Carmen Linares: «¡La salud y la libertad son prendas de gran valía!»

«Este espectáculo se vio interrumpido por la pandemia, pero al fin lo podemos retomar. Es un mirar hacia atrás todas las vivencias, personas, músicas y poesías que han sido importantes en mi vida profesional y personal. He preparado para la ocasión un número con Miguel Poveda, mi artista invitado, copla, una cosilla de Lorca..., pero esa letra popular por soleá me gusta recordarla de vez en cuando. Salud y libertad, que es lo que permite el amor en toda su extensión, la generosidad, el trabajo, el dinero... Gracias a esa conjugación de factores he desarrollado mi carrera», sentencia la cantaora.

Y ‘Cantaora’, precisamente, se titula uno de sus discos más emblemáticos. «Quizá el más destacado haya sido la ‘Antología de la mujer en el cante’ . Después, todo lo que hice con la poesía de Lorca, la de Miguel Hernández, Juan Ramón Jiménez... Por Morente me surgió la inquietud de adaptar poemas de autor al flamenco, y aquí sigo».

A su padre, por razones laborales, lo trasladaron a Madrid siendo ella una niña. Y en los tablaos de los 60 comenzó a buscarse el pan y la sal. ¿El mejor consejo que recibió entonces? «Pues ninguno en concreto. Lo que sí recuerdo y echo de menos son dos cosas. Lo primero, el ritual flamenco. La responsabilidad que le otorgaban Pepe de la Matrona, Juanito Varea, El Gallina y muchos otros al hecho artístico. Toda esa dignidad que derrochaban al sentarse en la silla me impactó . Lo segundo, la convivencia. Antes se vivía con más reposo y, por tanto, se vivía más. Un año daba para muchas charlas, espectáculos y encuentros entre nosotros. Hoy siento que pasa el tiempo y no nos vemos. También hemos mejorado en otros aspectos: Jamás hubiera soñado con los camerinos en los que me preparo hoy, por ejemplo».

Conciliar galas con la crianza de tres hijos no fue sencillo, pero lo vivió con naturalidad. «Así es. Durante el embarazo, preparaba conciertos en casa. Como mucho, me habré perdido algún cumpleaños». Y así pisó las tablas del Carnie Hall de Nueva York, el Shinjuku Bunka Center de Tokio y el Opera House de Sidney , como tratará de hacer este sábado en el coliseo sevillano. Suenan altivos los aceituneros en su eco mortecino, roto de remembranzas y llagas. Suenan, al hilvanarse, todos los versos poderosos de la mejor poesía de autor y popular, pero siempre culta, cuando quien canta se llama Carmen Linares.

«Queda mucho por hacer», señala Carmen Linares, el eco femenino más importante de la generación de Camarón, El Lebrijano, Morente y Menese, entre otros. «Cuando empecé, María Vargas y La Perla, en los tablaos, estaban en boca de todos, pero existían unas diferencias tremendas entre hombres y mujeres. Muchas, por oposición de la familia, se quedaban en casa. Hoy eso apenas ocurre. También la mujer se ha incorporado al mercado laboral con fuerza, por eso en los jóvenes hay un protagonismo femenino indudable: Estrella Morente, Marina Heredia, Rocío Márquez, Argentina… Es la generación más igualada de la historia flamenca ».

¿Y qué hay de la guitarra? , le pregunto, falto de una respuesta convincente: «Ahí es donde espero que se produzcan más cambios en los próximos años. Por tradición, la mujer se ha dedicado al cante y, sobre todo, al baile. Falta que salga una figura en la guitarra que anime al resto. Eso pasará, como pasa en el deporte y en otras músicas, y se iniciará una tradición de mujeres guitarristas, como ya existió en el pasado, pero que hoy apenas tiene notoriedad».