Flamenco SinCeijilla
Bambino, vivir dentro de una rumba acelerada
La película ‘Algo salvaje’, de Paco Ortiz, narra su biografía: éxitos, amores y fracasos
Portada de la película
Bambino adoraba la calle en que se vieron, ese vicio de su piel contra esa otra, lo prohibido. Le cantó siempre al pasado, frente a la pared con la que chocaron todos sus delirios. Dicen que un amor de infancia lo dejó melancólico de ... por vida . Dicen, también, que no hubo forma de clasificarlo cuando marchó de la Venta de Antequera para Madrid y empezó con esos recitales de chico enjuto que conmovía cantando con los puños y el alma. Que se levantaba de pronto y gustaba por igual a ricos y pobres, a señores y personajes de los bajos fondos. Lo peorcito de la ciudad y las altas esferas se daban cita con él. La película ‘Algo salvaje’, de Paco Ortiz, que se presentó en el Festival de Cine de Sevilla y ahora gira por las salas (Sevilla Este, Utrera, Bormujos...), cuenta su biografía. Una de esas vidas galopantes y breves, que en tan solo un par de décadas, por eso de frecuentar la noche, triunfar pronto y dormir poco, parecen contener milenios.
«Lo descubrí un poco más a fondo a través de Poveda, que lo admira», dice el director del largometraje. «Profundizando en su figura, vi a un hombre, sobre todo, libre. Podría haber hecho mucho más, pero se conformó. No se pervirtió. Eso lo llevó al extremo cuando decidió que no haría nada por evitar su muerte . Era ya suficiente».
Bambino habitó dentro de una rumba acelerada; con ritmo frenético, desatado y roto, o acaso postergando eternamente la rotura, en el filo, gimiendo de manera continuada por las calles donde el corazón se afila junto a las guadañas. Que se acomodó en el desamor , vaya, para crear la escuela interpretativa que más tarde siguieron otros: de María Jiménez a Manuel Lombo. Ante la gente ocultó su derrota final, con el pecho hecho jirones y una careta de payaso clavada en las mejillas. Ese hombre triste, todo lleno de pesadumbre y desacostumbrado al ocaso, regresó para morir al lugar que le vio nacer, Utrera, cuando no pudo avanzar con el mundo. Vio pasar el desenfreno de este país de los 70 directo hacia la cuneta. Lo admitió tiempo después y se retiró con un cuerpo diferente, consciente de sus techos y sus éxitos. García Pelayo le produjo uno de los álbumes mejor grabados de su discografía, porque él siempre se despreocupó del sonido, de modificar su obra en favor de las modas, de sí. Fue un artista de masas en las cercanías de las salas de fiesta y los casetes. Prófugo de la televisión , donde no encajó, sonó por las carreteras en las que aún se escucha el eco de sus querencias: «Estar bajo la luz de tu mirada». Quiero buscar y no veo otro gitano de su particular modernidad. De su elegante exotismo en el vestir y esa forma de crear quemando pasiones en una hoguera. A Bambino se le recuerda hoy por ser salvajemente único, empezando por el nombre.
Esperanza en lo prohibido
Un disco enorme de una generación a la que aún no hemos sabido reconocerle demasiado, por eso de que estén ahí, tan cerca, entre nosotros. Esperanza Fernández ha visitado peñas y compartido con amigos en este enjundioso proyecto que aglutina interpretaciones en directo. Es uno de esos álbumes en estado de gracia natural. Sin artificio, reivindicando por parte de primeras figuras ese flamenco que se produce, como toda música de raíz, de la boca a la oreja, comunicando. Y que pone, además, a cada uno en su lugar: Arcángel por fandangos con la garganta llena de rocío. Y Rocío, precisamente, la Márquez , de Huelva, frágil en la guajira, donde tantos hallazgos consigue gracias a esa tesitura que siendo actual nos lleva a Marchena, o parte de él. José Valencia está en la toná de tierra adentro, en la cabal, con el eco orondo y derramado. Tomatito , clausurando en Almería por tarantas. Jesús Méndez , por La Paquera. Marina Heredia , en la mariana. Y así, uno a uno, van dejando un retrato poderoso de lo que no escasea: gente capaz de hacernos sentir algo en compañía de una guitarra. Como hacía Chavela Vargas. Como hacía el Torre. Como tantos hombres y mujeres que saben vestir el arte de piel desnuda hicieron.
Yo estoy enamorado del cante, de la pelea misteriosa con el alma. Por serranas junto a su padre, Curro Fernández . Por soleá con el cielo de Triana en la encía, en un petenera intimista, por tangos de Pastora y La Repompa con Miguel Poveda . Muriendo también en una seguirilla, ‘Siete dolores’, que coloca la esperanza en lo prohibido con Miguel Ángel Cortés al toque. Solo unos cuantos talentos individuales hacen de este trabajo, que en su ausencia sería insoportable, un argumento perfecto para presumir de nuestra cultura.
Sanlúcar acogió los Premios del Flamenco de la EFA
Con motivo del Día Internacional del Flamenco, el pasado martes, 16 de noviembre, la Escuela de Flamenco de Andalucía (EFA) hizo entrega de sus Premios Internacionales en el Castillo de Santiago de Sanlúcar de Barrameda . Esta sexta edición, que por segundo año consecutivo se celebró en la localidad gaditana, reconoció las labores de cuatro personalidades esenciales en las disciplinas del cante, el baile y la guitarra, además de la investigación, una apuesta para aunar arte y conocimiento de este patrimonio musical.
Carmen Linares
Así, Carmen Linares , artista por derecho propio desde que comenzara su andadura en los años 60, con obras tan reconocidas como ‘La antología de la mujer en el cante’ y ‘Un ramito de locura’; Carmen Ledesma , discípula de Enrique El Cojo que recorrió varias veces el globo con su baile; Manuel Morao , guitarrista que acompañó a las máximas figuras de su generación, empresario y fundador de una de las escuelas más representativas del toque jerezano; y Luis Suárez , en la actualidad, decano en el estudio del género jondo, recibieron su galardón en manos de los representantes de los organismos públicos.
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