Flamenco SinCejilla
Chano Domínguez y Diego Amador: «Este es el dúo de piano más andaluz que se pueda escuchar»
El sábado 13 de febrero presentan en el teatro Lope de Vega una obra en la que se encuentra el flamenco con el jazz
Luis Ybarra Ramírez
El escenario es un campo de batalla y entre ellos se produce una suerte de revolución de claveles. Chano Domínguez y Diego Amador, el uno frente al otro, flamenco y jazz, callejón y aeropuerto, Thelonious Monk y Paco, Pata Negra y escuela. Ambos se prestan ... a dúo a la improvisación y al estudio este sábado 13 de febrero en el teatro Lope de Vega. Un recital con el que regresa la música a este enclave después de algunos meses . Tecla honda y del Sur, dos formas de entender el piano que al encontrarse, como dos gotas asimétricas, se vuelven una.
El punto de partida parece tenerlo claro Chano Domínguez: «No hay dos pianos más andaluces que estos que vais a escuchar. Tocaremos composiciones de los dos, y alguna más de Paco de Lucía. La flamencura que tiene Diego es apabullante . Y lo que esperamos que surja es toda una rareza. Para soltar por ahí veinte dedos tocando con libertad hay que conocerse muy bien». Ellos, cómo no, mantienen amistad desde hace años. El tiempo, y los compromisos profesionales, más bien, los distanciaron, pero ahora vuelven a cabalgar por los mismos pentagramas creados con la precisión del instante.
Las claves para alcanzar la complicidad que permite la buena improvisación son, esencialmente, y según Chano, dos: «Entendimiento rítmico, lo primero. Eso lo tenemos al compartir referentes y situarnos en los mismos esquemas. Lo segundo tiene que ver con el entendimiento melódico y armónico, que se desarrolla por medio de la intuición, pero que a su vez no deja de sorprendernos. Cuando se improvisa, uno llega a lugares que no conocía y saca cosas que no sabía que tenía. También es capaz de ver eso en el otro. Y se así se goza».
El gaditano se fijó antes de levantar toda una obra junto a algunos de los máximos exponentes de la música internacional en las formas de Felipe Campuzano, Arturo Pavón y Pepe Romero, «el más interesante, para mí, a la hora de trasladar los sonidos del cante». Diego Amador , por su parte, nunca prestó demasiada atención a los escasos pianistas jondos. «Yo toco la guitarra con el piano. No creo que este sea un instrumento muy flamenco , sino que el flamenco lo llevas tú y se lo transmites. Mi música tiene que ver más con Sabicas, Niño Ricardo, Paco, Bill Evans, Miles Davis y, antes que todo eso, con lo que he tomado de mis padres, tíos y hermanos, Rafael y Raimundo. Todo eso lo vuelco yo por otro camino».
Tan poderoso parece ya este instrumento que no solo se revela con entidad propia, sino que en él conviven diferentes estéticas . Chano Domínguez y Diego Amador se llevan trece años de diferencia. Uno empezó con el grupo de rock Cai en los 70 y otro en las Tres Mil con su sangre. Está el que suena más al Birdland de Nueva York y el que, al contrario, se ubica más cerca de un patio que se alza, murmura y vuela. En algún se encontrarán.
«Candelita que enciendo», de Manolo Simón: solo el dolor
El cantaor jerezano, emparentado con el Loco Mateo, ha levantado un sinfín de castillos en su álbum más reciente para expresar un montón de dificultades y algún atajo bien resuelto. Viene con el eco más lastimado que nunca , llevando su timbre a jugar por los precipicios de la afinación y el ritmo . Cargado de un melisma cadencioso y ajado, indómito a la hora modular con agilidad los tercios y rozando a veces el desequilibrio, lo incómodo. Lo mejor, sin duda, su capacidad para pasearse por deiciséis cortes sin repetir estilos ni intenciones con la guitarra de Pascual de Lorca. Lo peor, esa pesadumbre no demasiado medida que tiñe de dudas sus reaños.
Cerrar la soleá por Cádiz le cuesta un pedazo de pulmón y otro de gañote. Por seguirilla , sufre lo propio entre Jerez y Los Puertos cuando ejecuta estilos como los del Nitri, Lacherna y Curro Durse y en los fandangos sorprende con unas deslavazadas letras en portugués. La petenera por la que opta es la primitiva, con un sentido especialmente lírico y compás abandolao. El aire agreste lo recoge en unos fandanguillos y el marinero en un mirabrás con evocación a Sanlúcar de Barrameda. Nos deja también un acercamiento a la desaparecida cantiña de la Rosa, bulerías del Chozas, nanas, tonás y tangos.
Junto a su paisano David Lagos, Simón sigue ensanchado su amplia discografía. Lleva toda la vida en esto; al menos, desde que abandonara bien joven el capote , pero sus intervenciones se han ido diluyendo con los años. Ha regado tanto el rosal, como canta por soleá, que cuando va ahora a por la flor espina viene a encontrar. Solo hay espacio para el dolor en su garganta.
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