Carminho: «El fado es un género vivo y de hoy»

Regresa al Lope de Vega donde agotó el papel hace unos años, ¿se siente querida en Sevilla?

Es una gran alegría volver a Sevilla y al Lope de Vega, que es precioso y donde te piden un bis de forma muy emotiva y generosa, con esa manera de batir las palmas y donde el público reacciona con mucha generosidad. Me dan muchas ganas de volver, porque hay personas que siempre vienen a verme y conocer cómo es mi nuevo disco y cómo evoluciona mi música, lo que es muy gratificante.

Presenta ‘María’, quizás el que más define cómo entiende usted el fado.

Es con el que más me identifico, porque es el último y porque hay una búsqueda muy profunda de la memoria de mi pasado, en la que recupero episodios de cuando vivía en el Algarve con mi familia, donde no hay casas de fado y mis padres —su madre es la fadista Teresa Siqueira— hacían sus propias noches de fado en casa. Con tres o cuatro años yo escuchaba ya las guitarras y las voces en directo, lo que era toda una oportunidad para una niña, cuya presencia no es frecuente en los ambientes de fado. Así que comencé a cantar al mismo tiempo de empezar a hablar, con una identidad muy fuerte y muy familiar.

El fado es improvisación en el escenario, ¿es difícil de llevar al estudio?

En el disco yo quería rescatar esas memorias y mi manera de entender el fado y el duende que se genera en vivo, que en el fado también tenemos duende. Para ello hay condiciones que son necesarias y en el estudio, donde todo es más aséptico, hay que tomar decisiones de producción. Para este disco hemos grabado todos juntos en el estudio y asumiendo el error, que forma parte de la verdad.

Con ‘María’ regresa al género tras internarse de la bossa nova, ¿qué le ha aportado como cantante de fado?

El disco fue una invitación de la familia Jobin para interpretar las canciones junto a la banda que lo acompañó los últimos diez años. Me permitieron que fuera yo misma cantando a Tom Jobin y puede interpretarlas como si fueran mías. Pero esas canciones son de otro género, del que aprendí muchísimo. Su melodías están muy definidas y no hay tanta improvisación como en el fado. Pero tienes que darle intención a cada nota y hay un trabajo de interpretación muy grande que ahora traigo en mi maleta. Cada nuevo trabajo mío se funde con las cosas que voy aprendiendo.

Hace años, el fado no interesaba a los jóvenes portugueses, pero ahora ha vuelto a ser un género popular y con proyección internacional, ¿a qué cree que se debe?

Nadie puede cambiar el fado porque quiera, sino que se han dado un conjunto de condiciones, no solo por parte de los artistas sino también sociales y económicas. La gran crisis de 2008 nos dio una necesidad de reinventarnos y nos agarramos a la identidad de mi país y, entre otras cosas, al fado, a algo que es único. Los nuevos jóvenes fadistas intentamos arrimar nuestra identidad a nuestra generación. El fado es un género vivo que habla de hoy y de lo que las personas pensamos actualmente. Por eso tenemos que corresponder con las letras y las producciones para respetar el género y también las características de nuestra generación, lo que lo hace más popular. Me siento muy orgullosa de ser parte de este movimiento.