Alfonso Guerra: «Mi fidelidad a Antonio Machado ha dirigido la senda de mi vida»

Era lógica la elección del menor de los hermanos poetas, no solo porque Alfonso Guerra ha dedicado buena parte de su vida a leer y releer al autor de 'Campos de Castilla' y de toda monografía que tuviera interés sobre él, sino porque, tal como recordó el exdirigente socialista, a esta real academia pertenecieron Antonio y Manuel Machado , así como el abuelo de estos Antonio Machado Núñez .

«Mi fidelidad a Antonio Machado, mi admiración por su obra , que ha dirigido en muchos aspectos la senda de mi vida , así como el vacilante trato que ha recibido de críticos y poetas, me impulsa a reivindicar, una vez más, la potencia creadora de un poeta que supo y sabe inventar un mundo con las palabras», proclamó Alfonso Guerra en un pasaje de su discurso, titulado 'Soledad y sociedad en Antonio Machado'.

El ingreso del político sevillano en esta institución fue concitando a numeroso público en la Casa de los Pinelo desde una hora antes del acto. Allí lo esperaba el director de Buenas Letras, Pablo Gutiérrez-Alviz , así como numerosos académicos, del historiador Enrique Valdivieso a la directora del Centro Andaluz de las Letras y escritora, Eva Díaz Pérez , pasando por los columnistas de ABC Ignacio Camacho y José Antonio Gómez Marín .

Este último, junto a Valdivieso y el también académico y exdirigente socialista Alfonso Lazo , que contestó el discurso de ingreso, fueron los que presentaron la candidatura de Alfonso Guerra para formar parte de esta real academia. Entre el público también se pudo ver a otros históricos del PSOE, como el expresidente extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra y el expresidente andaluz José Rodríguez de la Borbolla , pero también adversarios políticos del pasado, como el exalcalde de Sevilla, Alejandro Rojas-Marcos , y el presidente de la Fundación Unicaja, Braulio Medel .

Puntual, comenzó el acto de ingreso, en cuya presidencia, junto a Gutiérrez-Alviz, se situaron el alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz , y el rector de la Universidad de Sevilla, Miguel Ángel Castro . Su intervención la inició Alfonso Guerra con unas palabras de recuerdo al que fuera director de Buenas Letras y amigo Rafael Valencia , fallecido hace dos años.

«Hombre de mérito y sabiduría» , señaló el nuevo académico, con quien le unían «unas claras afinidades electivas» y del que valoró su «compromiso que sentía por la educación, la calidad de sus investigaciones y el especial afecto que meritaba de compañeros y alumnos».

A partir de ahí, Alfonso Guerra se centró el sujeto de su discurso, Antonio Machado, a quien se acercó no desde una perspectiva biográfica, comentando episodios de su vida, sino desde el análisis profundo de su obra literaria , de su poesía a los ensayos de Juan de Mairena , en un movimiento de altura intelectual que, siguiendo el título de su discurso, parte de la reflexión en soledad para recorrer un camino que, lejos del solipsismo, le lleva al compromiso social y político.

«Lejos de conducirle al ensimismamiento, supo trocar su capacidad de análisis del interior del alma en un canto de amor al otro que siempre nos acompaña», esto es, un deseo de comunicación con la sociedad «hasta el grado de convertirse en guía espiritual de varias generaciones de españoles ».

Ese pensamiento poético de Machado es el que le servirá para acercarse desde su compromiso político y social a las ideas de Españ a y lo popular , que no aborda desde un punto de vista exclusivamente lógico, ni desde «un esquema de pensamiento abstracto, sino como sentimentalidad poética , como expresión colectiva de un hacerse, donde pasado y porvenir se iluminan con la figura siempre esperanzadora de un futuro abierto».

Por ello, Alfonso Guerra considera que «la poesía en Machado cumple a la perfección el cometido para el que parece que fue creada por el hombre: nombrar bien las cosas , el mundo, el hombre y sus interrogantes más esenciales», lo que la convierte en un elemento valioso para abordar lo colectivo y acercarse a un pueblo concebido no como masa, sino como hombres individuales a los que educar, «conforme a su s abiduría popular » y «revelándole la riqueza de su folklore».

Por ese motivo, el poeta se mantuvo fiel a su compromiso con la II República en plena guerra civil, donde se quedó solo frente a otros intelectuales que «estarán en una posición diversa», como Ortega, Unamuno, Pérez de Ayala, Baroja ... Porque, incluso en el amargo trance del exilio y con la muerte próxima en Colliure, Machado se mantuvo fiel a su ideal poético y político que, en opinión de Guerra, iluminan sus últimos versos: «Estos días azules y este sol de la infancia». Porque el poeta, concluyó, es el «hombre bueno que desde la soledad iluminó los campos del compromiso con la sociedad ».