortesías, los abucheos a su persona y al himno, ya sea en Cataluña o en determinados partidos de fútbol.

¿Por qué decidió hacer una biografía sobre Don Felipe?

Fue una respuesta al aluvión de noticias falsas, reinterpretaciones de la historia y bulos que se difunden sin ningún control por las redes sociales y por internet. Me propuse hacer una biografía de hechos probados documentados con fotos. Consideré que era necesario añadir algunas anécdotas que ayudaran a conocer mejor al ser humano.

Además de su experiencia como corresponsal de la Casa Real, ¿se basó en el relato de otros personajes relacionados con el Rey?

Sí, he hablado con sus colaboradores y excolaboradores más próximos, con personas que le han tratado en corta distancia, familiares y compañeros de estudios… Pero esta biografía es producto del trabajo de dieciséis años. Todo empezó cuando ABC me encargó en 2002 que cubriera la información de la Familia Real. Para informar con rigor y honestidad, tenía que conocer a sus miembros, en especial a Don Felipe, que entonces era casi un desconocido.

Precisamente, además de su trabajo y la proyección en foros internacionales, se tiene muy en cuenta la relación del Rey con su familia. ¿Lo más difícil es saber mantener la justa discreción y al mismo tiempo la difusión de este ámbito privado?

Es muy difícil establecer el límite entre la vida oficial y la privada de las Familias Reales, pero creo que en el último año los Reyes han hecho un esfuerzo de transparencia. Hemos visto las bambalinas de la grabación del Mensaje de Navidad, un almuerzo privado en La Zarzuela, el trayecto en coche al colegio de la Princesa y la Infanta, las salidas en Mallorca… Lo importante es que haya coherencia entre la vida oficial y la privada, y la hay.

Don Juan Carlos tuvo su prueba de fuego en la Transición con el episodio del Golpe de Estado, que lo respaldó como gobernante. ¿Vivimos un momento semejante para Don Felipe que determinará el futuro de la Corona?

La grandeza de los Reyes, igual que la de los gobernantes, se mide en los tiempos difíciles. Ahora es cuando tenemos que preguntarnos quién habría ocupado el lugar del Rey el 3 de octubre pasado, cuando se dirigió a todos los españoles tras el golpe separatista catalán, si España hubiera sido una República y su presidente, militante de un partido político.