CENTENARIO
Darío Villanueva: «Saramago ponía el dedo en la llaga y trataba asuntos trascendentes»
El exdirector de la RAE analiza la obra del escritor portugués desde el punto de vista de las ideologías y distopías
Celebración de José Saramago en su centenario
Andrés González-Barba
La figura de José Saramago (Azinhaga, 1922-Tías, Lanzarote, 2010) es tan amplia y rica que se puede analizar desde múltiples puntos de vista. El exdirector de la RAE Darío Villanueva participó recientemente en unas jornadas culturales que el Colegio Notarial de Andalucía ... dedicó en su sede de Sevilla a este gran escritor en el año en que se celebra el centenario de su nacimiento . Este académico abordó la figura del autor luso centrándose en un aspecto muy interesante dentro de su obra, 'Ideologías y distopías'.
Sobre el hecho de haber celebrado estas jornadas en Sevilla —en las que también participaron María Fernanda Abreu y José Joaquín Parra Bañón —, Villanueva dice que «me consta que Saramago tuvo mucha relación con Sevilla y que no será la única actividad que se hará en la ciudad para celebrar el centenario. Tengo contacto con la Fundación José Saramago y con su presidenta, Pilar del Río . Me parece magnífico que una ciudad de tanto poderío cultural como esta, que tuvo una vinculación con este gran escritor, recuerde una efeméride tan importante como la del primer centenario de su nacimiento».
Afirma igualmente este filólogo que «yo tuve una relación muy fructífera y beneficiosa con Saramago, primero como lector y luego como estudioso de la literatura y como amigo. Charlamos y nos encontramos muchas veces. Para quienes conocemos la literatura por los libros, encontrar a un autor que no desmerece para nada el tono de su literatura es una regalía . Saramago, a nivel cultural, estaba a la altura de su literatura. A nivel humano también se justifica la integridad de sus escritos».
Por otra parte, el exdirector de la RAE comenta que la obra de Saramago está «en las antípodas del llamado 'pensamiento débil'. Era todo lo contrario. La narrativa ha evolucionado hacia la insustancialidad, contando historias poco trascendentes. Eso yo lo relaciono con el concepto de Bauman de la 'modernidad líquida' , en la que nada es sólido. Sin embargo, Saramago era un escritor recio y muy buen narrador, pero, sobre todo, un narrador de ideas y convicciones que ponía el dedo en la llaga y que trataba asuntos trascendentes . Tenía una visión colectiva de las cosas más allá del ombligo de cada cual».
En ese sentido, reivindica «la enorme trascendencia de la obra de Saramago desde el punto de vista de la solidez de sus presupuestos y desde la perspicacia en el tratamiento de perspectivas que tienen que ver con nuestra realidad ».
Y para cimentar mejor sus argumentos, este crítico literario asegura que «me he fijado en este género de la literatura distópica, que me ha interesado mucho como lector y estudioso. Las novelas pueden ser un juego, pero también revelación. Las novelas históricas nos deben revelar el pasado. Las novelas contemporáneas, que decía Galdós, sirven para revelarnos este tiempo. Hay otras novelas que subrayan lo que puede venir, adelantando las evoluciones menos positivas de la sociedad, y eso es lo que aporta la distopía. Esta no es más que el futuro alienante. Obras como '1984' o 'Un mundo feliz' pintan una sociedad distópica, inconveniente y agresiva, y lo hacen con una visión profética que en muchos casos se ha cumplido». Asimismo, añade que « 'Nosotros' , del escritor ruso Evgueni I. Zamiátin , fue la primera distopía. Si leemos ahora todas estas historias, vemos que algunas cosas que se describen en ellas como sociedad del futuro están en nuestra sociedad actual».
«A partir de una situación insólita e inverosímil, las novelas de Saramago denuncian vicios y disfunciones de la sociedad»
Llegados a este punto, Darío Villanueva incide en que de que José Saramago cultivó una modalidad de «distopía metafísica» . «No narra una sociedad en donde el futuro se plasma en grandes inventos como pantallas de televisión, como hizo Huxley, o en la organización de todo el mundo en tres grandes potencias que luchan entre ellas, como hizo Orwell en '1984'. La distopía de Saramago no es costumbrista, sino que se basa en unos planteamientos de partida que son muy sorprendentes . Parten de un concepto inverosímil que luego se hace más real».
Esa visión tan particular del escritor luso nace en su novela 'La balsa de piedra' (1986), en la que la península ibérica se despega del resto de Europa y comienza a navegar por el Atlántico. En el caso de 'Ensayo sobre la ceguera' (1995) una extraña epidemia condena a una ciudad a la ceguera blanca. En ese mismo apartado estaría 'El hombre duplicado' (2002), que «parte del mito literario del döppleganger, del doble absoluto, negando una posibilidad de una identidad excluyente y que tengamos una naturaleza única e irrepetible», asegura este estudioso.
Otras obras que entrarían dentro de este grupo distópico serían 'La caverna' (2000), cuyo punto de partida es el mito platónico y que realiza una crítica del consumismo; 'Ensayo sobre la lucidez' (2004), en la que Saramago investiga los límites de la democracia, y 'Las intermitencias de la muerte' (2005), donde la muerte deja de actuar sobre un determinado país.
«Aunque no era creyente, Saramago considera el cristianismo fundamental en la configuración de su persona y de su pensamiento»
Darío Villanueva abunda en el hecho de que «sin necesidad de recurrir a distopías futuristas, las historias del ganador del Premio Nobel surgen de una situación insólita e inverosímil, pero a partir de ahí vienen una serie de acontecimientos muy bien trabados que acaban denunciando vicios y disfunciones de la sociedad . Detrás de todo esto hay un impulso ético. En 'La balsa de piedra', esa distopía en la que la península ibérica se desgaja de Europa y va hacia el sur tiene un sentido: que Europa se aproxime el Tercer Mundo para recomponer y pensar lo que a lo largo de la historia haya podido hacer en un sentido poco ético».
Marxismo y cristianismo
En cuanto a su ideología, este académico de la RAE subraya que «Saramago nunca ocultó su filiación marxista. Tenía una profunda convicción en que el marxismo fue un sistema de interpretación de la historia y de la sociedad que seguía teniendo su vigencia. Aunque reconoce que no era creyente, considera que el cristianismo era fundamental en la configuración de su persona y de su pensamiento. Él dijo que nunca haría una novela de partido sometida a determinados principios ideológicos. A pesar de su fuerte ideología marxista, Saramago no era una persona sectaria ni de partido , ya que siempre se mantenía al margen de lo que era el rol de un escritor de partido . Saramago reconoció cuánto le influyeron el marxismo y el cristianismo en su forma de concebir la realidad y de plasmarla en su literatura».
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