Generación Z, una nueva forma de entender el flamenco

La industria musical no funciona como motor creativo . Solo graban los artistas proactivos. Por eso ni El Granaino ni Rafael de Utrera, que han de ser referentes para los que empiezan, tienen álbum propio. Camarón grabó ‘La leyenda del tiempo’ por cumplimiento de un contrato. Esto hoy no sucede. Además, la mayor parte de las propuestas quedan fuera de Sony, Warner y Universal , que se reparten el mercado. Los guitarristas, con sus estudios caseros, compiten con panoramas instrumentales que se han consolidado, como el piano , que echó a andar en el pasado y ahora es puro presente. Los jóvenes van deprisa. Si Morente llegó a ‘Omega’ como el resultado experimental de otros proyectos, hoy se quiere hacer la disrupción al principio, sin mostrar credenciales ni desarrollarse con ellas.

Los conservatorios nos enseñan música, pero no a montar un trípode . Esto, en la era de la imagen, habla de la desactualización de los mismos, que no forman al alumnado para el universo al que se enfrentan. Si no estás en las redes no existes. Y los maestros, que no pueden seguir el ritmo de Instagram, TikTok y lo que surja, desaparecen. No importa si vendiste más de 5 millones de copias, como Ana Reverte, si no lo comunicas . Al fin se popularizaron los videoclips. Los vestuarios se diversificaron. La electrónica golpeó con fuerza y la afición no quiso saber nunca más la opinión de los críticos, sino su posición, reduciendo la pluma al titular y empobreciendo el debate.

El Concurso de Cante Jondo de Granada se organizó con la idea de recuperar la esencia perdida. 100 años después, aunque nos digan lo mismo, que esto ya no es lo que era, como exclamó Chacón en una entrevista delante de un imberbe Caracol, seguimos existiendo. El flamenco, que nunca ha sido lo que fue, sigue siendo. Y los que arrancan estos días escuchan lo mismo que aquel niño.

El Festival Flamenco La Yerbabuena llega a su XXI edición con una figura central en el cartel: Miguel Poved a. El evento, el más destacado del año para esta localidad en lo que al cante se refiere, apuesta por un único artista de renombre alrededor del cual orbitan otros compañeros. La Yerbabuena de Plata, que así se llama la distinción que se otorga, celebra el arte del cantaor de Badalona, que actuará con su elenco habitual este viernes 1 de julio: Jesús Guerrero a la guitarra, El Londro como segunda voz , Paquito González a la percusión y Carlos Grilo a las palmas.

Algunos no lo tienen demasiado ubicado, pero Miguel no es el único artista de su casa. Su hermana, Sonia Poveda, es bailaora . Y desde los 90 a esta parte le ha acompañado en numerosas ocasiones, trabajando también en solitario en festivales y tablaos, como Los Gallos. A eso de las 22 horas, se volverá a subir con él al escenario.

Pero no todo queda en familia: Manuel Cordero, veterano cantaor de eco lastimado , que además juega en casa, frente a sus vecinos, desplegará al toque de Manuel Herrera ese flamenco genuino que solo se descubre de puertas para adentro. Populares y honestos tienen una cita en Las Cabezas. El verano trae la enhorabuena del género jondo por todos los pueblos, desde donde se tratan de mantener vivas viejas esencias, con caracoles y gazpachos en el porvenir. Cante al fresco y en contexto.

Tres amigos se han reunido para hacer música. Esa es la única idea que desgajo con claridad diáfana de este álbum. Josemi Carmona, guitarrista de Ketama; Bandolero, percusionista del Café Berlín, y de tantos, en realidad; y Javier Colina, este al contrabajo, se han juntado para compartir composiciones que parecen fruto del encuentro. La complicidad se anuncia desde el título: ‘Vida, de cerca’. Presenta una gran variedad rítmica, armónica y melódica, con influencias que van del flamenco al latin jazz, pasando por las Celtic Woman, Henry Mancini y Sara Montiel en ‘La violetera’ . Y así, en mi opinión, alejan del cine y del pop canciones que nacieron en ese seno y tratan de acercar los sonidos más complejos a los oídos de cualquiera, cayendo en una música amable que se basa, de forma general, en la reiteración de los hallazgos musicales. De ahí el surgimiento natural de los estribillos. El espacio en el que queda el álbum, por tanto, pertenece a nadie: ni va destinado a los más melómanos ni tampoco va para aquellos con escasa curiosidad. Quizá, después de todo, sea para los que sin saber mucho hacen parecer que sí. Un don propio de este tiempo de opiniones cocinas al instante.

He disfrutado del carácter vivaracho de ‘Loro’ y del intimismo de ‘Danny boy’, aunque añore un clímax. La elegancia generalizada hace de la belleza monotonía. El single ‘Vida’ funciona como tal, porque aglutina lo que cuenta el resto. Las colaboraciones de Farruquito y Rozalén, en ‘Juramento’, parecen acertadas, pues aportan un contrapunto, que es lo que necesita este trabajo: quebrar en algún momento el estilo con el que se inicia y desarrolla. Todo me agrada, pero nada me duele . Eso era, al fin, lo de amable.