Concierto Mónica Naranjo en Sevilla: el «renacer» de una gran voz tras 25 años en los escenarios

Bodas de plata musicales que dan para reflexionar, para un «renaissance» con el que quiso dejar ver a la persona, sencilla, vulnerable y repleta de anécdotas, antes que al acostumbrado personaje tan inaccesible como de inabarcables cualidades vocales .

Hasta el punto de que, lejos de una entrada apoteósica como pudiera esperarse de tan intenso repertorio, la catalana se presentó ante el Auditorio Rocío Jurado con una bata sedosa y cómodas zapatillas , hablando por teléfono móvil con su madre, de orígenes andaluces, para garantizarle que, en una quizás excesiva naturalidad, «estaba comiendo bien» y «se encontraba en casa».

La Naranjo nunca fue una artista normativa. Desde aquellos comienzos de melena bicolor, puramente pop ; a las etapas más intimistas y «oscuras», revestidas de sonido «ópera rock» .

De todo eso hubo en el concierto de anoche, en el que, de manera cronológica, la catalana fue repasando las canciones más significativas de su trayectoria ( «Desátame» , «Pantera en Libertad» , «Sobreviviré» , «Europa» ...) ante un entregado público que no sólo le hizo colgar el cartel de «no hay billetes» , sino que le acompañó y coreó en cada una de «sus excentricidades».

No es ninguna licencia creativa, es el título de su flamante lanzamiento discográfico, un EP a modo de trilogía, en el que Naranjo experimenta una vez más con el sonido y con su voz, la que anoche pareció más potente y llena de matices que nunca.

Su ejecución (siempre de la mano del maestro Pepe Herrero , su guía musical de la última década) de la dramática «Jamás» , de la melancólica «Empiezo a recordarte» , o de la compleja «Doble corazón» (aria de inicio incluida), dieron buena cuenta de la tesitura, ténica y control vocal de la Mónica Naranjo actual.

El día antes, aseguró, se había hecho una foto delante de la Giralda para recordar que tenía «que venir más a menudo». El aplauso del respetable se percibió como un «abrazo» de quien toma la palabra, y de quien se mostró más que dispuesto a participar en el «juego» que planteó la cantante una vez finalizado el repertorio oficial de la gira. «Esto continuará según las ganas que tengáis de música y de cantar conmigo», espetó Naranjo en los primeros acordes de «Tú y yo volvemos al amor» , interpretada ayer sólo con guitarra y, claro está, con «Sevilla». No hay que pasar por alto que los músicos se contaban por decenas sobre las tablas, por una parte una banda de rock-metal y por, otra, con una orquesta sinfónica y una coral polifónica de exquisita afinación.

Hubo tanta «colaboración» que los bises llegaron a cinco, incluida la sentimental e inocente «Las Campanas del Amor» , que puso de pie a todo el auditorio y que habría sido el broche perfecto de no tener, como as en la manga, una versión «a capella» de «Punto de partida» , el éxito de Rocío Jurado que interpretaron juntas en aquella última gala televisiva de la chipionera.

A ella le brindó el concierto, a su «comadre», y también al «imparable ser de luz» Camilo Sesto . Hubo tiempo además para homenajear al alicantino con una versión 100% Naranjo de «Vivir así es morir de amor» .

Mónica Naranjo ya no quiere ser diva. Ni falta que le hace. Por entrega, capacidad de disfrutar y de hacer lo propio en quien la escuchaba, la jugada le salió redonda.