Flamenco Sincejilla
Manuela Carrasco: «El 'ole' no conoce la prisa»
entrevista
La bailaora sevillana será homenajeada este sábado en el festival Joaquín el de la Paula, en Alcalá de Guadaíra
Luis Ybarra
Su voz es áspera, como su baile. No tiene aditivos, sino toda la contundencia necesaria para proyectar ideas que a plomo se sellan como si fueran imágenes: «Estoy en el mejor momento de mi vida. Con ganas de bailar y de ver bailar ... a mi descendencia, que ya tengo hasta bisnietas». Manuela Carrasco recibirá un homenaje en el festival Joaquín el de la Paula, en Alcalá de Guadaíra, este sábado 22 de octubre. El Pele, Pedro El Granaíno, María Terremoto y Lela Soto Sordera le van a cantar. Cuatro artistas y tres generaciones. Tiembla su voz, y yo con ella me cimbreo, pero jamás se desajusta su figura: «Eso es lo único que echo de menos en el baile de hoy. El 'ole' no conoce la prisa. Hay mucha técnica, y eso es genial, pero deberían pararse más. Dejar espacio. Ya se pararán, que eso lo da la experiencia».
Ella se paró con cuatro años. A esa edad, con los ojos encendidos de fiestas, debutó. Al poco ya estaba en los tablaos. De niña giró por Europa con Curro Vélez. Y luego, en Madrid, conoció el amor con Joaquín Amador a la guitarra. También el éxito: «Hay dos Manuelas, la artista y la persona. Y las dos se llevan muy bien. Yo desde pronto supe que tenía algo especial al subirme al escenario, no lo voy a negar, pero nunca me he preocupado en exceso. Cuando llegué a Los Canasteros había cinco mesas. A la semana estaba abarrotado. Y así durante ocho meses. Eso fue muy bonito. Pero me bajo de las tablas y lo que me gusta es cuidar de los míos. Cocinar. Freír pescado. Estar con ellos».
A muchos cantaores he preguntado por un momento estelar en su carrera. Y muchos, también, se asemejaron en la respuesta: «El día que le canté a Manuela». ¿Cuál ha sido, Manuela, el momento estelar de la suya?: «A mí me han cantado los mejores. Hasta pude ver de niña artistas históricos y tan antiguos como el Niño de la Calzá. Pero lo más emocionante que se me viene ahora a la cabeza fue la noche que me cantó Chocolate por seguirillas en la Bienal. Creo que fue en 2004, al poco murió. El momento de esta pasada Bienal me lo regaló Antonio Reyes. También Jesús Méndez y mi cantaor habitual: Enrique El Extremeño».
Bailar con la mirada está al alcance de unos pocos. Y por la profundidad de esos ojos nos hemos deslizado unos pocos. Alza los brazos y levanta polvaredas. Ante todo, impone. Remueve cosas al detenerse. Y en su voz escucho el grito de un tiempo que se esfuma. Tiene la Medalla de Andalucía, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, el Premio Nacional de Danza y otras muchas distinciones. Lo más difícil, sin embargo, «fue abrirme paso en un panorama en el que estaban los mejores. Esos no volverán».
Clausura el Festival de la Guitarra de Sevilla
Este sábado 22 de octubre el Espacio Turina acoge la celebración de la música a las 20 horas. Está de enhorabuena el flamenco, la composición y el toque. Juan Carlos Romero, callado artista con universo compositivo propio, clausura la XIII edición del Festival de la Guitarra de Sevilla, una cita que ha recibido durante algo más de dos semanas intérpretes de distintos géneros musicales, desde el clásico al folclore griego. Culmina, eso sí, con lo jondo como protagonista.
El guitarrista onubense lleva años afincado en Sevilla. Estuvo detrás de la producción de algunos de los trabajos más notables de Miguel Poveda y de Arcángel, sus primeros discos. También de Enrique Morente, con 'Lorca', y Carmen Linares, en 'Raíces y alas'. Discípulo aventajado de Manolo Sanlúcar, referencia que conduce con mimo a otros trastes, repasará algunas de sus piezas de mayor intimismo. Juan Carlos Romero toca con agua encendida en los dedos. Su obra está llena de literatura y memoria. De miel. Entre una granaína a Morente y unos tangos dedicados a otro de sus cómplices amistosos, Félix Grande, se hilvanan campanas alosneras, bulerías con ecos de marea y seguirillas que tratan de confluir los tiempos. Le acompañará en el escenario un invitado especial: el bailaor Rafael Campallo. Y el festejo será de la música como ritual que reúne aficionados y neófitos. Curiosos todos ávidos de un acorde que llevarse de vuelta a casa.
'McCadden Place (live from Córdoba)': hollywoodiense
El maestro José Antonio Rodríguez interpreta flamenco como el poeta Rafael Montesinos escribía sobre Sevilla. Le toca a un paraíso ideal al que se aferra. De lejos, pero con el corazón puesto en un alféizar desde el que no deja de mirar. Él es de Córdoba, pero vive en California. Su calle, de hecho, da título a este proyecto: 'McCadden Place'. Al festival de su tierra de origen se acercó para grabar en directo un disco que me ha interesado más en su presentación en vivo que en el estudio, donde lo intuí excesivamente popero. Discúlpenme. El derroche de técnica supeditada a la belleza de este viaje transoceánico está al alcance de unos pocos privilegiados.
La rumba 'Paisaje' es un himno que durante años rehuyó grabar. 'Isabella' está compuesta desde el corazón de Los Ángeles. Y a eso suena: a cine jondo. A lejanía temporal y distancia física. Reencontrar con el público cordobés las composiciones que ideó en suelo estadounidense es un ejercicio de poesía. Por eso la cueva de la soleá 'Guadalcázar' transporta con aspereza a la niñez. Sunset Boulevard se hace bulería. El Cabo de la Vela, guajira, presumiendo de idas y vueltas con venidas al hogar. Hay espacio para un trémolo dedicado a su madre, el rap en 'Macarron fly' y el pop de Alejandro Sanz en 'No es lo mismo', pero no abandona, en ningún momento, la hondura amable a todos los oídos que ha originado. Ni siquiera en la polirritmia con la que evoca a los indios de Yakama. Armado de voces, armónica, flauta, batería, bajo y una segunda guitarra en esa puesta en escena en semicírculo que inventó Paco de Lucía, compartió su creación con un público entregado. La apresó por los micrófonos y hoy podemos disfrutarla. ¿No tiene el 'Adiós muchachos' final incómodo calor de un abrazo de despedida?
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