Locus amoenus
Cuando Borges y Calvino coincidieron en Sevilla
Sevilla siempre ha acogido eventos memorables con invitados maravillosos, pero si uno ha prevalecido a través del tiempo, ha sido aquel seminario de Literatura Fantástica celebrado en el Hospital de los Venerables

Más de una vez he comentado que aterricé en Sevilla en enero de 1985 (bueno, en realidad me bajé de un coche litera del talgo nocturno), pero lo que jamás había puesto por escrito, es que habría dado lo que fuera por haber llegado unos ... meses antes, con tal de haber asistido al Seminario de Literatura Fantástica que el editor Jacobo Siruela dirigió para la Universidad Menéndez Pelayo, del 24 al 28 de setiembre de 1984. Jorge Luis Borges e Ítalo Calvino fueron las estrellas más coruscantes de aquel encuentro, pero no sería justo dejar de citar a Rafael Llopis, Gonzalo Torrente Ballester, Luis Alberto de Cuenca, Carlos García Gual y Antonio Rodríguez Almodóvar , todos disfrutando de la hospitalidad sevillana y de Pedro Romero de Solís, primer director de la sede sevillana de la UIMP.
Sevilla siempre ha acogido eventos memorables con invitados maravillosos, pero si uno ha prevalecido a través del tiempo, ha sido aquel seminario de Literatura Fantástica celebrado en el Hospital de los Venerables. Según las crónicas de entonces y el bellísimo libro que recogió las sesiones -‘Literatura Fantástica’ (Siruela, 1985)-, a la conferencia de Borges acudieron 499 asistentes, que abarrotaron asientos, escalones y todos los centímetros cuadrados de suelo disponibles. Entre la multitud estaban varios amigos y amigas a quienes les brillan los ojos cada vez que recuerdan aquel coloquio, aunque la prensa citaba expresamente a Carmen Romero y Soledad Becerril. La nómina sería mucho más larga si me empeñara en reconstruirla.
En su Recuadro del 27 de setiembre del 84, Antonio Burgos reclamaba mármol para una frase de Borges sobre la luz de Sevilla - «Generosa y cóncava mañana» - y pergeñó una crónica de la que rescato esta media verónica: «Era Borges en Los Venerables. Todo un curso de literatura fantástica en cuatro palabras, porque quizá no las pronunció Borges en Los Venerables, sino Los Venerables en Borges. Quizá no fuera Borges quien hablara, sino que era sólo la boca mágica de Sevilla, que lo miras y Borges es como el antiguo león de bronce que había de buzón en la esquina de correos de San Acasio, en la calle Sierpes. ¿O no era Borges? En este punto empiezo a profundizar sobre la propia historia fantástica de Borges en Sevilla y quizá no haya sido Borges quien bajó del avión en silla de ruedas, quien fue a ver, ciego, el flamenco». A continuación, Antonio Burgos fantaseó que el poeta Juan Sierra era quien había hablado en Los Venerables y que Borges había ocupado el lugar de Juan Sierra en otro homenaje que organizó la UIMP. Como se puede apreciar, lo fantástico también anegó las crónicas periodísticas, pues Paquiño Correal echó a Borges a correr con Maradona en el Nápoles, con Endika en el Athletic de Clemente y con Gascoigne en el Newcastle, por las páginas de Diario 16.
La transcripción del coloquio de Borges con los asistentes a su presentación, irradia el respeto y la fascinación que debió reinar en Los Venerables, a pesar de que las preguntas tenían mucho en común con las que pueblan los libros más conocidos de entrevistas a Borges. Sin embargo, las respuestas del gran escritor argentino sí permiten la compulsa con sus respuestas conocidas y diseminadas por libros y publicaciones varias, pues las frases de Borges configuran un universo tan singular y unitario como su propia obra. De hecho, algunas de las preguntas formuladas en Los Venerables partieron de supuestas declaraciones de Borges, como aquella que le atribuyen sobre la superioridad del ‘Quijote’ en inglés y que Borges negó rotundo.
En cuanto a la conferencia impartida por Calvino -fallecido al año de su visita a Sevilla-, quiero hacer hincapié en que Calvino tuvo que escribirla mientras redactaba sus geniales ‘Seis propuestas para el próximo milenio’, publicadas póstumamente en 1988. Por lo tanto, se trata de uno de sus últimos testimonios y ahí leemos algunas precisiones maravillosas acerca de lo fantástico, aunque a mí me conmovió de manera especial su alegato a favor del ‘Pinocho’ (1882) de Collodi.
En suma, el «lugar» que ocupa aquel seminario de Literatura Fantástica en la memoria cultural de Sevilla, es un «locus amoenus», gracias a Borges y Calvino.
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