El corazón del flamenco cobijó a Carmelilla Montoya en su retirada de los escenarios en Sevilla

La cita fue en el Auditorio Fibes, con la producción de Jesús Molina y la organización de la Fundación Cristina Heeren , cuya presidenta asistió al acto, entidad donde la bailaora ha sido docente en los últimos dos años. Más de 1.500 personas llenaron el teatro para despedir a quien fue presentada por Ricardo Pachón , director del Instituto Andaluz del Flamenco, como «una bailaora clásica, pura, del barrio de Triana, que con diez años era ya una figura, a quien piropeó la propia Lola Flores en Madrid. De familia de artistas, bailaora de verdad», sentenció. Hija del Morito y Carmen Montoya, Carmelilla es sobrina de Juan Montoya y la Negra, prima de Lole , con quienes compartió muchos años de teatros y festivales. Con quince años recibió el Premio Nacional de Baile Flamenco de la Cátedra de Flamencología de Jerez.

Subió al escenario Ricardo Pachón junto a la bailaora y una intérprete de signos, «algo que siempre debería de haber, dijo Carmelilla. Mi hijo no oye y así sabe lo que me están diciendo, eso es algo importante», reivindicó. No hubo protagonismos, sólo uno, Carmelilla Montoya. Algunos artistas fallaron, «es que tienen bolos» decía la bailaora, pero participaron otros que no estaban anunciados.

Fue Rubén Olmo , el hoy director del Ballet Nacional de España, quien puso un poco de «orden» entre tantos artistas. La marcha «Amargura» abrió la noche con tres guitarras de excepción: Rafael Riqueni, Paco Jarana y Manolo Franco. Espectacular.

Rubén Olmo bailó con mantón su «Ave Fénix», «le dije a Riqueni lo que iba a bailar y me comentó, "te voy a envolver en rosas", y lo he bailado con el "Entre rosas" de su disco "Parque de María Luisa", y me he sentido emocionado».

Dos filas de sillas flanqueaban el tablao. Primero salieron los hombres, y qué plantel: Pansequito, El Pele, José de la Tomasa, Segundo Falcón, José Valencia, El Pechuguita. .., cante negro para ellos, soleá y seguiriyas, para seguir con las mujeres, La Susi, Remedios Amaya, Alba Molina, Encarna Anillo, La Tobala, María Terremoto, Aurora Vargas y Esperanza Fernández , que no podía cantar por resfriado, pero que quiso estar. Cantes festeros para ellas, tangos y bulerías.

Y llegó el baile con el cante valiente y generoso de Segundo Falcón, nada menos que cantó para quince bailes, y las guitarras de Pedro Sierra, Juan Campallo, Joselito Acedo, Habichuela nieto y Pituquete, y la percusión de Paco Vega y Javier Teruel. Primero las más jóvenes, rindiendo homenaje a los orígenes extremeños de Carmelilla, por su padre el Morito. Jaleos extremeños en los pies de Noelia, Carmen Young, La Piñona, Anabel Ribero, Manoli Ríos María Moreno y Rosario Toledo . Los tangos tuvieron como protagonistas a Hiniesta Cortés, Mercedes Ruiz, Ana Morales y Pastora Galván . Dúo de arte de los Campallo, Adela y Rafael por soleá por bulerías. La seguiriya salió de las botas del trianero Antonio Canales, que también quiso estar con Carmelilla, y Amador Rojas hizo una composición entre zambra y farruca, acompañado del violín de Carmen Prenda.

Rosario La Farruca , de rojo fuego por soleá por bulerías, y un momento especial, el protagonizado por Eva Yerbabuena y José Valencia, con el cuplé «Se nos rompió el amor», que nos puso la emoción en el límite mismo. La veteranía de Milagros Mengíbar, por alegrías, cerró el baile, con una llamada final a todas las mujeres artistas y los dos bailaores que aún rodeaban el escenario.

La emoción que a veces nos embargaba y ponía el corazón en un puño, fue bien «rebajada» en un momento de la gala, por la intervencion de los Morancos , que recordaron su barrio del Tardón, y de César y Jorge pasaron a ser para gozo del respetable, Antonia y Omaíta.

Y al final, Carmelilla Montoya de nuevo. Esta vez a través de fragmentos de un vídeo proyectado en el escenario: con nueve años en la serie «Rito y geografía del cante», escenas de la vida de esta bailaora a través de sus pies y sus brazos, hasta llegar a su última etapa como profesora en la fundación Heeren.

Cobijada entre su madre y su hijo, ya relajada de la emoción y del llanto que le sobrevino en el mismo escenario al agradecer a todos el homenaje, la bailaora reconocía que, «no me esperaba algo así, porque además la gente tiene mucho trabajo y no creía que iban a reunir a tantos artistas», decía entre bastidores. «Si, se ha acabado el escenario para mi. Si Dios hace un milagro y me pone buena, quiero vivir y estar ahí con todos vosotros. El baile me ha dado mi vida, desde niña. El flamenco y baile es todo para mi y por el lo he dado todo». Noche de emociones y de homenajes, donde todos los artistas fueron por un día un «atrás», para dejar delante a una gran bailaora, Carmelilla Montoya.