xxiii Bienal de flamenco de sevilla
'Muerta de amor' o la apoteosis de Liñán
Hasta quince veces interrumpió el público con sus aplausos el estreno de esta obra en el teatro Maestranza
Andrés Marín y Ana Morales, a ritmo de la corneta de la Centuria Macarena
Sevilla
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'Muerta de amor'
- Dirección: Manuel Liñán
- Colaboración: Ernesto Artillo
- Coreografía: Manuel Liñán
- Coreógrafo invitado: José Maldonado
- Artista invitada: Mara Rey
- Baile: Manuel Liñán, Alberto Selles, Juan Tomas de la Molia. Miguel Heredia. José Ángel Capel, David Acero y Angel Reyes.
- Cante: Juan de la María
- Guitarra: Francisco Vinuesa
- Instrumentos: Víctor Guadiana
- Percusión: Javier Teruel
- Diseño de iluminación: Gloria Montesinos
- Teatro de la Maestranza. 15 de septiembre de 2024.
El público es soberano, me dijo una vez el gran Chano Lobato, cuando oyes sus aplausos sabes si has triunfado. Algo así pasó anoche en el teatro de la Maestranza cuando al final de la obra 'Muerta de amor' de Manuel Liñán (Premio ... Nacional de Danza), el público atronó con sus aplausos y chillidos a un Liñán que incluso llegó a llorar en los saludos. Hasta quince veces interrumpió el público la obra con sus aplausos.
'Muerta de amor' es una obra de una inteligencia coreográfica y bailaora extraordinaria, pero también de una sensibilidad arrebatadora, donde se hace un relato sobre el amor sin barreras ni prejuicios, esos que no tenemos al nacer y luego fabricamos.
Manuel Liñán lleva rompiendo con los estereotipos del género sin complejos hace tiempo, y en este caso, en 'Muerta de amor', lo que quiere es que el amor se libre de culpabilidad. Por eso el espectáculo acaba con un rotundo: «cualquiera, pero que alguien me quiera».
Sólo dos colores, el fucsia y el negro. Los siete bailarines visten de negro, cada uno con un modelo distinto, desde pantalones de cuero a modo de zahones, desde faldas de cuero a pitillos. Son siete hombres que tienen en común algo especial: lo mismo cantan que bailan, y cuando cantan y lo hacen a capella, suenan flamenquísimamente bien.
El espectáculo es de una inteligencia coreográfica impresionante. No sólo porque Liñán mueve de forma espectacular los grupos de baile, me recordaba a Gades en algunos momentos, sino porque permite que cada uno de ellos exprese su propio ser, explorando las diferentes muestras de amor a través de una ágil narrativa. Hay en la obra momentos de ternura, de rabia, de amor, de rechazo..., a través de un intensísimo baile.
El montaje se aposenta y mucho en la copla, con una Mara Rey incomensurable a la que le han dado el papel de su vida. Y el primer inusual y larguísimo aplauso nada más empezar cuando cantan 'El Clavel'. Esa primera sensación auguraba mucha emoción en escena que luego se confirmó.
Mara Rey es una mujer que desgarra la copla, que es lo que necesita esta obra, y que cuando comienza con el 'A que no te vas' de Rocío Jurado concita rápidamente la atención del público. Mara está en ese difícil mundo entre Lola Flores y María Jiménez, pero con su propia estética.
El baile no puede ser mejor. Todos son magnificos bailaores y muchos también bailarines. Dúos, sólos, momentos corales, un Miguel Heredia como siempre artista en lo más profundo, con su cante y su baile, elegante, Jerez por los cuatro costados y que levanta el segundo aplauso de la noche; la sensual sevillana que se marcan Sellés y Liñán, una belleza; la alegría de Juan Tomás de la Molía, bailada en una ráfaga de luz y que rompe el escenario; el baile recio de José Angel Capel, David Acero y Angel Reyes..., en este mundo coral, nadie sobresale pero todos son solistas.
Hay un recurso escénico con una serie de micros en el escenario que los intérpretes usan a placer y que marcan los tiempos de la obra que cuenta con el cante de Juan de la María, la guitarra de Francisco Vinuesa, la música de Víctor Guadiana y la percusión de Javier Teruel, que suenan como una orquesta.
Todos ellos componen una banda sonora que no puede ser más bella, deambulando por el mundo del flamenco -soleá, cantes de ida y vuelta, fandangos, alegrías, tangos...- igual de bien que por el de la copla y algún bolero.
'Muerta de amor' produce muchas sensaciones. Primero, por estar delante de artistas de magnitud; por ver una obra con una riquísimo lenguaje coreográfico, que no deja respirar al espectador. Pero Liñán es sabio y para rebajar esa intensidad, de repente introduce una muñeira, que borda David Acero...., y funciona! Estamos ante el talento de un coreógrafo que consigue emocionar sin histrionismos, y logra que su mensaje cale.
Y no puede haber hecho una mejor elección del elenco bailaor y musical, ahí también su inteligencia, todos son solistas en lo suyo. Al final cada uno hace una frase del tema de despedida, músicos incluidos y cuando se termina la obra el público se levanta como un resorte. El Maestranza todo en pie.
Manuel Liñán es un bailaor seguro, brillante, entregado al flamenco que ama pero al que no tiene complejos al innovar respetando sus cánones. 'Muerta de amor' es una gran obra, de las que quieres ver de nuevo, porque cuando el arte está bien hecho, se transmite, y de ahí la grandeza de Liñán: emocionar hasta el tuétano con el flamenco como protagonista. Y por eso el público salió con una sonrisa en la cara y la emoción botando en el corazón.
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